Читать книгу Budismo, escuela de sabiduría. Las enseñanzas de Buda, su moral, su filosofía - Bernard Baudouin - Страница 12

De Bodhisattva,[30] Siddhartha Gautama se ha convertido en el Buddha.[31] Durante siete días permanece inmóvil, degustando la alegría de la liberación. Pero enseguida cae otra vez en la incertidumbre: él no puede guardar para sí lo que ha conquistado; le asalta una formidable compasión por todo lo que vive. Ya ha alcanzado la revelación que tanto esperaba, pero esto lo sume en una profunda perplejidad. ¿Cómo anunciar al mundo esta verdad, tan difícil de ver y comprender, que supera cualquier pensamiento y que sólo el sabio puede aferrar? «¿De qué sirve revelar al mundo lo que he comprendido tras penosas luchas? La verdad permanece escondida a quien está colmado de deseos y de odio, pues es algo que cuesta mucho conseguir. Llena de misterio, profunda y oculta a las mentes toscas, no puede verla quien tenga deseos terrenales, ya que le rodea el espíritu de tinieblas». Después de muchas dudas, Buda orienta su elección sobre los cinco discípulos que lo han seguido durante una parte de su larga búsqueda, a fin de que sean los primeros en oír la Palabra. Sabe que los encontrará en Benarés y se pone en camino hacia aquella ciudad. Allí, al reunirse con sus compañeros de meditación, pronuncia el célebre «sermón de Benarés»:

Oh, monjes, aprended que toda existencia no es más que dolor: el nacimiento es dolor, el envejecimiento es dolor. Todo como la muerte, como la unión con quien no se ama, como la separación de quien se ama o la imposibilidad de satisfacer su deseo.

En el origen de este dolor universal está la sed de existir, la sed de placeres que ponen a prueba los cinco sentidos exteriores y el sentido interior, y también la sed de morir.

¿Cuál es, oh, monjes, el camino del Centro que el Tathâgata ha descubierto, que abre los ojos de la mente, que conduce al reposo, a la ciencia, a la iluminación, al nirvana? Aprended ante todo que está entre el ascetismo y la vida mundana. Sabed después que se trata de un camino con ocho ramificaciones que se denominan: fe pura, resolución pura, hablar puro, actuar puro, vida pura, compromiso puro, memoria pura, meditación pura.

He aquí, oh, monjes, la verdad sobre el dolor.

He aquí, oh, monjes, la verdad sobre la supresión del dolor.

He aquí, oh, monjes, la santa verdad sobre el camino que lleva a la supresión del dolor, un camino sereno y libre.

He aquí, oh, monjes, la santa verdad sobre las ocho actividades puras no manchadas del deseo de lo deseable ni del miedo de lo temible.

Después, con la ayuda de un sencillo dibujo trazado en el suelo con la punta de su bastón, Buda reveló a su auditorio el funcionamiento de la rueda de la vida: «La rueda contiene el cielo de los dioses, los hombres, los animales y los seres infernales. Es la llama que anima todo cuerpo vivo, antes de fijarse en el centro por toda la eternidad: va de un círculo a otro según sus acciones. Recordad bien esto: no os rebeléis contra vuestra condición actual, porque esta es una sanción del pasado. Esta que os enseño es la ley del karma».

Estas pocas palabras, reproducidas con fervor por la tradición hindú, constituyen el mayor hito de la enseñanza que Buda llevará a cabo en persona durante casi cuarenta y cinco años.

Durante estos años viajó mucho, sobre todo por el noreste de la India,[32] acompañado por un grupo de discípulos que cada día era más numeroso. El grupo no paraba para reposar, excepto en las estaciones de los monzones, cuando las lluvias torrenciales no permitían llevar la palabra santa en las mejores condiciones, dado que habitualmente se predicaba al aire libre.