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Metáforas y símbolos:

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La metáfora consiste en trasladar el sentido recto de las palabras a otro figurado, en virtud de una comparación tácita, por ejemplo: corazón de seda y alma de acero. Mientras que el símbolo es una forma retórica o artística que consiste en utilizar la asociación o asociaciones subliminales de las palabras o signos para producir emociones conscientes. En literatura, existen dos figuras literarias idóneas para poder materializar o encarnar un símbolo, la metáfora es la principal de ellas. Por ejemplo, si decimos: un nuevo amanecer nos referimos al inicio de un día, de una nueva época histórica o de una oportunidad que se nos ofrece.

Hechas las aclaraciones conceptuales precedentes, digamos ahora que en todo lo referente a las metáforas-símbolos de los escritores medievales hay que presuponer un trasfondo platónico-patrístico: la verdad de las cosas viene de arriba.

Los símbolos no son algo meramente lingüístico, gracias a la capacidad de juntar o de “poner-juntos” (sim-ballo) aspectos diversos de una realidad, suscitan una experiencia afectiva significativa. Esta experiencia, a su vez, da lugar a una nueva visión de la realidad gracias a la ruptura de los vínculos lógicos precedentes.

El lenguaje religioso es un lenguaje simbólico basado en que la realidad de lo existente viene de arriba. O, de una manera más afín a nuestra mentalidad contemporánea, el símbolo se basa en la noción metafísica de la analogía de los seres: similitud en la diferencia. El símbolo es un signo, representativo de algo o de alguien que, natural o convencionalmente, tiene relación analógica con él. El lenguaje de los místicos y de las místicas es el exponente más sublime del lenguaje simbólico.

Las metáforas y los símbolos antropológicos ocupan un lugar fundamental en el universo simbólico. Las relaciones familiares, a su vez, ocupan un lugar básico en el ámbito de los símbolos antropológicos. Y es aquí donde se destaca la fuerza evocativa del símbolo del “nacimiento” en contexto religioso.

Cuando leemos los textos del Nuevo Testamento y los textos de los autores espirituales referentes al “nacimiento de Dios en el alma”, se rompen los vínculos lógicos preliminares de comprensión, esto posibilita una nueva visión de Dios y de nosotros mismos en la relación, y al cambio de visión sigue la posibilidad de sentirse diferente y obrar en consecuencia. (2)

Espiritualidad y mística maternal

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