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24 de enero

Oro en las colinas

“Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan” (Mateo 6:20, RVR 95).

El 24 de enero de 1848, se descubrió oro en Coloma, California. Una gran cantidad de oro. El lugar se llamaba Sutter’s Mill, y el descubrimiento ganó su lugar en los libros de historia como uno de los eventos extraordinarios en la historia estadounidense no solo porque se encontró oro, sino por la cantidad de gente que viajó desde todo el mundo para llegar allí.

La noticia del hallazgo corrió como la pólvora. Hombres, mujeres y niños de toda América cruzaron al continente salvaje en caravanas. Otros, procedentes de la costa este, de Europa e incluso de lugares tan lejanos como Australia, llegaron en barcos de vela por mar, a menudo luego de enfrentarse a dificultades increíbles. Para 1849, decenas de miles de “49ers” habían llegado para reclamar sus tierras, y buscar el metal amarillo entre las rocas de los arroyos y los cauces de los ríos. Antes de que la aventura terminara, se calcula que 300 millones de personas habían probado su suerte en la extracción de oro. Se encontraron miles de millones de dólares en oro. Unos pocos se hicieron muy ricos, pero a la mayoría no les fue tan bien. Aunque invirtieron todo lo que tenían, y sacrificaron su tiempo y la seguridad de sus familias, muchos terminaron desistiendo. Algunos se quedaron a cultivar la tierra o a ganarse la vida en los pueblos que habían surgido alrededor de Sutter’s Mill. Otros volvieron a casa con poco más que decepción en sus bolsillos.

Fue la fiebre del oro la que atrajo a la gente a la costa oeste y ayudó a California a convertirse en un estado. Hoy en día, California es el mayor estado en términos de población, y el tercero en superficie. También es conocido por su capacidad de hacer dinero. Desde la agricultura hasta la industria informática y el turismo, cuenta con más ingresos que cualquiera de los cincuenta estados de los Estados Unidos. Si California fuera un país propio, tendría el décimo producto interno bruto del mundo.

¿Habrías renunciado a todo lo que tenías por la promesa del oro en Sutter’s Mill? Y ¿si la inversión estuviera garantizada? Hay buenas noticias para todos los que esperan esa bonanza. Dios ha prometido que, si nos proponemos conocerlo, recibiremos una fabulosa recompensa más allá de la imaginación: calles de oro puro y alegría ininterrumpida. Y mejor aun: la eternidad en la compañía del Dios que preferiría perderse los tesoros él mismo antes que permitir que seas tú quien pierda.

Un viaje en el tiempo

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