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10 de febrero

Computadora de ajedrez

“No se alabe el sabio en su sabiduría [...]. Mas alábese en esto el que haya de alabarse: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra” (Jeremías 9:23, 24, RVR 95).

¿Eres bueno con las computadoras? ¿Eres un experto en tecnología o informática? ¿Puedes hacer que la computadora haga lo que quieras, o ella te dice lo que tienes que hacer? Las computadoras son bastante tontas. Solo pueden hacer aquello para lo cual están programadas, ¿verdad? Son máquinas y tienen que obedecernos. Pues bien, algunas computadoras se están volviendo bastante inteligentes; tanto que parece que casi empiezan a pensar por sí mismas.

El 10 de febrero de 1996, en Filadelfia, Pensilvania, una computadora venció a un campeón mundial de ajedrez en su propio juego. La computadora se llamaba Deep Blue, y su oponente era un ruso llamado Gary Kasparov, el gran maestro de ajedrez mejor clasificado del mundo. Era la primera vez que una computadora vencía a un jugador humano de primera categoría en condiciones de campeonato. Los aficionados al ajedrez de todo el mundo se sorprendieron porque se decía que Kasparov era uno de los mejores ajedrecistas. Y nunca había perdido un partido de juegos de partidas simultáneas contra nadie; nunca, ni contra hombre ni contra máquina. ¿Qué había pasado? ¿Estaba perdiendo su agudeza?

Después de la derrota inicial, Kasparov ganó el juego por seis partidas; pero en la revancha, un año después, Deep Blue ganó con todas las de la ley. Deep Blue fue desarrollado por un equipo de investigadores de IBM en Yorktown Heights, Nueva York. Capaz de evaluar 200 millones de jugadas de ajedrez por segundo, podía anticipar todas las jugadas posibles hasta los próximos 10 a 15 movimientos. Eso sí que es una computadora.

¿Cuán inteligente eres? ¿Lo suficientemente inteligente como para pensar por ti mismo? ¿Lo suficientemente inteligente como para confiar en ti mismo? Según Jeremías, nunca podemos contar con nuestra propia inteligencia. Es mucho mejor depender de la sabiduría de Dios, porque Aquel que creó el cielo y el mar de nuestro planeta es infinitamente sabio. Es capaz de anticipar cada movimiento posible hasta los siguientes billones de trillones de pasos. Así es, ¡con Dios no hay absolutamente ningún margen de error! Pues no es una computadora, ¡es Dios!

No es suficiente saber y creer que Dios es 100 % preciso. Dios quiere que tú creas que él es 100 % exacto y confiable en tu vida. Cuando acudes a Dios con lo que no puedes entender, ¡es cuando te vuelves verdaderamente inteligente!

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