Читать книгу El fin de la religión - Bruxy Cavey - Страница 14
El lenguaje es fluido. Cambia de forma a medida que cambian los contextos y las culturas. Por ejemplo, vivimos en un momento en que cada vez más personas hacen una distinción entre religión y espiritualidad.1
ОглавлениеPor religión las personas tienden a referirse a los sistemas de creencias establecidos de la Realidad Última y de las instituciones que los mantienen. Utilizo la palabra religión de manera similar, para referirme a “cualquier dependencia de sistemas o instituciones, reglas o rituales como nuestro conducto a Dios. La “religión” de la que hablo en este libro es cualquier sistema de reglas, regulaciones, rituales y rutinas que las personas usan para alcanzar su meta final espiritual, sus telos, sea que llamen a eso iluminación, salvación, nirvana, unión con lo Divino o algo más. No creo que ningún sistema o institución sea la manera de conectarse con Dios, aunque estas cosas pueden brindar algún apoyo en nuestro viaje.2
Cuando hablamos de esta manera, estamos siguiendo los pasos de grandes pensadores como el filósofo existencialista Søren Kierkegaard (que distinguió entre la fe del cristianismo y la religión de la cristiandad), el teólogo suizo Karl Barth (que desafió a la iglesia a regresar a una fe centrada en Cristo), y el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer. Para muchos, este último es un héroe por enfrentarse a la religiosidad obsecuente con el régimen nazi de la Iglesia Luterana alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Mientras estaba en prisión antes de ser ejecutado por los nazis, Bonhoeffer escribió Resistencia y sumisión: Cartas y apuntes desde el cautiverio, en el que establece la antinomia entre fe y religión y aboga apasionadamente a favor de un “cristianismo no religioso” o “sin religión”.
Cristianismo sin religión. ¡Ya veo a Jesús sonreírse!
El Jesús descrito en la Biblia ve las cosas que las personas normalmente asocian con la religión, como la oración y la peregrinación, el bautismo y el estudio de la Biblia, la asistencia a la iglesia y las donaciones caritativas, como posibles expresiones de la vida espiritual que Dios da, pero no como los medios para obtenerla. ¿Beso a mi esposa para ganar su amor? ¿O la beso para expresar el amor que ya compartimos? Uno representa la inseguridad de la religión. El otro muestra la intimidad de la fe.
El mensaje de buenas noticias de Jesús es que Dios nos da vida espiritual como un regalo, el mismo que los escritores bíblicos resumen con la palabra gracia. Por supuesto, Dios quiere que vivamos una vida buena, pero la bondad que vivimos en este mundo es un acto de gratitud por nuestra vida espiritual y no un intento religioso de ser lo suficientemente bueno para ganar esa vida.
Los primeros seguidores de Cristo enseñaron que vivir una vida buena y amorosa debe ser la expresión alegre de una persona que ha recibido la vida eterna, la salvación, como un regalo (véase Romanos 6: 23). No debemos cargar con el fardo de tratar de vivir una vida excepcionalmente buena que nos califique como candidatos a la salvación. El Nuevo Testamento alienta a los seguidores de Cristo a una vida amorosa por gratitud, no por temor a perder su lugar en el cielo. ¿Qué tipo de matrimonio amoroso construiría con mi esposa si la tratara amablemente solo por temor a que ella se divorciara de mí si yo no lo hiciera? ¿Qué clase de hijo sería si honrara a mis padres ancianos solo porque quiero la recompensa de su herencia? ¿Qué clase de padre sería si tratara a mis hijos con amor solo porque temo que, si los abuso, me hicieran daño? Más bien, yo muestro mi amor hacia mi familia a partir de un sentido de privilegio y gratitud por nuestra relación y porque ese amor ha ganado mi corazón.
El apóstol Pablo solía expresar esa idea cuando escribía a la primera generación de seguidores de Cristo: