Читать книгу El fin de la religión - Bruxy Cavey - Страница 7
Hay, básicamente, dos clases de personas en este mundo. Están los que les gusta Monty Python1 y los que no pueden concebir que se haga tanta bulla con todo eso. Yo estoy en el primer grupo y considero que la película de Monty Python sobre el Santo Grial, Los caballeros de la mesa cuadrada, es la más divertida que haya visto. (Si también amas a Monty Python, estoy seguro de que justo ahora acabamos de experimentar una conexión profunda. Gracias por atraerme con esos lazos. Si no es así, estoy seguro que me estarás lanzando la mirada “de-qué-diablos-estás-hablando” que los que no son fanáticos de Monty Python reservan para los que sí lo somos… pero ¡en fin! Te pido un poco de paciencia).
ОглавлениеUna de mis escenas favoritas en la película del Santo Grial es cuando el rey Arturo y sus caballeros usan “la granada sagrada” para volar en pedazos al desagradable conejo de enormes dientes (no tan aterrador como Frank, el demoníaco conejo de Donnie Darko,2 otra de mis películas favoritas; pero ya me estoy yendo por las ramas).
Curiosamente, creo que la expresión “granada sagrada” puede aplicarse a la Biblia, un documento designado para hacer saltar desde adentro, “en átomos volando”, a la religión. Las enseñanzas de Jesús serían como el detonador. Así que, cada vez que tomen una Biblia, sepan que lo que tienen en sus manos es un artefacto explosivo.
Desde luego, no estoy hablando de una explosión física ni de un libro que avale el terrorismo religioso. Me refiero a que es un libro que contiene un mensaje con el suficiente poder para desmantelar el control que la religión tiene sobre nuestro mundo. Soy consciente de que esta perspectiva puede contradecir todo lo que has creído sobre la Biblia y que me corresponde ofrecer alguna explicación seria al respecto. Por lo tanto, es mejor que lo haga.
La Biblia es mucho más que el sacro libro religioso para dos religiones importantes: el judaísmo y el cristianismo. La Biblia es, más bien, una biblioteca de documentos antiguos que apuntan a una sorprendente espiritualidad no religiosa que culmina con el mensaje y la misión subversivos de Jesús. Aunque muchas instituciones religiosas la asumen como su Escritura fundacional, las páginas de la Biblia revelan una agenda irreligiosa diseñada para hacer explotar la religión desde adentro. Estoy convencido de que la Biblia esconde las claves que nos permiten abrirnos el camino de salida de los sistemas esclavizantes de adicción religiosa y que, al mismo tiempo, nos invitan a establecer una conexión directa con lo divino.
Sin embargo, ¿no es la Biblia, acaso, un libro lleno de reglas, regulaciones, rituales y rutinas, esto es, el material del que está hecha la religión? A decir verdad, muchos textos de la Biblia, especialmente los del Antiguo Testamento (la parte que fue escrita antes de Jesús), contienen leyes y rituales, sistemas e instituciones. No obstante, esas ideas religiosas no constituyen el punto de partida ni tampoco son su punto de llegada. La Biblia empieza ofreciéndonos un cuadro del mundo ideal, un mundo sin religión, un jardín donde Dios y la gente vivían en desnuda intimidad. Esa fue la intención original de Dios para la humanidad. En la Biblia, no es sino después que la gente le vuelve la espalda a ese ideal de confianza mutua e intimidad que Dios empieza a darles reglas y a señalarles rutinas, tradiciones y enseñanzas; pero ese no es el final del cuento. Las reglas y los rituales de la Biblia son como un mapa para descubrir un gran tesoro, pero no son el tesoro en sí. Yo creo que fue eso lo que el muy venerado poeta y filósofo judío Abraham Joshua Heschel quiso resaltar cuando dijo: “La religión como institución, el Templo como fin último o, en otras palabras, la religión por amor a la religión es idolatría”.3
La gente religiosa suele confundir el mapa del tesoro con el tesoro en sí.
Los capítulos finales de la Biblia describen hacia dónde es que Dios dirige al mundo: de regreso al jardín, un mundo en el que los rituales religiosos y sus instituciones brillan por su ausencia.4 Entre los capítulos iniciales y los capítulos finales de la Biblia se desarrolla una trama secundaria de las respuestas precarias de la gente a las reglas y las rutinas de la religión. Sin embargo, al final del cuento, cada una de las páginas de la Biblia apunta hacia, o refleja, la venida de Jesús, aquel que se empeña en ponerle un punto final a la religión y en señalarnos el camino de regreso al ideal del jardín. En síntesis, he ahí por qué veo la Biblia como una Granada Sagrada, pues nos invita a un estilo de vida que hace superflua la religión y vuela en pedazos su monopolio de acceso a Dios.
El Jesús que la Biblia describe es escandaloso. No se lo presenta como el fundador de una religión mundial, sino como el que desafía todas las religiones. Es un revolucionario subversivo, antinstitucional. Cuando digo “antinstitucional” no quiero decir que Jesús se opone a toda forma de organización, sino que se enfrenta a la dependencia que la gente desarrolla en relación con las instituciones para estar en contacto con Dios. No arribé a esta conclusión porque haya recogido evidencias puntuales y detalladas de fuentes marginales. Tampoco es que haya tenido alguna experiencia mística a través de la cual se me comunicó alguna verdad eterna. Dejemos que esos abordajes los asuman libros escritos por otros autores. Yo escribo a partir del cuadro cautivante acerca de Jesús que encontramos en la Biblia.
Tal como discutiremos en los capítulos que siguen, la misión primordial de Jesús fue derribar la religión en tanto fundamento de la conexión entre Dios y los seres humanos, y reemplazarla por él mismo, lo divino que llegó a nosotros en nuestro propio contexto y en nuestra propia forma. A eso, Jesús lo llamó “el reino de Dios”: Dios y su pueblo viven juntos, tal como lo pretendió desde el principio. Por esa razón, buena parte de lo que Jesús hizo y enseñó tiene sentido solo cuando nos damos cuenta de que la meta que se planteó de ofrecerle salvación al mundo (ver Lucas 19: 10) incluyó la abolición de la religión como un sistema rival a su reino. Cuando entendemos eso, los textos del Nuevo Testamento cobran nueva vida con una energía renovada. Los relatos que Jesús narró, los argumentos que blandió, incluso las sanidades que operó, todo ello contribuyó a demoler las presunciones arrogantes de los religiosos de su época y a desestabilizar su dependencia del sistema.5
Tal como lo indica el subtítulo de este libro, Encontrando la espiritualidad subversiva de Jesús, quiero enfocarme en el papel que Jesús jugó en relación con la religión y la espiritualidad, en un esfuerzo por desafiarnos a salir de una y orientarnos hacia la otra. Espero que este libro sea un primer paso para aquellos que quieren indagar acerca de Jesús, y que les permita a aquellos que ya se consideran cristianos recalibrar su entendimiento del Jesús bíblico. El libro secuela de este que tienes en tus manos, The Irreligious Life [La vida no religiosa], ofrece un cuadro de cómo luciría tu vida si abrazaras sin rodeos esta espiritualidad subversiva como si te fuera propia y la vivieras en plenitud.
Contamos con una diversidad de abordajes disponibles que nos ayudan a regresar a las enseñanzas originales del Jesús histórico que vivió hace 2000 años.6 Para los propósitos de este libro, he sido intencional al usar la Biblia como mi fuente primaria. Y es por dos razones importantes. He aquí la primera: las cuatro biografías grecorromanas diferentes de Jesús que encontramos en la Biblia (llamadas Evangelios) son históricamente más válidas de lo que se nos ha dicho. Los académicos debaten en torno a qué tan cerca podríamos fijar las fechas de los Evangelios a los eventos que narran, pero todos miden la distancia en décadas, no en siglos. Para ponerlo en perspectiva, los escritos más antiguos que conocemos acerca de Buda datan aproximadamente de cinco siglos después de su paso por la tierra.7
La otra razón por la cual uso la Biblia como mi fuente primaria para este libro se trata del hecho de que la gente religiosa, al menos los de tradición cristiana, tienen que tomar seriamente el mensaje bíblico. La Biblia es la Escritura de autoridad para los judíos y los cristianos, y es un libro respetado por los musulmanes y otros más. Sí, es cierto que los Evangelios Gnósticos extrabíblicos han capturado el interés del público en general en la actualidad, pero mi propósito en este libro es señalar la naturaleza radical del mensaje de Jesús que ha estado a nuestro alcance, debajo de nuestras propias narices religiosas todo este tiempo. Está ahí, en los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Antes de invitar a la gente a que considere textos más nuevos o a que escojan entre un abanico de teorías complicadas y, con frecuencia, sin corroboración acerca de Jesús (y de ellas hay un montón), yo aspiro a mostrar que la Biblia misma apunta a la naturaleza irreligiosa del mensaje de Jesús y de su misión. Quiero hacer explotar el mito popular según el cual la Biblia presenta un Jesús conservador que respalda (y es un producto de) la institución, y que los Evangelios Gnósticos y otros textos antiguos nos llevan a un Jesús más radical que desafía la institución.8
En simples palabras, mi meta no es inventar una nueva espiritualidad en el nombre de Jesús, sino llevarlos a que desentierren ustedes mismos un tesoro escondido, una perspectiva que viene directamente de la Biblia. Aunque el paso de los siglos la haya recubierto de una gruesa capa de maleza, quiero que todos juntos despejemos una senda de regreso a la intención original de las palabras y las obras de Jesús. Ciertamente, no somos los primeros en intentarlo, pero tristemente somos parte de una minoría en la historia de la fe cristiana.
Puedes creer que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, que es una colección de documentos históricamente válidos o tan solo uno de los muchos textos antiguos que nos aportan alguna comprensión del Jesús histórico. Con todo, la Biblia puede ser el punto de partida perfecto para investigar sobre Jesús, especialmente porque las instituciones religiosas
—que son las que necesitan con más urgencia escuchar su mensaje explosivo— son las que ya lo han abrazado. Los líderes religiosos olvidaron desde hace mucho tiempo las implicaciones peligrosas de la Biblia y la colocaron en el estante de los artefactos inocuos desde el que la exhiben en el edificio eclesial más cercano a sus casas.
Sí, yo creo que esta Granada de Fragmentación Sagrada ha estado durmiendo por dos milenios, y ya es hora de que le quitemos el seguro.9 Por lo tanto, me propongo como meta sostener mi línea de argumentación desde la Biblia misma, antes que presentar una teoría que, para sostener mi perspectiva, desacredite la Biblia.
Con eso en mente, a medida que avances a lo largo del libro, podrás observar que este texto está salpicado de referencias a pasajes relevantes de la Biblia (que, en algunos casos, están seguidos de letras que indican la traducción que estoy citando —en los pocos casos en los que me aparto de la Nueva Versión Internacional, el texto base para este escrito).10 Si estás interesado en cavar más profundo en esos temas, puedes revisar las referencias, leer el contexto y seguir tu propia investigación. El libro que está en tus manos puede ser una lectura rápida mientras esperas el bus o puede ser una plataforma de lanzamiento a una indagación más profunda, dependiendo de lo que quieras llevarte contigo. Con ese fin en mente, cada capítulo concluye con una sección de ¿Eh? y R (preguntas y respuestas. Vamos, soy canadiense) para contribuir a la generación de pensamientos propios, conversaciones con algún amigo o discusiones en grupo. Yo abogo especialmente por las discusiones en grupo porque mi convicción es que la espiritualidad personal crece mejor en el terreno de una comunidad auténtica.
Este libro está planteado en tres secciones. La segunda sección (así como el capítulo 1) es el corazón de la obra. Esos capítulos constituyen un examen de las enseñanzas y las acciones irreligiosas de Jesús. Si la paciencia no es tu fuerte, salta a la hoguera con toda confianza. La Parte I plantea el escenario y bosqueja los asuntos que nos ocupan. La Parte III abre con la pelea por aplicar todo eso en nuestras vidas.
Aprovecho esta oportunidad para mencionar que me refiero a Dios en la categoría gramatical masculina tanto con remordimiento como con convicción. La Biblia no enseña en absoluto que Dios sea masculino. Dios es un Espíritu en el que tanto lo masculino como lo femenino pueden hallar sus orígenes e identidad (ver Genésis 1: 26-27; Juan 4: 24). Y aquí nos encontramos con las limitaciones del lenguaje. El español, así como los idiomas originales de la Biblia (hebreo y griego), no nos aporta un pronombre singular que sea inclusivo en términos de género. Pero no quiero referirme a Dios en términos impersonales (porque no es una cosa). Entonces, uso pronombres masculinos porque mi convicción es que Dios es personal, no porque crea que Dios es masculino. Además, quiero estar en consonancia con la sintaxis de los idiomas antiguos.11
El filósofo y activista social Jean Vanier afirma: “He aprendido que el proceso de enseñanza y aprendizaje, de la comunicación, va siempre en dos sentidos”.12 Mis años de enseñanza sobre el asunto central de este libro y de vivir sus implicaciones en comunidad espiritual me han enseñado esa misma lección. Ahora que pongo mis pensamientos por escrito para que sean leídos por gente a la que nunca voy a ver, confío en que el diálogo no se detenga. Te ruego que te sientas en libertad de escribirme y contarme tus reacciones, críticas, preguntas, historias y sí, por qué no, incluso tus ratificaciones. En caso de que haya muerto para cuando leas este libro —un pensamiento morboso, pero honesto— quiero que sepas que espero el momento en que pueda conocerte allá, del otro lado.