Читать книгу ¿Nos conocemos? - Caridad Bernal - Страница 12
Оглавление—¿Se puede saber qué estabas haciendo, James?
—¿Y tú? ¿Qué haces tú aquí, George?
—Mi trabajo. Me han mandado controlar tus movimientos. Todavía no confían en ti.
—Pues vaya, gracias por la advertencia. Pero ya te dije que no aceptaría órdenes de nadie. Si quieren que trabaje para ellos, tendrá que ser a mi manera.
—Está bien, entonces dime: ¿adónde pensabas ir?
—Eso no te importa.
—No me lo puedo creer, James. ¿Estabas flirteando con esa chica? ¿Esta es la manera que tienes tú de hacer las cosas? ¡Pues vaya con el profesor!
—Te equivocas, George.
—Mírame y dime que no pensabas acabar la noche con ella. Se te veía muy feliz a su lado…
—¡Retira ahora mismo eso que has dicho! ¿Me has oído, George?
—Lo haré si me cuentas de qué iba todo eso, incluso te pediré perdón por haber dudado de ti.
—Tú no lo entiendes.
—Sí que lo entiendo, yo también he sido joven. Era una chica muy guapa, ¡cualquiera lo entendería!
—No tiene nada que ver con eso, George.
—¿Entonces? Necesito la verdad, James. Estoy harto de estas tonterías, no puedo estar dudando de ti siempre. Respóndeme, todavía no he oído nada.
—No tiene nada que ver con el trabajo, George. Esa chica es enfermera, me atendió cuando subimos a aquel barco en Dunkerque. Estuve hablando con ella mientras estabas sedado, después de que te disparasen.
—¿Y?
—Pues que hoy he vuelto a verla, pero parecía más mayor, con ese vestido, no sé, ¡Dios, sé que es una locura lo que te voy a contar! Pero es la verdad, amigo. Esa chica se parece mucho a una de mis alumnas, ya sé que no es ella, pero cuando hablamos me parece increíble volver a tenerla enfrente. Tiene sus mismos ojos, es como si…, no sé cómo explicarlo…
—Escúchame, James. No empieces a imaginar nada extraño. Esa chica es solo una enfermera de la Cruz Roja. No sabe nada, no conoce a nadie. Puede que ni siquiera sea judía.
—Lo sé, lo sé. No tiene nada que ver con mi Ruth, pero…
—Pero nada, olvídala.
—Es terriblemente inocente, por eso quizás me la recuerde tanto.
—Así que solo tratabas de ser amable con ella acompañándola hasta su casa, ¿no es eso lo que me quieres decir? ¿James?
—Tienes razón. Te prometo que no me volverá a suceder, lo siento.
—De acuerdo, chico. No diré nada de lo que he visto, pero apártate de ella. ¿Entiendes? Olvídate de todas las muchachas que te recuerden a tu pasado, ese que ya deberías haber borrado de tu mente.
—No hace falta que me lo recuerdes. Me distéis otra identidad por algo, no soy tan estúpido.
—No se trata de ser estúpido, James, sino de enamorarse.
—Pero ¡¿qué dices?!
—Lo que he visto. No sé lo que habría entre esa alumna y tú, tampoco me importa. Pero quiero que te alejes de esa enfermera.
—Ese viejo doctor debió de pasarse con la morfina que te administró en Dunkerque, George. En serio, todavía estás delirando…
—Eso espero, muchacho.