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Valores - 11 de febrero

En la sala de espera

“...porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Tim. 1:12).

Las salas de espera suelen ser lugares angustiantes. Esto lo escribo en una de ellas. Hay más de veinte personas a mi alrededor. Algunas esperan que sus familiares salgan de una cirugía complicada. Otras, que sus nietos, sobrinos, o hijos salgan del vientre materno. Todo detrás de la misma puerta.

Algunos dormitan sentados mientras esperan a quienes están del otro lado de la zona restringida (dormidos también, pero por una anestesia). Otros hablan por teléfono, leen, tejen, quizás imitando la delicada labor que los profesionales realizan puertas adentro.

También están los que no pueden mantenerse quietos, sostienen globos y regalos para los recién nacidos y charlan animadamente.

Una puerta divide la conciencia de la inconciencia, por decirlo de alguna manera. En este instante, detrás de la puerta, todas esas vidas dependen de otras manos. Sin una mano maestra, no habría garantía de nada. Y en este caso, la mano maestra puede ser la de los médicos, pero ¿y si hay algo más para reconocer?

¿Qué pasaría si el zoom se alejara y alguien viera nuestra vulnerabilidad también? ¿Qué pasaría si en el momento de mayor prueba alguien reconociera nuestra confianza, esa que nos permite permanecer afuera tranquilos a pesar de la incertidumbre; o adentro, seguros de la capacidad del experto?

Podríamos decir que las salas de espera son reflejo de una espera que vivimos en esta tierra, pero que en este caso viene acompañada de la certeza de buenas noticias, pase lo que pase “de este lado”.

Cuando nuestra vida está en sus manos, nada nos puede separar de su amor. Ni la muerte, ni la vida misma. Las mismas puertas nos pueden ver salir y entrar: así de limitada es nuestra existencia.

En la vida, estamos a una oración de distancia; en la muerte, a un pestañear.

No importa el lado de la puerta en el que estás. Importan las manos que te sostienen y qué es lo que esperas.

Hoy camino con Dios

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