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ОглавлениеValores - 25 de febrero
La multiforme gracia de Dios
“Dichosos los que lloran, porque serán consolados” (Mat. 5:4, NVI).
Una noche abracé mi almohada y lloré. Lo hice por muchas razones y una de esas era justamente la patética imagen de estar abrazando una almohada. Sin embargo, lo necesitaba. Comencé a orar porque estaba agotada por las actividades del día, la carga emocional y el esfuerzo al llorar.
En silencio le pedí a Dios: “Señor, abrázame con tu paz para poder dormir, por favor”. Y en ese momento, recordé un versículo que una amiga me había escrito en una tarjetita. Era un versículo que sabía de memoria, pero que cobró otro significado: “Dichosos los que lloran, porque serán consolados” (Mat. 5:4, NVI). Ahí, a pesar de mi debilidad y confusión, sentí la fuerte y clara impresión de una idea que me ayudó a ver las pruebas de una manera totalmente diferente. Esa bienaventuranza no solamente nos muestra una promesa venidera, sino que nos muestra una faceta del amor de Dios que solo puede ser experimentada cuando lloramos. ¿Cómo podremos sentir consuelo si estamos en nuestro mejor momento, rodeados de alegría y buenas noticias?
Otra de las bienaventuranzas dice que seremos saciados, pero eso solamente se entiende realmente cuando pasamos hambre y sed.
Dios tiene muchas formas de demostrarnos su amor. Solo que a veces pareciera que no entendemos tan fácilmente las cosas y no llegamos a disfrutar todas sus facetas hasta que no pasamos por ciertas cosas que nos las recuerdan más marcadamente.
Pedro, en su primera carta, en el versículo 4, dice: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”.
Te invito a que, cuando estés pasando por alguna situación difícil hoy, te preguntes qué faceta de su multiforme gracia puedes experimentar de forma especial y le agradezcas puntualmente por eso.
“Cristo levanta el corazón contrito y refina el alma que llora hasta hacer de ellos su morada” (El discurso maestro de Jesucristo, p. 17).
“Mientras compartan el amor de Jesús, tendrán parte en su doloroso trabajo para salvar a los perdidos. Compartirán los sufrimientos de Cristo, y también compartirán la gloria que será revelada. Fueron unos con él en su obra [...] por tanto, también son participantes de su gozo (ibíd., p. 18).
¡Hermosas promesas que puedes hacer tuyas hoy!