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ОглавлениеEl poder de la música - 16 de febrero
Tal como soy
“Porque así dijo el Alto y el Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados” (Isa. 57:15).
Charlotte Elliott nació en la época victoriana de Londres, en 1789. Su abuelo era un famoso predicador evangélico y desde pequeña aprendió acerca del amor de Dios.
En su juventud, Charlotte era una poeta humorística, pero a los 32 sufrió una grave enfermedad que la dejó incapacitada por el resto de su vida. Su mentor espiritual, César Malan, un ministro e himnólogo suizo, le aconsejó que reemplazara su ira y conflicto interior por la paz y la fe en Dios. A partir de ese momento, ella comenzó a emplear sus talentos literarios para escribir himnos.
Aunque algunas veces se deprimía por su enfermedad, siempre se sentía renovada con la certeza de la salvación y respondía a su Salvador por medio de himnos.
En 1934 publicó El himnario del inválido, con unos 150 himnos. El más conocido es “Tal como soy”, que se incluyó en muchísimos de los himnarios ingleses y norteamericanos.
Sus himnos, sencillos y de consuelo para los que están pasando por enfermedad o sufrimiento, conforman seis voluminosos tomos.
Este himno en particular fue escrito una tarde en que Charlotte se quedó sola. Su familia había salido a una actividad de la iglesia y ella tuvo que permanecer en casa por su enfermedad. Se sentía inútil y deprimida. Pero recordó el mensaje que su mentor le había compartido: “Ven a Cristo tal como eres”. Se repuso y escribió esta preciosa letra.
Dios nos invita y nos llama tal como somos y estamos. Hoy tenemos una nueva oportunidad de responder a su llamado.
De esta historia se desprenden al menos dos lecciones.
En primer lugar, sabemos que Dios nos recibe como somos pero, así como le pasó a Charlotte, puede hacer que nuestros talentos obren para su gloria y puede transformarnos en bendición. Podemos, con ellos, contrarrestar los momentos difíciles que nos toque vivir.
En segundo lugar, podemos ser mentores, como lo fue César, para llevar mensajes de consuelo.
¿Quién sabe cuánta bendición saldrá de eso?