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Tú llegada

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Pasaron muchos años desde aquel acuerdo que hicimos con papá, y fue mucho lo que pasó en nuestras vidas desde aquel primer embarazo, hasta tu llegada.

La vida no fue fácil, alquilando, sin techo propio, pasamos muchas dificultades pero también fuimos bendecidos con una familia hermosa, con cinco hijos maravillosos que nos llenaban el alma.

Mientras alquilábamos, la idea de tener otra vez una mascota era inadmisible, porque sabíamos, que tarde o temprano venía otra mudanza y no sabíamos cuando se iba a terminar esto.

Los chicos, en ese tiempo, Mariano, Natalia y Sabrina, nos pedían cada tanto el permiso para tener un perro, pero papá era terminante, no lo dudaba ni un segundo. Nos hacía entender que no era posible, no solo por nuestro famoso acuerdo, si no también por el alquiler, que nos obligaba a mudarnos, y una mascota sería un impedimento mas para encontrar un lugar razonable a nuestro bolsillo, ya que algunos dueños no las aceptaban.

La resignación de los chicos ante la negativa, me daba tristeza, pero nunca dudé que lo que decía papá era razonable y seguimos adelante así.

Hasta que un día llegó el tan esperado techo propio!!!!!! Una alegría inmensa fue mudarnos a nuestra primera propiedad!!!!!!

Solo un detalle nos alejaba de la idea de romper nuestro acuerdo, nuestra primera propiedad fue un departamento.

Veníamos de alquilar una casa antigua muy grande, en Villa Martelli, con dos patios, que en realidad, eran dos casas unidas que no estaban en excelente estado, pero los cinco, fuimos muy felices viviendo ahí.

El departamento que compramos era muy lindo, en el mismo barrio, en una zona hermosa que le decían el Barrio Nuevo de Villa Martelli. Las comodidades eran muy justas, tuvimos que deshacernos de muchas cosas para poder entrar, pero teníamos lo necesario para vivir bien y estábamos felices de haber logrado “ser propietarios”, con la ayuda de una tía de papá, Anita, que como no tenía hijos le legó al morir un departamento antiguo de Once que nos sirvió para conseguirlo.

El razonamiento de las mudanzas y del alquiler, ya no era viable, en el edificio se permitían animales, pero volvió a resurgir el acuerdo y por si eso no alcanzara, al poquito tiempo de mudarnos quedé embarazada de los mellizos, y aunque los chicos seguían insistiendo, tu llegada, se alejaba cada vez más.

Pasamos cuatro años maravillosos en ese departamento, que aún viviendo siete personas, se agrandaba y nos rendía, era muy práctico y el barrio inigualable. Tenía tres dormitorios y un living comedor muy amplio, la cocina chiquita y un lavadero también chico, Mariano tenía un dormitorio para él solo ya que rondaba los doce años y comenzaba su adolescencia, Naty y Sabry dormían en lo que sería la pieza matrimonial, Gabriel y Marcelo, los mellizos, desde bebés durmieron en el tercer dormitorio, y nosotros en un sofá que guardaba la cama tendida en el living. Fuimos muy felices viviendo ahí y en esas condiciones, pero los chicos crecían y necesitábamos algo más grande.

Después de mucho buscar, nos mudamos al dúplex donde vos llegaste, nos fuimos a Capital, a Saavedra, que fue lo más cerca de Villa Martelli que pudimos encontrar. En ese momento era un paraíso, ya que todos teníamos nuestro lugarcito, era a estrenar y con un patio grande para disfrutar.

Costó acomodarnos, fue muy sacrificado, pero fue un tiempo de plenitud, la familia acomodada, todos juntos, felices y sobre todo después “tu llegada”.

Milagros

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