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CAPÍTULO 7

Julio de 2016

Cuatro semanas antes del rapto

EMERSON BAY ESTABA SOBRE EL lago más grande y más poblado de una cadena de cuatro, conectados unos con otros por canales. Desembocaba en el Océano Atlántico a través del río Chowan. Había casas a lo largo de la costa y tierra adentro, lejos de la bahía. La casa de Matt Wellington estaba a orillas de la bahía y, al igual que la de Rachel Ryan, era una propiedad amplia, en altura, cuyo jardín trasero caía hasta la orilla del lago. A las diez de la noche del sábado, la fiesta estaba en su apogeo.

La piscina de los Wellington estaba cavada en la ladera de la barranca, con rocas y granito como telón de fondo. Reflectores en las rocas y focos sumergidos en el agua mostraban las piernas en movimiento de los jóvenes que estaban en el extremo más profundo. Las chicas gritaban mientras hacían luchas de unas contra otras, sentadas sobre los hombros de los varones. Los padres de Matt Wellington aparecían de tanto en tanto para controlar, por lo que la juventud optó por llevar cervezas de contrabando a la playa. Una escalinata de piedra bajaba hasta el agua. Fuera de la vista de la casa, una hielera portátil llena de cervezas Budweiser heladas iba perdiendo su contenido a medida que chicos y chicas bebían, aplastaban las latas y las arrojaban al agua.

Megan McDonald estaba con sus amigas en una mesa de la terraza. Algunas chicas circulaban en pantalones cortos y la parte superior del bikini. Las más audaces habían dejado de lado los pantalones cortos y desfilaban en bikini.

—Es una zorra total —dijo Megan—. Mírenla.

Megan estaba con sus amigas porristas en un grupo de unas diez chicas. Vieron cómo Matt levantaba a Nicole Cutty sobre los hombros, metiendo la cabeza debajo del agua y nadando entre las piernas de ella antes de incorporarse, con las manos firmemente plantadas sobre los muslos de Nicole. Nicole chillaba, luchando contra Jessica Tanner, que estaba sobre los hombros de Tyler Elliot.

En algún punto de la lucha, Nicole extendió el brazo y tiró del bikini de Jessica, dejando al descubierto uno de sus pechos. Los muchachos aullaron y Jessica cayó hacia atrás, gritando, con un brazo cruzado sobre el pecho descubierto y el otro con el dedo medio extendido en dirección a Nicole. El agua se la tragó.

—¿A quién se le ocurre hacer eso? —exclamó Megan.

—Desesperada por llamar la atención —sentenció Stacey Morgan.

—Y lo consigue. Va a terminar embarazada antes de los veinte, ya verán.

—Por algo le dicen Cutty-Puti. La mitad de Emerson Bay tendrá que hacerse un test de paternidad para saber quién es el padre.

El comentario hizo reír al grupo. Megan y Stacey se separaron y enfilaron hacia la bahía. Tomaron una Budweiser de la hielera y bebieron durante diez minutos, contemplando cómo los varones arrojaban latas abolladas al agua. Desde atrás de Megan, Matt la tomó de la cintura y la abrazó con fuerza. Chorreaba agua de la piscina, y la empapó.

—Todavía ni me saludaste —le dijo al oído.

—Porque estuviste muy ocupado en la piscina con las chicas en topless.

Matt la levantó del suelo, oprimiendo la espalda de Megan contra su pecho.

—Por ese comentario te arrojo al agua —dijo, caminando como un pingüino por el muelle.

—Si me arrojas eres hombre muerto —anunció Megan con calma.

Matt siguió caminado hacia el agua. En el extremo del muelle, la balanceó hacia adelante y hacia atrás.

—¡Uno, dos y tres! —La levantó y fingió arrojarla al agua. Megan gritó. Cuando Matt la depositó en el muelle, giró hacia él, sonriendo y le pegó en el hombro.

—Te habría matado, en serio —dijo.

—Sí, claro —ironizó Nicole, bajando por la escalera. Ella también estaba empapada de la piscina. Los pechos le rebalsaban por la parte superior del bikini; la parte inferior estaba tensa por encima de su abdomen plano. Las luces se le reflejaban en la piel. Era realmente hermosa, admitió Megan. Por fuera. Por dentro, Nicole Cutty era fea. Peleadora y mala. La clase de persona que los padres de Megan le habían enseñado siempre a no ser y a no frecuentar. Nicole Cutty era el tipo de chica contra la que había que luchar, y por eso Megan había creado el retiro de verano.

—¿Cómo le hubiera explicado a su papi, el jefe de policía, que terminó en el agua, vestida?

—No pensaba arrojarte —sonrió Matt, sin percatarse de la rivalidad entre ellas.

—¿Y tu traje de baño? —preguntó Nicole—. Es una fiesta con piscina, ¿sabías?

—Sí, gracias, me enteré —replicó Megan.

—¿Entonces?

—Lo llevo puesto, solo que no siento necesidad de desfilar en él.

—Se entiende —rió Nicole—. No hace falta que estés en bikini para darse cuenta de que adelante no tienes nada. —Nicole tomó una cerveza de la hielera—. Supéralo de una vez, o pídele a Papi que te pague unos implantes.

—Basta, Nicole —dijo Stacey.

Nicole abrió la cerveza.

—Tal vez, ya que no quieren mostrarse en bikini, quieran venir con nosotras más tarde a nadar desnudas en el lago.—Rió—. Sí, claro, las princesas porristas metiéndose desnudas en el agua. —Nicole comenzó a subir por la escalinata—. Matt, diles a tus amigos que a medianoche nos desnudamos todos.

Stacey hizo una mueca de desagrado cuando Nicole trepó los primeros escalones.

—Debe de ser feo saber que lo único que tienes de bueno como persona son las tetas.

Nicole hizo caso omiso del comentario y continuó subiendo, balanceando las caderas. Se volvió a mirar a Matt.

—Más te vale meterte en el agua con nosotras más tarde.

Cuando Nicole se alejó, Megan se dirigió a Matt.

—¡Qué zorra es! No puedo creer que pases tiempo con ella.

—¿Nicole? —Matt rió, quitándole importancia al asunto—. Es buena chica. Solo que está enojada con la vida. Quiere sentirse aceptada, como todo el mundo. No te enganches.

Jessica Tanner bajó por la escalera y le sonrió a Nicole cuando pasó a su lado. Tomó una cerveza de la hielera portátil.

—Tenle paciencia —le dijo a Megan—. Tiene algo contigo.

—¿Conmigo? —se sorprendió Megan.

—Piensa que eres elitista. —Jessica levantó las palmas y se encogió de hombros—. O algo así. Que te crees demasiado superior como para mezclarte con las que no son de tu grupito. Tiene razón Matt; no te enganches. Nicole es inofensiva.

—¿No es amiga tuya? —quiso saber Stacey.

—Sí, es mi mejor amiga. —Jessica sonrió—. Pero no soy ciega, me doy cuenta cuando mi amiga se comporta como una tonta. —Abrió la lata de cerveza—. Creo que es justamente eso lo que Nicole detesta de tu grupito. Que se defiendan a muerte pase lo que pase. Le molesta. —Bebió un sorbo de cerveza—. A mí también, a veces. Pero te digo algo —prosiguió, dirigiéndose de nuevo a la escalera—. ¿Quieres taparle la boca? Acepta el desafío de meterte en el lago desnuda.

Eran las once y media de la noche cuando el primer grupo fue nadando a la plataforma flotante. Anclada a veinticinco metros del muelle de Matt e iluminada por una luz halógena adosada al mástil que tenía en el centro, era un faro en la oscuridad de la bahía. Estaba hecha de gruesos tablones de pino y era una pequeña terraza sobre el agua de la bahía, amarrada al fondo con una larga cadena. Dos de los muchachos acarrearon la hielera portátil y la subieron a la plataforma. No pasó mucho tiempo antes de que empezaran a pelear jocosamente y terminaran empujándose al agua de espaldas y de cabeza. Las chicas chillaban, acurrucadas en un rincón, dejando que los varones jugaran a ver quién era el último en permanecer de pie. Matt, capitán del equipo de lucha, ganó con facilidad. Luego llegó el turno de las chicas, a quienes los varones empezaron a empujar al agua. Algunas se defendían, pero eso solo hacía que dos o tres varones las levantaran de las axilas y tobillos para arrojarlas al agua.

Cuando se calmó el alboroto, todos se sentaron en el borde de la plataforma con los pies colgando en el agua. Bebieron cerveza, ya más tranquilos. Cada vez que el grupo se reunía para una fiesta acuática en la bahía, la escena se repetía: alguien siempre comenzaba a hablar de meterse desnudos al agua. Los varones eran mayoría en la plataforma —doce a ocho— y esperaban ansiosos que las chicas mágicamente se quitaran los trajes de baño y se metieran al agua. Ellos harían lo mismo, prometían. Se arrojaban desafíos al aire y se llegaban a acuerdos antes de que el grupo finalmente se aburriera y nadara de regreso al muelle, sin que la expedición a la plataforma hubiera sido algo más que un buen ejercicio y muchas risas.

Alentadas por Matt, Megan y Stacey, junto con otras tres porristas, habían nadado hasta la plataforma. Jessica, Nicole y Rachel también, y juntas formaban un grupo de ocho chicas. Ahora, con los veinte chicos y chicas sentados con las piernas en el agua, balanceándose con el vaivén, las conversaciones comenzaron a tomar diferentes caminos. Megan estaba sentada junto a Matt y hablaban de Duke. Él también pensaba ingresar en esa universidad en el otoño y ambos se alegraban de saber que encontrarían una cara conocida allá. Nunca habían sido novios, aunque el verano anterior habían salido varias veces con amigos mutuos y habían ido a ver Misión Rescate juntos, a lo que llamaron “una cita” solo después de que se besaron en el auto de Matt. Pero aunque eran exitosos en sus grupos, por algún motivo nunca habían logrado sentirse cómodos juntos. Fue así que el último año escolar los encontró como amigos, deseando pasar a otro nivel, pero sin hacerlo.

—Y bien, ¿quién va a ser el primero? —preguntó Nicole al grupo después de veinte minutos sobre la plataforma flotante—. ¿No vinimos aquí nadando por un motivo?

—Ve tú —la desafió uno de los varones.

—Ay, por favor —descartó Nicole—. No es que no vaya a hacerlo, es que no quiero ser la única persona desnuda en el lago. Quiero a los varones desnudos, pero ustedes no se atreven a quitarse los trajes de baño. —Miró a Jessica y Rachel—. ¿Tienen miedo de que se les encoja el amiguito? Está tan oscuro que de todos modos no vamos a poder ver nada.

Jason Miller se puso de pie y se le acercó.

—Ve tú, y yo te sigo.

Nicole hizo una mueca.

—Sí, claro, yo me desnudo para que me mires arrojarme al agua. Después terminarás sentado junto a tus compañeros, aterrado porque se te paró y no puedes zambullirte así.

—Eres pura cháchara, Cutty. Lo haremos juntos.

Siguieron discutiendo a ver quiénes se desnudarían y en qué orden. Luego establecieron reglas sobre dónde dejarían los trajes de baño; si alguien los tocaba, pagaría las consecuencias.

Mientras todos hablaban, Megan se volvió hacia Stacey.

—Hagámoslo de una vez.

—¿En serio? —sonrió Stacey.

Matt se sumó a ellas.

—Vale, tapémosles la boca ya.

—Estoy —concordó Tyler, mirando a Stacey.

—De acuerdo —dijo Stacey, y en un retorcerse sincronizado de brazos y piernas, se deshicieron de sus trajes de baño y se zambulleron antes de que nadie se diera cuenta de lo que hacían.

—¡Nos vemos, cabrones! —gritó Matt en el aire antes de caer al agua. El grupo levantó la vista y vio un resplandor de nalgas desnudas, sombreadas por la noche, y luego solo se oyó el ruido de la zambullida. Los cuatro rieron a carcajadas y se alejaron de la plataforma, protegidos por el agua oscura.

Su accionar hizo que todos se pusieran de pie y comenzaran a desvestirse en masa, para luego arrojarse al agua. Nicole tardó unos segundos, pero no se apresuró a buscar la protección del agua. Se protegió los pechos con el brazo, tironeando a Jessica y Rachel para que se unieran a ella. Los varones que quedaban sobre la plataforma chiflaban ante el espectáculo. Jessica y Rachel se desvistieron rápidamente y se zambulleron. Nicole se volvió lentamente hacia los varones que la estaban mirando, se descubrió el pecho y los desafió con la mirada durante unos segundos, con las cejas arqueadas. Los muchachos parpadearon, enmudecidos.

—Son los únicos que quedan —se mofó Nicole, cuando comenzaba a caer de espaldas al agua—. Deben de tenerlo realmente pequeño.

Cayó al agua y desapareció.

Los dos varones que no se quitaron el traje de baño alegaron que quedaba poca cerveza y querían seguir tomando. Megan y Matt, después de dar la vuelta a la plataforma a nado, se cansaron y regresaron; pusieron un pie sobre la barra que corría debajo del agua por el perímetro de la plataforma. Megan se cuidó de mantenerse debajo del agua, con solo la cabeza visible.

—Eso sí que fue una locura —rió Matt.

—Es el último año escolar, íbamos a tener que hacerlo tarde o temprano.

—Me encantó que fuéramos los que empezamos.

El movimiento de los otros nadadores hacía salpicar el agua entre ambos.

—Me alegra mucho que estemos juntos en la universidad el año que viene —dijo Matt.

—¿Sí? A mí también.

Matt inclinó el rostro hacia ella, cuidando de no acercarse demasiado ni hacer contacto con el cuerpo contra el de ella, y la besó. Megan, sosteniéndose con la mano derecha de la plataforma y con el pie sobre la barra, le devolvió el beso, pasándole la mano izquierda por el cabello. Sin previo aviso, sintió una mano pellizcándole las nalgas. Se apartó de inmediato.

—Tranquilos, chicos —dijo Nicole—. ¿Conque pellizcándose el culo en el lago, eh? Ay, por Dios, vayan a un motel.

Megan apartó la mano de Nicole. Matt rió, sin saber qué otra cosa hacer. Nicole se alejó tan rápidamente como había aparecido.

—No fui yo, eh —aclaró Matt en cuanto Nicole se hubo ido.

—No me digas.

Cansados de nadar, todos estaban volviendo a reunirse en la plataforma. Incómodas por no poder alejarse nadando, las chicas se agruparon en un costado, los varones en el otro. Matt levantó el brazo y tomó el traje de baño de Megan.

—Aquí tienes —dijo, decepcionado—. Parece que la fiesta se acabó.

Megan se ató la parte superior del bikini alrededor del cuello, espiando por el rabillo del ojo cómo Matt salía del agua hasta la cintura para recuperar su traje de baño. Se calzó el bikini, trepó a la plataforma y comenzó a repartir los bikinis a sus amigas que estaban en el agua. Todos hicieron lo mismo, salvo Nicole Cutty, que subió por la escalera y se quedó de pie sobre la plataforma, escurriéndose el cabello sin prisa antes de inclinarse para recuperar el bikini. Desde las profundidades del lago, los varones observaban, hipnotizados.

Megan notó que Matt, al igual que todos los otros muchachos, no pudo apartar la mirada hasta que Nicole finalmente volvió a colocarse el bikini.

La chica que se llevaron (versión latinoamericana)

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