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Capítulo 7

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Chica pervertida divertida

Theo

Acelero lo más que puedo para ganar la carrera. No es cualquier otra, esta vez quiero lograrlo para impresionar a Emma.

«¿Por qué?», pienso, «porque tiene algo que no vi en ninguna otra chica antes».

Miro por el espejito y la veo con los ojos cerrados y con una mano sobre su boca. Debe tener náuseas. Ojalá no vomite el auto porque mi papá me mata; pero si alguien lo hiciera, quiero que sea ella.

Gano. Cuando llegamos, me quedo unos segundos en el auto, sin bajarme. Espero que ella diga algo, pero no lo hace.

Bajo del auto e Inés corre hacia mí. Me besa. Odio esta parte de ella. No somos nada, pero quiere que la gente piense que sí lo somos. En realidad, por la mirada que le lanza a Emma, quiere que ella piense eso.

Me siento atrapado entre los tentáculos de un pulpo. Cuando logro despegarme, veo que Emma observa a Mark. Espero que no esté pensando en estar con él.

Me alejo de mal humor con este pensamiento en mi cabeza. Me separo de Inés y no le doy explicaciones, nunca se las di a nadie. Ahora quiero estar solo.

***

Un rato después, regreso. La fiesta está a pleno. El lugar es un parque gigante, apartado de la ciudad. La música está a tope y ella baila, y se mueve. No sé cómo no se da cuenta de lo sensual que es y de lo que provoca en todos.

Sobre todo, en mí.

Donna está junto a ella… Y Mark pegado, demasiado. Emma danza con los ojos entrecerrados, parece dejarse llevar por la música y no pensar en nada.

Voy junto a Félix y lo encuentro fumando. Y no, no es un cigarrillo.

—Ey, amigo, ¿viste con quien está tu hermanita?

Félix se gira y observa que Emma está bailando con Donna y con el chico de la heladería.

—Tanta gente en la ciudad, en esta fiesta y… ¿se tiene que hacer amiga de ella?

—Y del heladero —añado.

Félix los mira y me sonríe.

—No lo puedo culpar, si no fuera mi futura hermanita…

—No me des detalles —pido. No quiero escucharlo decir barbaridades sobre Emma.

Va a ser mejor que deje de mirarla porque tengo ganas de agarrarla de la mano y de sacarla de esa pista de baile para que nadie más la vea como lo estoy haciendo yo.

En ese instante, veo a mi competidor, Logan. Noto que le pone un polvo a una bebida. No le saco la vista de encima. Espero que sea un energizante y que no se trate del típico y sucio truco en donde le lleva esa bebida a una chica, para luego aprovecharse de ella. Inés viene y me abraza, se me pega, pero yo estoy concentrado en Logan que camina hacia… Emma.

¡Qué ni se le ocurra! Pero sí, se le ocurre. Le quita el lugar a Mark y le ofrece su copa a Emma para que ella beba. Empiezo a caminar lo más rápido que puedo, sin correr. Emma le sonríe, algo incómoda.

«Qué linda sonrisa», pienso. «Basta, Theo, ¿en qué piensas?».

Y de pronto, ella acepta la bebida. Mi visión se vuelve roja y cuando está por beber, arrojo la bebida al piso. Me giro y le doy un buen puñetazo a Logan en la mandíbula.

—¡Hijo de puta! —le grito. Me doy cuenta de que Emma no entiende nada, que nadie entiende, excepto él y yo—. ¿No tienes huevos para ganarte a una chica con su completo consentimiento? ¿Necesitas ponerle algo en la bebida?

—No te metas… —advierte. El muy idiota pretende devolverme el golpe, pero lo evito y vuelvo a pegarle.

Sus amigos llegan y se reúnen a nuestro alrededor, y también aparecen los míos: todos empezamos a pelear.

La verdad es que estoy demasiado enojado; eso me da fuerzas y los voy derribando como a moscas. Observo que Emma se encuentra más allá; quiero que me vea ganar. Y lo hace; sus ojos grises me vuelven aún más loco y me dan lo que necesito para pelear contra todos.

Una sirena de policía me hace volver a la realidad. Sin pensarlo, dejo de pelear y busco a Emma. La tomo de la mano y me la llevo. Veo que Félix se sube al auto de una chica y que las personas de la fiesta se van separando y comienzan a huir. Una vez que estamos en el auto, acelero a máxima velocidad. Tenemos que salir rápido de aquí o me volverán a meter preso. Me giro para ver cómo está ella. Se la ve… ¿asustada?

—Tranquila, conmigo nada te va a pasar.

Me mira y me derrite. No necesita decirme ni una palabra, esta chica me tiene en sus manos.

Una vez que pierdo a todos por el camino y que me siento seguro, reduzco la velocidad. Ella está pálida, demasiado. Detengo el auto. Me quiero acercar a ella, pero se separa, abre la puerta y vomita.

Lejos de sentir asco, la quiero proteger.

Casi amor

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