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SINOPSIS

LIBRO I

Introducción (1-23).

Circunstancias personales de Cicerón (1-4).

Quiere complacer a su hermano escribiendo sobre elocuencia: su peculiaridad (5-23).

Circunstancias políticas del diálogo: los personajes. Cambio de impresiones sobre la situación (24-29).

Elogio de la elocuencia por parte de Craso (30-34).

Réplica de Escévola sobre las excesivas pretensiones de Craso (35-44).

Contrarréplica de Craso (45-73).

Escévola renuncia al debate. Elogio de Craso (74-79).

Intervención de Antonio sobre el orador ideal expuesto por Craso (80-95).

Intervienen Cota y Sulpicio: Escévola le ruega a Craso que hable de la elocuencia: diálogo a que da lugar (96-110).

Craso inicia su intervención sobre la elocuencia: sus reservas (111-159).

Importancia del talento y las cualidades naturales (113-133).

Elementos básicos del arte (134-145).

La imitación y la práctica previos, elementos esenciales. La importancia de escribir (146-159).

Diálogo entre los participantes. Cota requiere de Escévola que le ruegue a Craso mayor concreción (160-165).

Importancia del derecho en el oficio de orador (166-203).

Falta de pudor de quienes, ignorando el derecho, ejercen de abogados (173-184).

Desidia de quienes ignoran la ciencia del derecho (185-200).

Observaciones finales (201-203).

Diálogo entre los participantes. Craso invita a Antonio a que exponga su punto de vista sobre el asunto (204-209).

Intervención y objeciones de Antonio (209-262).

Definición del orador (209-218).

Antonio habla sobre oratoria y filosofía (219-233).

Antonio habla sobre oratoria y ciencia del derecho (234-256).

Consideraciones finales (256-262).

LIBRO II

Introducción (1-11).

Visita inesperada de Lutacio Cátulo y César Estrabón: cambio de impresiones e invitación (12-28).

Primera intervención de Antonio (28-216).

Elogio de la elocuencia (28-40).

La materia y objeto del arte. Los tres tipos de discursos (41-73).

Consideraciones sobre el género demostrativo (41-50).

La historia, como tarea del orador: elementos de la misma (51-64).

Las cuestiones generales, competencia del orador; retórica y retórica forense (64-73).

Los elementos del arte. Importancia de la praxis. No todo puede formalizarse (74-84).

Dotes y cualidades deseables en un orador (85-88).

Modelos que ha de seguir el orador y entrenamiento (89-98).

Elementos de la invención (99-177).

Los estados de la cuestión (99-113).

Los tres deberes del orador: probar, ganarse las simpatías, cambiar los sentimientos (114-131).

Los argumentos propios del arte (132-151).

Digresión sobre la dialéctica: la dialéctica griega y su relación con la retórica (152-161).

Los tópicos en la argumentación (162-177).

Éthos y páthos como medios de persuasión (178-216).

Consideraciones generales (178-196).

Éthos y páthos en la práctica forense: el proceso de Norbano (197-204).

Sobre los sentimientos que el orador ha de saber manejar (205-211).

Consejos finales: paso de un estilo y tono a otros (212-216).

César sobre el humor como medio de persuasión (216-289).

Generalidades (216-234).

Tratamiento de lo risible (235-289).

Cuestiones previas y tipos (235-252).

Tipos de lo risible permitidos en la oratoria (253-289).

Lo risible basado en la palabra (253-264).

El humor basado en la situación (264-289).

Antonio retoma su intervención: consideraciones finales sobre los medios de persuasión. Un consejo: no perjudicar la propia causa por inadvertencia (290-306).

Antonio sobre la disposición y organización del discurso (307-332).

Antonio habla de los elementos específicos de la invención y disposición en el género deliberativo y demostrativo (333-349).

La memoria como elemento fundamental del arte (350-360).

Finaliza la intervención de Antonio y la sesión matinal (361-367).

LIBRO III

Introducción. Muerte de Craso a los pocos días de finalizar el diálogo. Fue dichoso al no vivir más (1-16).

Se reanuda el diálogo (17-18).

Craso sobre el ornato en el discurso (19-212).

Unidad de forma y contenido (19-24).

Variedad de estilos en la oratoria (25-36).

Corrección y claridad en el lenguaje (37-52).

El ornato en el lenguaje marca del verdadero orador. Excelencia de la oratoria como actividad humana (53-55).

Digresión sobre la antigua unidad de la sabiduría y la elocuencia, perdida a partir de Sócrates (56-73).

El filósofo, el orador vulgar y el orador ideal (74-81).

Ideal y realidad: estudio y dedicación al foro (81-90).

Adecuación entre el ornato y la finalidad de la elocuencia: escuelas y métodos (91-95).

Rasgos generales del ornato: variedad, elegancia, realce del contenido (96-107).

Digresión sobre los tres tipos de discursos: el orador, apartado por los filósofos del tercer tipo —demostrativo— (108-112).

Los tres modos de conocimiento: conjetura, definición y consecuencia (113-119).

El orador puede y debe ejercitar esos tipos de conocimiento (120-125).

Cátulo compara a Craso con los sofistas: elogio de Craso (126-131).

Craso reivindica y añora la unidad del saber: en Roma y en Grecia (132-143).

Cota y Sulpicio elogian la altura del discurso de Craso, pero le ruegan mayor concreción (144-147).

Craso reinicia su discurso sobre el ornato (148-212).

En la palabra simple: arcaísmo, neologismo, metáfora (148-170).

Arcaísmos y neologismos (152-154).

La metáfora: naturaleza y función (155-170).

El ornato en las palabras agrupadas (171-198).

Colocación y orden (171-172).

Ritmo en el periodo (173-198).

Figuras de pensamiento y de dicción (199-212).

La ejecución (213-227).

Su importancia (213-219).

El gesto (220-223).

La voz (224-227).

Finaliza la intervención de Craso y el diálogo (228-230).

Sobre el orador

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