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FILÍPICA I INTRODUCCIÓN

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El primero de los discursos contra Marco Antonio fue pronunciado por Cicerón el 2 de septiembre del 44 a. C. como respuesta a la intervención de Antonio en la sesión del Senado del día anterior. Ese día Cicerón no asistió, pretextando cansancio tras haber regresado a Roma el 31 de agosto, pero, sobre todo, por temor a la actitud de Antonio; en efecto, éste pretendía que en la sesión del 1 de septiembre se concedieran nuevos honores a Julio César, que suponían rendirle un culto casi divino —y que fueron aprobados—, y el orador habría tenido que mostrar públicamente su parecer, a buen seguro contrario a tal propuesta, lo que le habría granjeado la oposición del pueblo y de los veteranos de César. Antonio, airado, amenazó con fuertes represalias a Cicerón en su discurso y éste compareció al día siguiente ante el Senado en una sesión presidida por el cónsul Dolabela y a la que Marco Antonio no asistió.

En su intervención, el orador justifica, en una primera parte, su actitud revisando lo acontecido desde la muerte de César hasta el momento en que pronuncia esta primera Filípica, y, en una segunda, presenta y defiende su parecer ante la situación política, criticando especialmente las últimas medidas políticas tomadas por Antonio. Aunque es un claro gesto de desafío político, el discurso no es beligerante, ofreciendo la posibilidad de cooperación en el futuro (27-34). Y esta es la propia impresión que el orador tenía sobre este discurso, tal y como lo señala en la Filípica II (6-7): «Mas en aquella queja, desde luego triste y luctuosa, pero necesaria desde mi punto de vista en razón del cargo en el que me había colocado el Senado y el pueblo romano, ¿qué dije con ultraje, qué sin moderación, qué sin afecto? Y desde luego fue muestra de esta templanza el que quejándome de Marco Antonio me abstuviera de insultarle, sobre todo cuando tú habías acabado con lo que quedaba de la República… Pero yo… quejándome seriamente sobre la situación de la República, nada dije sobre su persona.»

Por su contenido político y el ámbito en el que se producen, las Filípicas se inscriben de acuerdo con la preceptiva retórica en el genus deliberatiuum, y es posible reconocer en este primer discurso —probablemente porque se plantea como defensa a las acusaciones de Antonio— la estructura propia de un discurso judicial o forense1: narratio (1-10), sobre lo sucedido en Roma desde el 15 de marzo, día de la muerte de César, hasta el 31 de agosto, día del regreso de Cicerón; disgressio (11-13), respuesta a la actuación contraria de Antonio en la sesión del 1 de septiembre; propositio (14-15), hay que apoyar a Calpumio Pisón, defensor de la libertad y la República; probatio (16-26), defensa de las medidas tomadas por Julio César antes de morir frente a las nuevas propuestas de Antonio: reparto de los gobiernos provinciales (19), creación de un tercer colegio de jueces (19-20) y derecho de apelación al pueblo por parte de los condenados (21-23); refutatio (27-38a), respuesta a la acusación de que él era hostil a los cónsules Marco Antonio y Dolabela; y peroratio (38b), en la que Cicerón promete dedicar lo que le quede de vida a velar por la República. Con todo, resulta sorprendente la ausencia del exordium2, elemento usual en todo tipo de discursos, que el orador reemplaza con la presentación en una sola frase y sin preámbulos del contenido y estructura de su discurso, un procedimiento que puede considerarse como una praeparatio narrationis3 o praepositio; según E. Remy4, Cicerón se pudo permitir eliminar el habitual exordio porque contaba con un auditorio expectante tras el ataque de la víspera de Marco Antonio y, además, preparado y culto.

Ahora bien, es de señalar que, más allá de la estructura propuesta por J. T. Ramsey, existe una communis opinio5 que admite en el discurso dos partes claramente diferenciadas con los siguientes apartados:

Exordio (la)

Primera Parte: Justificación de su actitud (1-15).

A. Razones de su partida de Roma (1-6).

a. La situación política del 17 de marzo al 31 de mayo (1-5).

b. La situación política desde el 1 de junio (6).

B. Razones de su regreso (7-10).

a. Los vientos contrarios (7).

b. Las buenas noticias de Roma (8).

c. La entrevista con Marco Bruto (9-10).

C. La sesión del 1 de septiembre (11-15).

a. Queja por la actitud de Antonio (11-12).

b. Oposición al decreto de honores a César (13).

c. Apoyo a Lucio Calpurnio Pisón por su defensa de la libertad (14).

d. Crítica a los antiguos cónsules que no secundaron a Pisón (15).

Segunda Parte: Cicerón da su opinión (16-38).

A. Sobre las disposiciones de Julio César y las medidas de Antonio (16-26).

a. Las disposiciones de César (16-18).

b. Las medidas de Antonio (19-24).

c. El respeto a la legalidad por parte del Senado (25-26).

B. Exhortación a los cónsules Dolabela y Antonio (27-38a).

a. Propuesta de un pacto (27-28).

b. Invitación a buscar la verdadera gloria (29-35).

c. Denuncia de la impopularidad de los cónsules (36-38a).

Peroración: Cicerón ha de dedicar lo que le quede de vida al servicio de la República (38b).

1 J. T. RAMSEY, Cicero. Philippics I-II, págs. 83-84.

2 Cf. C. LOUTSCH, L’exorde dans les discours de Ciceron, págs. 426-430.

3 Cf. GRILIO, Rhet., en RLM, pág. 604, 11.

4 E. REMY, Trois Philippiques de Cicéron: I, II, III, págs. 21-22.

5 Cf. WUILLEUMIER, pág. 53; C. LOUTSCH, op. cit.. pág. 426; J. C. MARTÍN, pág. 129.

Discursos VI. Filípicas

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