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HAY ALTERNANCIA PORQUE HAY DEMOCRACIA

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El panorama que se ha querido mostrar en este capítulo es el de una era política marcada por elecciones que producen alternancias. México vive los años de mayor cambio de partidos gobernantes en el plano municipal, en las entidades federativas y a escala nacional. Asimismo, se generan importantes modificaciones en las tendencias electorales de los órganos de representación, como es el Poder Legislativo federal.

El fenómeno extendido y persistente de la alternancia sólo puede tener verificativo en elecciones competidas y auténticas. Por supuesto, puede haber –y hay– elecciones legales y legítimas en las que triunfe el partido que ejerce el gobierno, pero no es posible la alternancia con comicios donde no se respeta la voluntad popular o donde ocurren elecciones controladas desde el poder político en turno. Eso ya es parte del pasado de México y deberá seguirlo siendo en el futuro.

En el México predemocrático se citaba con frecuencia el célebre y breve cuento del escritor Tito Monterroso: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Para bien, ahora se puede decir que si México se despierta con alternancia es porque la democracia ya estaba aquí.


¿Y qué era lo que ya estaba, lo que hace posible una y otra vez el cambio de gobierno pacífico? Un conjunto de normas e instituciones que garantizan el sufragio efectivo y la equidad en la contienda. Las enumero de forma sintética: una autoridad electoral administrativa autónoma, con independencia frente al gobierno y los partidos, con recursos propios para cumplir con sus tareas, entre ellas, la confección de un padrón electoral que no es modificado ni manipulado por el Poder Ejecutivo; financiamiento público preponderante para los partidos, distribuido con reglas de equidad, así como acceso gratuito para los actores políticos a radio y televisión con cargo a los tiempos del Estado. No es menor la importancia de contar con una prensa libre, que no está al servicio del gobierno. Y el componente clave: el voto secreto que garantiza la libertad de la ciudadanía. Si ello no se trastoca y, al contrario, se respeta y fortalece, la pluralidad seguirá siendo el rasgo distintivo de una sociedad compleja y cambiante como es la mexicana.

La democracia a prueba

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