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Los vínculos nutritivos

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“If there’s anything that you want

If there’s anything I can do

Just call on me and I’ll send it along

With love, from me to you”.

The Beatles, “From Me to You”

Este es uno de los temas más cruciales sobre los que debemos trabajar en el trascurso de nuestras biografías, sin importar si decidimos ejercer de forma independiente, emprender, crear una startup, sumarnos al mundo corporativo o a cualquier otro mundo laboral. Me animo incluso a sugerir que hubiera sido útil dedicarnos a aprender la importancia de generar vínculos nutritivos desde el comienzo de nuestra educación.

Nuestro crecimiento intelectual, emocional y profesional se inicia, fortalece y potencia de forma directamente proporcional a la calidad de interacciones significativas que podamos construir a lo largo de nuestra vida. Más aun, depende de las mismas.

De esta idea surge el concepto “vínculos nutritivos”, que nos habla de tomar conciencia de quiénes son las personas que nos rodean porque esta exposición nos impacta en nuestro éxito profesional y en nuestra felicidad.

Los “vínculos nutritivos” son lazos significativos que establecemos con otras personas, lejanas o cercanas, que nos aportan valor profesional o personal porque están conformados con amor, generosidad o confianza recíproca.

El hecho de que sean significativos no refiere a la profundidad en el lazo, sino a algún tipo de huella que debió dejar marcada la interacción. Hay un aporte resultante de ese intercambio que no tiene que ser necesariamente grandilocuente, pero sí definitivamente válido para diferenciarlo de aquellos a los que llamamos “contactos”. Eso que marca la diferencia es lo que construye un puente, que será más o menos sólido de acuerdo a cómo decidamos desarrollarlo en el tiempo.

Los contactos carecen de ese puente. Podemos tener abultadas agendas, pero si no hay vínculo con quienes las componen, solo son datos. Aislados y acumulados en un reservorio.

Los vínculos nutritivos al ser significativos son persistentes. Resisten el paso del tiempo y largos períodos de desconexión. Por esto, lo particular es que en el reencuentro se reestablecen tal como los dejamos. Se burlan del tiempo porque es como si no hubiera pasado.

Se pueden ver claramente cuando volvés a ver a un viejo amigo, a un profesor, a un colega con quien por cuestiones de la vida no seguiste en contacto y parece que lo hubieras visto ayer. El vínculo sigue intacto, en el estado en el que lo dejaron.

Una persona puede y debe trabajar en pos de crear y construir lazos que sean de valor, en algún sentido. Es un ejercicio enriquecedor, de largo plazo, educativo y divertido. Para esta tarea es necesario que pongamos a trabajar nuestras habilidades blandas que son las que nos permiten comunicarnos, influenciar, colaborar, participar y negociar, entre otras cosas.

Los vínculos nutritivos representan interacciones con personas, a las cuales elegimos para que sean parte de nuestro trayecto profesional y personal, las que nos interpelan, nos ayudan, nos alientan, nos influencian, nos confortan.

Y en cualquier camino de desarrollo, lleno de cambios y transformaciones vamos a necesitar todo eso, y muchas más cosas que de forma espontánea nos van a saber brindar, aun sin que lo pidamos, cuando lo necesitemos.

Los vínculos nutritivos “sacan sus brazos para afuera”, aun en las organizaciones más conservadoras. Esto quiere decir que una persona puede ser parte de una compañía o de un equipo y aun así, tener lazos de este tipo con personas que no pertenezcan ese mismo entorno pero que lo impacten. Pueden venir de consultoras, cámaras, profesores, mentores, coaches, amigos, clientes, proveedores, familiares, etc. Los ecosistemas no se limitan al interior de una organización.

Es posible que un equipo se nutra de otro, por ejemplo, para mejorar sus prácticas, obtener información novedosa o relevante, innovar o mejorar sus habilidades blandas.

Boca y River, aunque contrincantes, son ejemplos de esta relación. Coexisten y se retroalimentan uno en función del otro porque se desafían. No sería lo mismo uno sin el otro; esto quiere decir que existe un aporte significativo que hace al vínculo y excede a la rivalidad.

Cuando pensamos en una red de vínculos nutritivos potente, tenemos que considerar la variedad por sobre la cantidad. En este sentido y en líneas generales podemos distinguir cinco tipos de vínculos nutritivos de acuerdo a lo que se vehiculiza en la interacción entre las personas o equipos:

1 Aprendizaje: son las relaciones que establecemos con quienes nos enseñan, inspiran, los que saben de un tema en particular. Referentes y expertos que ya recorrieron los caminos antes de que vos o que tu equipo lo hagan.

2 Confianza: son aquellos a los que se les puede contar secretos e intimidades, cuestiones confidenciales o privadas. A los que se les puede delegar a ojos cerrados, quienes conocen los miedos, la vulnerabilidad y pueden reconfortar. Con estos vínculos una persona o un equipo pueden expresarse abiertamente sin temor a ser juzgados o sentirse poco inteligentes.

3 Influencia: son los lazos de alto impacto que tienen la capacidad de influir sobre tus decisiones o las de otros. Aquellos que tienen la capacidad de que otros hagan lo que indican pero no por imposición, sino porque tienen la capacidad de convencer con argumentos bien confeccionados por lo que son escuchados.

4 Diversión: son aquellos que aportan alegría, que ayudan a desdramatizar, que hacen reír o entretienen y con esto tienen la capacidad de hacer que veamos las cosas desde perspectivas más livianas.

5 Difusión: son los que conocen, respetan y aprecian tu trabajo y el de tu equipo y por esto, pueden hablar del mismo con otros. Recomendarte, hablar de tu trayectoria, referirte o hasta influenciar en una reunión de calibración para que te promuevan.

Estas cinco categorías son solo algunos lineamientos ya que un vínculo nutritivo puede también conformarse a través de otras cuestiones que no están mencionadas y son perfectamente valederas para incluir a una relación dentro de nuestra red de interacciones que importan.

Es importante resaltar que cuando entramos en contacto con alguien nuevo, no lo podemos clasificar inmediatamente como vínculo nutritivo o como contacto. Con el correr del tiempo y de acuerdo a como se vaya conformando la interacción, cada relación se va alojando en el lugar que corresponde.

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