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Duendes que viven en el estómago

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La saga de Galileo, incluso siglos después, está llena de lecciones sobre la fe y la ciencia, pero también sobre la búsqueda humana de la verdad, del conocimiento, en especial sobre el mundo natural. El mundo, el cosmos, el territorio disputado en la saga de Galileo, es complicado. La naturaleza no revela sus secretos tan fácilmente, al menos a nosotros, los humanos, quienes salimos del vientre pre empaquetados con limitaciones (que parecen empeorar a medida que envejecemos) con respecto a cuán bien podemos discernir la realidad en la que nos encontramos inmersos. Somos como un hombre “constantemente atrapado entre el mundo y su idea del mundo”.74 Y en la mayoría de la historia ha sido así: nuestras ideas del mundo han tenido el mal hábito de estar equivocadas.

El comediante Steve Martin retrató a Theodoric de York, un barbero medieval que también practicaba la medicina. Theodoric le dice a la madre de una paciente que no se preocupe; que aunque la medicina no es una ciencia exacta, “estamos aprendiendo todo el tiempo. Hace escasos cincuenta años se pensaba que una enfermedad como la de su hija era causada por una posesión demoníaca o un hechizo. Pero hoy en día sabemos que Isabelle sufre de un desequilibrio de humores corporales, quizá causado por un sapo o un duende que vive en su estómago”.75

Como creemos que hemos sido esculpidos de material más fino y más avanzado que las generaciones previas, nos burlamos de su ignorancia. Pero la vasta grieta entre lo que sabemos y lo que puede saberse debería ayudarnos a percibir que incluso con el Gran Colisionador de Hadrones, el proyecto Genoma Humano y el telescopio espacial Hubble, estamos solo unos escalones por encima en la cadena alimentaria intelectual de Theodoric o de los inquisidores de Galileo.

Si hay una lección que puede extraerse de la “herejía” de Galileo, debería ser que la ciencia nunca se desarrolla en el vacío, sino siempre en un contexto que, por necesidad, influencia sus conclusiones. Ya sea que estén buscando el bosón de Higgs o criticando el Diálogo de Galileo, los científicos trabajan sobre la base de presupuestos y suposiciones. De manera ideal, con el tiempo, asumen que sus suposiciones más nuevas están más cerca de la realidad de lo que lo estaban las anteriores (quizá con buenas razones), pero son tan solo eso: suposiciones. La historia de la ciencia, en los días de Galileo y en los nuestros, está plagada de científicos que han tenido buenas razones para formular sus teorías y las suposiciones detrás de esas teorías, que hoy son consideradas erróneas.

32 Galileo Galilei, Dialogue Concerning the Two Chief World Systems: Ptolemaic and Copernican, trad. Stillman Drake (Nueva York: Modern Library, 2001), p. XXVIII (cursiva en el original).

33 The Crime of Galileo: Indictment and Abjuration of 1633, Modern History Sourcebook, Fordham University, modificado por última vez en enero de 1999, http://legacy.fordham.edu/halsalI/mod/l630galileo.asp (cursiva agregada).

34 J. L. Heilbron, Galileo (Oxford: Oxford University Press, 2010), p. 317.

35 Crime of Galileo.

36 Albert Camus, The Myth of Sisyphus, and Other Essays, trad. Justin O’Brien (Nueva York: Vintage International, 1991), p. 3.

37 William R. Shea, “Galileo and the Church”, en God and Nature: Historical Essays on the Encounter Between Christianity and Science, ed. David C. Lindberg y Ronald L. Numbers (Berkeley: University of California Press, 1986), p. 127.

38 Galilei, Dialogue, p. 20.

39 Ibíd., pp. 37, 38 (cursiva original).

40 Ibíd., p. 64.

41 Ibíd., p. 131.

42 Ibíd., p. 152.

43 Richard Dawkins, The Selfish Gene (Oxford: Oxford University Press, 2006), p. 195.

44 Shea, “Galileo and the Church”, p. 115.

45 Shermer, Moral Arc, p. 25.

46 Citado en Anthony Gottlieb, The Dream of Reason: A History of Western Philosophy From the Greeks to the Renaissance (Nueva York: W. W. Norton, 2000), p. 222.

47 Edward Grant, “Science and Theology in the Middle Ages” en Lindberg y Numbers, God and Nature, p. 53.

48 “Entre 1605 y 1644 apareció una serie de libros de rápida circulación en Inglaterra, Italia y Francia que arrasó con la filosofía natural aristotélica de las universidades. Los autores fueron Francis Bacon, Galileo y Rene Descartes. El único asunto llamativo de acuerdo entre ellos fue que la filosofía natural de Aristóteles no era buena ciencia”, Stillman Drake, Galileo: A Very Short Introduction, Very Short Introductions (Oxford: Oxford University Press, 2001), p. 3.

49 Richard Tarnas, The Passion of the Western Mind: Understanding the Ideas That Have Shaped Our World View (Nueva York: Ballantine Books, 1991), p. 193.

50 Thomas S. Kuhn, The Copernican Revolution: Planetary Astronomy in the Development of Western Thought (Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1985), p. 91.

51 Aristotle, On the Heavens, trad. J. L. Stocks, en Daniel C. Stevenson, Internet Classics Archive, http://classics.mit.edu/Aristotle/heavens.html; t. 2, parte 14, parr. 2.

52 “Este error subjetivo de juicio, tan claro para nosotros hoy, llevó a una medida disciplinaria en la que Galileo ‘sufrió muchísimo’. Estos errores deben ser reconocidos con franqueza, como usted, Santo Padre, lo ha solicitado, le dijo el presidente de la comisión, el Cardinal Paul Poupard al Papa”. William D. Montalbano, “Earth Moves for Vatican in Galileo Case”, Los Angeles Times, 1º de noviembre de 1992, http://articles.latimes.com/1992-ll-01/news/mn-1827_l_galileo-galilei.

Mientras tanto, recién en 1820 la Iglesia Católica permitió formalmente la enseñanza de Copérnico, aunque las restricciones en la discusión de su obra se habían estado cayendo con los años. Y no fue hasta 1835 que Copérnico y Galileo fueron quitados del Índice de Libros Prohibidos.

53 Gottlieb, Dream of Reason, p. 363.

54 Dante Alighieri, Inferno, trad. John Ciardi (Nueva York: Modern Library / W. W. Norton, 1996), p. 20.

55 Tarnas, Western Mind, pp. 195, 196.

56 Nicolaus Copernicus, On the Revolutions of Heavenly Spheres, trad. Charles Glenn Wallis, Great Minds Series (Nueva York: Prometheus Books, 1995), p. 4.

57 William Shakespeare, Hamlet, acto 1, escena 5.

58 David Wootton, Galileo: Watcher of the Skies (New Haven, Connecticut: Yale University Press, 2010), p. 190 (cursiva en el original).

59 Galileo Galilei y Johannes Kepler, The Sidereal Messenger of Galileo Galilei, trad. Edward Stafford Carlos (Londres: Rivingtons, 1880), p. 28.

60 Stanford Solar Center, “Galileo Challenge” http://solar-center.stanford.edu/gal-challenge/gquiz6c.html

61 Galilei y Kepler, Sidereal Messenger, p. 9.

62 Heilbron, Galileo, p. 148.

63 Drake, Galileo: A Very Short Introduction, p. 48.

64 Blaise Pascal, Pensees, trad. A. J. Krailsheimer (London: Penguin Classics, 1995), p. 66.

65 Tarnas, Western Mind, p. 305.

66 Shea, “Galileo and the Church” p. 125.

67 Sean Carroll, “El bosón de Higgs y más allá“, The Great Courses, http://www.thegreatcourses.com/courses/the-higgs-boson-and-beyond.html

68 Marcelo Gleiser, The Dancing Universe: From Creation Myths to the Big Bang (Hanover, Nuevo Hampshire: Dartmouth College Press, 2005), p. 52.

69 Gerhard F. Hasel y Michael G. Hasel, “The Unique Cosmology of Genesis 1 Against Ancient Near Eastern and Egyptian Parallels”, en The Genesis Creation Account and Its Reverberations in the Old Testament, ed. Gerald A. Klingbeil (Berrien Springs, Michigan: Andrews University Press, 2015), p. 15

70 David Bentley Hart, Atheist Delusions: The Christian Revolution and Its Fashionable Enemies (New Haven, Connecticut: Yale University Press, 2009), p. 68.

71 Charles Singer, A Short History of Science to the Nineteenth Century (Mineola, Nueva York: Dover Publications, 1997), p. 50

72. Galilei, Dialogue, p. 131.

73 Aristotle, Metaphysics, trad. W D. Ross, en Daniel C. Stevenson, Internet Classics Archive, http://classics.mit.edu/Aristotle/metaphysics.html; t. 1, parte 1, parr. 1.

74 Stephen Dobyns, “Spiritual Chickens” Cemetery Nights (Nueva York: Viking, 1987), p. 37.

75 Citado en Shermer, Moral Arc, p. 103.

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