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CAPÍTULO 2

Un enfoque profundo del ser y del paciente


Un enfoque profundo del ser y del paciente

UNA CONCORDANCIA DE ESPÍRITU

Durante una entrevista con mi editor, Dominique Frison-Roche, que fue quien me animó a plasmar en papel mis investigaciones en cuanto a la extensión del método Pyé-Ko Kan-3® al conjunto del cuerpo, me habló del libro del doctor J. Choain7 La «voie rationnelle» de la médecine chinoise. En su opinión, como podrás constatar más adelante, mis investigaciones en previsión de un segundo libro podrían nutrirse de los elementos científicos y filosóficos aportados por este médico acupuntor. Jamás me habría imaginado que acabaría encontrando en este manual informaciones que confirmarían mis propias investigaciones. Pienso especialmente en el trabajo del doctor A. Thooris Van Borre8, pionero de la morfopsicología teórica y aplicada, que definió la importancia del aparato circulatorio, el movimiento del corazón y su situación en la cima del pentagrama. Estoy totalmente de acuerdo con la dimensión tripartita del hombre, que yo misma había desarrollado ampliamente en mi última obra. En la página 162 hice referencia a la noción de aliento del «Espíritu Santo» y evoqué el punto de intersección de los brazos de la cruz como símbolo del armazón de la vida. Este punto de unión distribuye la energía en relación con las zonas del corazón y del hara. También son significativas sus referencias al alma, al cuerpo y al espíritu, a los cuatro puntos cardinales asociados a sus ejes vertical y horizontal en un quinto punto. Los puntos cardinales, por sus ejes cruzados en la dimensión vertical cenit-nadir y en la dimensión interior centro, simbolizan la esfera cósmica y el destino humano. Son la matriz direccional, las puertas de la orientación y los animadores de los elementos naturales del cosmos para el destino del hombre. La orientación es la raíz de todas las formas y de todos los intercambios. El hombre se orienta mediante los puntos cardinales para asegurar su paso.

Siempre según el trabajo del doctor A. Thooris Van Borre (pág. 379), el aparato circulatorio central está en el centro de otros cuatro aparatos conexos: el aparato digestivo (bazo páncreas), el aparato respiratorio (pulmones), el aparato cerebral (riñones) y el aparato muscular (hígado).


El aparato circulatorio, que engloba el corazón y los vasos, une las funciones de relación (aparato nervioso) y de nutrición (aparato circulatorio). El corazón es el centro vital del ser humano mediante la circulación de la sangre que él mismo garantiza. El aparato circulatorio y el corazón están en el movimiento del origen constante y del universo. Al proceder de esta forma, el doctor J. Choain reunió el punto de vista de la medicina china tradicional por una parte y de la medicina científica occidental por otra. Pone de relieve las similitudes entre los cinco elementos de la primera y los cinco aparatos de la segunda. La medicina tradicional china coloca a la Tierra en el centro, en referencia a la quintaesencia, a través de los cinco elementos en su interdependencia mediante los modos de relación y de acción de engendramiento, control, subyugación y restricción. El doctor A. Thooris Van Borre describe la unidad de los cuatro aparatos —digestivo, respiratorio, muscular y cerebral— y el quinto, el aparato circulatorio (corazón-intestino delgado), elemento Fuego, en el centro del pentagrama, que consolida el paralelismo. Como podrás constatar al leer el esquema (página anterior), perfilado después de la salida de mi primer libro, dio prioridad al punto de vista de un aparato circulatorio que se propaga hasta el punto de unión de los cuatro puntos cardinales. Los puntos tendinomusculares en el espacio geométrico y su profundidad íntima soportan la impermanencia del eje evolutivo del tiempo y del infinito del tiempo. Por lo tanto, los dos puntos de vista están articulados sobre el mismo concepto de los cinco elementos que constituyen la base esencial del método Pyé-Ko Kan-3®.

LA RELACIÓN ENTRE LOS PUNTOS TM Y LA INTIMIDAD DEL CUERPO

¿Por qué esta correspondencia entre medicina china y medicina tradicional es tan importante para mí en lo que respecta a mis investigaciones sobre los puntos TM? El punto de acupuntura tendinomuscular (TM) en la carne ocupa una posición geográfica microscópica y una posición macroscópica cósmica. La multitud de estos puntos, en lo que respecta a su relación con la piel, son pulsos, neuroejes asociados a energías hereditarias del hombre, en relación con el cosmos. Todos encierran la unidad del cuerpo mediante la imagen de la apariencia exterior del cuerpo, y mediante la distribución y la organización de la imagen corporal. Son portadores del ritmo de cada individuo, contienen la expresión de la gestualidad, el impacto de los mensajes cutáneos, la historia del origen, los acontecimientos de la vida, pero también lo indecible de uno mismo, en su interioridad. Lo íntimo participa de la dimensión ontológica del hombre; es decir, del conocimiento del ser en tanto que «ser en sí mismo, la carne en su origen». La vida y la naturaleza profunda del hombre son engendradas por la energía Principal. El desarrollo en el útero del ser humano, de la fecundación al nacimiento, se divide en tres períodos. Desde la concepción, en el Cielo anterior (apelación en MTC), se da el período de división celular (1.ª y 2.ª semana tras la fecundación), el período embrionario (entre la 2.ª y la 8.ª semana de desarrollo) y el período fetal (entre la 9.ª y la 37.ª semana de desarrollo). Al nacer, en el Cielo posterior (apelación en MTC), la emancipación del ser evoluciona. Su ritmo fundamental se enraíza en Oriente, donde cobra vida y de donde obtiene sus recursos inmunitarios físicos, emocionales y psíquicos.

LA LUZ DEL CORAZÓN EN LA INTIMIDAD DEL SER

El organismo humano está compuesto por elementos fundamentales del universo en la resonancia de la unidad. El microcosmos y el macrocosmos están unidos por el mesocosmos. Esta relación de interpenetración para el hombre genera la quintaesencia de los movimientos de su vida. Todos los componentes creados por la naturaleza inscriben al hombre y su destino en movimientos direccionales inducidos por los cuatro puntos cardinales y el quinto punto, en el centro, la quintaesencia.

La permanencia de los cinco aparatos combinados en relación con el quinto elemento, por un lado, y la Sangre y la Energía cósmica impulsada por los elementos de la Naturaleza, por otro, nutren el alma en su densidad o ligereza. El aparato circulatorio está animado por una reactividad, mediación entre Cielo y Tierra. El hombre, situado entre naturaleza y cultura, realiza mediante sus intenciones y sus valores sus movimientos en el espacio y el tiempo que atraviesa y anima. Su sensorialidad y sus emociones caracterizan su vida, sus pensamientos, y su relación con él mismo y con el mundo. En su cuerpo de carne y en la alteridad, el hombre, ser cósmico, puede sentir de dentro afuera. Estos lazos suscitan el contacto sensitivo del paisaje interior del cuerpo, de la carne o de las carnes, una apertura, como una luz hacia el corazón. El organismo humano, cuerpo vivo y sensible llevado por el eje vertebral articulado, es espejo del universo. El espíritu se alía con el cuerpo y la psique, el aliento, acompaña al diálogo interior, el sentido del vacío y de la interioridad. La memoria del acontecimiento real en el recurso íntimo se acomoda en el fondo del pozo, ahí donde la embriogénesis tiene sus raíces. Se ilumina y sugiere este movimiento de la energía inicial, aliento inspirado, que irriga el corazón-espíritu del hombre a través del idioma del silencio en sí.

Cada punto TM, sea cual sea su ubicación en el cuerpo, refleja la difusión de la energía del corazón, mediante las funciones de relación y nutrición que las conforman. El corazón, que se encuentra en el centro, cobra vida gracias al Aliento, nutrido por la Naturaleza e inspirado por la filosofía del vivo.

«¡Ah, la verdadera regla no tiene Oriente fijo; los puntos se forman llevados del aliento!».9

La energía viene a nutrir al vivo durante los tres tiempos de la vida: antes, durante y después de su existencia, sobre la cinta infinita en la que se inscribe la vida y la muerte.

LA NATURALEZA Y EL HOMBRE

La naturaleza teje lazos sometidos a la permanencia o impermanencia del cosmos. La energía, en tanto que substrato, es matriz del espíritu en el mundo real y vivo en el que habitamos. Está en mutación permanente en la dimensión tripartita del hombre. La esfera de influencia de la energía y su metamorfosis son infinitas. Ambas encarnan el «infinito en sí mismo», llamado «Apeiron», que François-Régis Ponsin explicó y desarrolló en su libro Prolégomènes à toute acupuncture originelle.10

El ser vivo, en su relación con el cosmos, es Unidad, en lo innato y lo adquirido, entre Naturaleza y Cultura. En su carne y su alma, las metamorfosis del instante vivido son engendradas por el Origen de la Naturaleza y el Oriente en el punto central. En el movimiento de la Naturaleza, estos intercambios, estas corrientes permanentes, estas estratificaciones incluidas en los acontecimientos sociales, en el reflejo del linaje, sostienen el ritmo fundamental del ser vivo, en una dinámica de estructura, forma y función. El hombre vive su vida, cruza el tiempo y aspira a elevarse, a nutrirse y a conquistar su libertad. Al hacerlo, se encuentra en metamorfosis permanente. El hombre lleva en sí mismo, en lo infinitamente pequeño pero también en el infinito del cosmos, el punto de acupuntura, neuroeje, que contiene intimidad y corazón de su carne. La membrana celular contiene en sí misma todas las funciones de la vida. Los lazos energéticos, fluctuantes, estables e inestables, ligeros o pesados, que circulan tanto de día como de noche, se expanden y nutren a cada punto. La membrana celular, elemento fundamental y vibratorio de la vida, es palpitación del mundo.

Cada célula, como un universo vivo, contiene la memoria vibratoria del resto de las células del ser global. Cuando revisó mi manuscrito, el doctor Georges Willem escribió que «cada célula es propia de cada individuo; es su firma».

La carne original está encarnada en la célula. Contiene los potenciales identitarios ancestrales, las energías psíquicas, las memorias nacidas de la historia del ser y el alma del mundo. La singularidad del individuo se consagra a la unidad de su sustancia fundamental. Nutrida por el aliento del Espíritu, se identifica por su sangre. El ser humano, por su necesidad de distensión, por su aspiración a la clemencia, su deseo de belleza interior, cuestiona la existencia de la vida y de la muerte. Sin embargo, esta singularidad es indisociable del estado de relación, esencial para la vida del hombre.

«Sin contactos, no somos; ser es ser en estado de relación; el estado de relación es la existencia en sí misma».11

En su vida cultural, social y afectiva, el ser siempre busca recursos, paz interior, y tiene la posibilidad de activar los potenciales activos y valores añadidos de su patrimonio genético. La persona traza su propia estela, por ella y en ella misma.

LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES Y SU QUINTAESENCIA

Los puntos cardinales son la matriz direccional que ayuda al hombre a orientarse. Estas puertas de orientación son la raíz de todas las formas y de todos los intercambios.

La cuadratura de los puntos cardinales, ejes direccionales y geométricos, se une en un punto central considerado por los filósofos antiguos como el eje del mundo, llamado «éter o alma del mundo». «No solo el hombre tiene alma, sino que también existe un «alma del mundo» (Platón, Timeo), de la cual cada alma en concreto es el reflejo. Esta alma del mundo es una «anima movens»; es decir, gracias a ella giran las esferas celestes y la vida se propaga por la tierra, al mismo tiempo que el poder del amor, que recuerda al hombre su condición inicial».12

El eje del mundo sigue fundamentalmente el ritmo de las relaciones y los movimientos que tiene con el cosmos.

La circulación energética Yin y Yang, los cuatro puntos cardinales y el quinto, la quintaesencia, se hacen visibles en las cuatro estaciones. Los cuatro puntos cardinales unidos en el punto central, ejes direccionales y en la esfera de influencia de sus «cuerpos» cósmicos, son guías para orientarse; su espacio geométrico perpetúa la metamorfosis por la Naturaleza, en el seno de los universos.

El número 4 se asocia fundamentalmente a la Tierra, número que se representa mediante un cuadrado.

Para los hermetistas, el cuaternario se representa con los nombres simbólicos de FUEGO, AIRE, AGUA y TIERRA, determinados como los elementos de la naturaleza. Mario Meunier13, en La leyenda de Sócrates, escribe: «Anaxágoras de Clezómenas osó proclamar que no había en la naturaleza una inteligencia que ordenara cada cosa al final. Esta gran idea fue para Sócrates una iluminación». «Cuando era joven, decía a su edad adulta el hijo de Sofronisco, deseaba, no te puedes hacer una idea de hasta qué punto, interesarme por la historia de la naturaleza, porque me parece sublime la ciencia que se ocupa del origen de los seres y las cosas». Hasta Sócrates, los antiguos filósofos andaban a la búsqueda de la sustancia que constituía, bajo distintas apariencias, el fundamento primordial de la Unidad del mundo. «Tales de Mileto imaginaba el futuro del mundo como procedente del agua para volver al agua. Anaxímenes de Mileto pensaba que el aire era la primera materia universal. Heráclito de Éfeso quiso ver en el fuego la sustancia original de los seres y las cosas. Ferécides de Siros y Jenófanes de Colofón proclamaban que todo venía de la tierra y todo volvía a ella».

Los filósofos Empédocles, filósofo y médico de Agrigento, Anaximandro y Filolao desarrollaron en la Grecia antigua el concepto de los cuatro elementos...

El doctor Jean Choain14 lo explica a su manera: 1) «Se remonta hasta Empédocles la teoría de los cuatro elementos occidentales: Fuego-Tierra-Aire-Agua, que también llevan el nombre de divinidades: «Zeus que brilla, Hera que da la vida, Edoneo (nombre de Hades) y Nestis» (Empédocles §6). Pero también vemos que el pitagórico Filolao habla de un «quinto cuerpo».

Filolao de Crotona (485-385 a.C.), filósofo, astrónomo y matemático griego del siglo v a.C., alumno de Pitágoras, sostenía que la naturaleza elemental del cuerpo dependía de su forma. Asociaba el tetraedro al fuego, el octaedro al aire, el icosaedro al agua y el cubo a la tierra. También atribuía al dodecaedro regular un quinto elemento, «un quinto cuerpo», el éter, que otros llamarían universo, cosmos o espíritu divino.

Anaximandro, filósofo considerado jónico, explica cómo se forman los cuatro elementos de la física antigua (aire, tierra, agua y fuego) y, gracias a sus interacciones, cómo se forman la Tierra y los seres que la habitan. Además, asocia el engendramiento no a la alteración del elemento, sino a la separación de los contrarios a través del movimiento eterno. Anaximandro, en su búsqueda del principio del mundo, lo llama el «infinito». Teofrasto, cuyo nombre real era Tirtamo pero que se le conoce más bien por su apodo Teofrasto, filósofo, escribió que Anixamandro es el primero que llamó al universo «Mundo». En su conjunto, los puntos cardinales, el sistema cuadrático de estructuración del espacio, el movimiento circulatorio que genera las corrientes geográficas norte-sur, este-oeste y el cenit que se opone al nadir tienen su punto de unión en el centro, como el movimiento del aparato circulatorio que incluye corazón y vasos.

El punto de vista de Filolao en cuanto a la atribución del éter para el quinto elemento, que se podría ubicar en el punto de intersección de los puntos cardinales, se une a la búsqueda del vacío y de la interioridad de cada uno, el Xu Li, el aliento de energía del alma. Aristóteles, por su parte, sostiene que «el alma tiene su origen» en el quinto elemento, «su oriente espiritual15 “me levanto”: “renazco”».

También se subraya la importancia de este tema en el Antiguo Egipto, en el Libro de los muertos o Libro de la salida al día.16

«Para volver perfectos a los espíritus santificados

¡Observad! Abiertos están el Cielo y la Tierra,

el Oeste está abierto, el Este está abierto,

está abierta la mitad del Cielo del Sur,

está abierta la mitad del Cielo del Norte,

[....] Kebehsenuf, Imset, Duamutef, Hapi, hijos de Horus, hermanos gemelos»

RELACIÓN ENTRE LOS PUNTOS CARDINALES Y LOS 106 PUNTOS TM

Como ya he explicado, entre los 106 puntos tendinomusculares del cuerpo hay dos puntos medios y unilaterales que están en los vasos extraordinarios, los primeros que se forman durante la creación de la embriogénesis, en el momento de la concepción del futuro bebé. Solo dos vasos extraordinarios, Du Mai o vaso gobernador y Ren Mai o vaso de la concepción, tienen sus propios puntos. Los puntos tendinomusculares se inician con el primer destello del alba de la vida. El punto 20 TM vaso gobernador (VG) se encuentra en el ápice del cráneo. En cuanto al punto 3 TM vaso de la concepción (VC), se ubica en la cara anterior del cuerpo.

En el plano corporal, en acupuntura, en la embriogénesis, el número cuatro se corresponde con los primeros meridianos que se forman; es decir, con el primer grupo de los cuatro vasos extraordinarios, que orientan los alientos diferenciados en la diferenciación embriológica celular, Tchrong Mo (vaso vital), Tou Mo (vaso gobernador), Jenn Mo (vaso de la concepción) y Tae Mo (vaso cintura).

Tabla de los puntos cardinales, fundamento de todas sus correspondencias:


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