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I

MILCÍADES

SINOPSIS

1. Ascendencia de Milcíades. Se le encomienda la expedición del Quersoneso.2. Conquista el Quersoneso, Lemnos y las Cícladas.3. Incursión de Darío en Escitia.4. Primera Guerra Médica. Expedición de Datis y Artafernes.5. Batalla de Maratón: Victoria ateniense.6. Recompensa recibida por Milcíades en virtud de la batalla de Maratón.7. La empresa de Paros: el fracaso de Milcíades. Su condena y muerte.8. Cualidades de Milcíades. Milcíades es considerado como un tirano, pero un tirano justo. La verdadera causa de su muerte.

Ascendencia de Milcíades. Se le encomienda la expedición del Quersoneso

Milcíades, hijo de Cimón 8 , ateniense, [1 ] tanto por el rancio abolengo de su estirpe y la gloria de sus antepasados cuanto por su propia moderación sobresalía ya muy por encima de todos y, cuando llegó a una edad tal que sus conciudadanos podían no sólo abrigar buenas esperanzas en torno a su persona, sino también confiar en que en el futuro habría de seguir siendo tal y cual le habían conocido, ocurrió entonces que los atenienses se propusieron [2] enviar colonos al Quersoneso 9 . Al ser muy grande el número de éstos y deseando muchos alistarse en esta expedición, se eligieron de entre ellos algunos para enviarlos a Delfos 10 a consultar el Oráculo [para consultar el Oráculo de Apolo] sobre qué jefe deberían elegir. En efecto, a la sazón habitaban aquellas regiones los tracios, a quienes habría que disputárselas con [3] las armas. A los que tal consulta hicieron la Pitia 11 les contestó, citándolo por su nombre, que era a Milcíades 12 a quien deberían tomar por caudillo y que, si tal cosa hacían, la empresa resultaría favorable.

[4] En cumplimiento de la respuesta del oráculo, Milcíades parte con una flota en dirección al Quersoneso en compañía de una tropa escogida; arribó a Lemnos y, deseando someter al poder de los atenienses a los habitantes de esta isla, les exigió que lo hiciesen sin [5] ofrecer resistencia. Ellos irónicamente respondieron que estaban dispuestos a hacerlo así siempre que él, zarpando con sus naves desde su país con viento aquilón 13 , consiguiese llegar a Lemnos: tal viento, soplan do como sopla del norte, resulta desfavorable para los que, partiendo de Atenas, se dirigen a Lemnos.

Milcíades, que no tenía tiempo que perder, partió [6] hacia su destino sin desviarse y llegó al Quersoneso.

Conquista el Quersoneso, Lemnos y las Cícladas

Una vez allí, tras haber aniquilado [2 ] en breve tiempo las tropas bárbaras, conquistó todo el país que se había propuesto conquistar, fortificando luego con sólidos reductos los lugares más aptos y estableciendo en los campos a la multitud que había llevado consigo, enriqueciéndola con frecuentes expediciones. Y en esto le ayudó no menos su prudencia [2] que su buena suerte. Pues, si bien es verdad que había logrado vencer al ejército enemigo gracias al valor de sus soldados, él trató con suma equidad todos los asuntos e incluso decidió quedarse él mismo allí.

Entre ellos gozaba de un trato propio de un rey 14 , [3] aunque no poseía tal título y no lo había conseguido más en virtud de su cargo militar que por su sentido de la justicia. Y no por ello olvidaba sus obligaciones para con los atenienses, de quienes procedía. De este modo acaeció que obtuvo el poder sin limitación de tiempo y ello tanto por consentimiento de los que le habían enviado, cuanto por el de aquellos con quienes había partido de Atenas.

[4] Organizadas así las cosas en el Quersoneso, retorna a Lemnos y les exige que le entreguen la isla de acuerdo con lo pactado [ellos le habían dicho que se entregarían cuando, saliendo él de su patria y navegando bajo el viento norte 15 , consiguiese llegar hasta Lemnos]; alegaba que su patria estaba también ahora en el Quersoneso.

[5] Los carios 16 , que a la sazón habitaban la isla de Lemnos, aunque todo había sucedido de manera que ellos no podían ni haber imaginado, coaccionados no precisamente por la palabra dada sino por la buena suerte de sus enemigos, no tuvieron valor para resistir y emigraron de la isla 17 . Con igual fortuna sometió al poder de los atenienses el resto de las islas, llamadas Cícladas 18 .

Incursión de Darío en Escitia

[3 ] Por aquel tiempo, Darío 19 , rey de los persas, una vez que había hecho pasar a su ejército de Asia a Europa, decidió hacer la guerra a los escitas. Hizo construir un puente sobre el río Histro 20 por el que poder pasar sus tropas. Encomendó la custodia de este puente durante el tiempo que debiera durar su ausencia, a hombres importantes que se había llevado consigo de Jonia y Eólida, y a cada uno de los cuales había investido de un poder vitalicio sobre sus respectivas ciudades. Pensaba, en efecto, que [2] mantendría más fácilmente bajo su dominio a los habitantes de habla griega que habitaban Asia, si tenía entregada la custodia de aquellas plazas a amigos suyos, a quienes, en caso de que él fuese derrotado, no les quedaría esperanza alguna de salvación.

En el grupo de estos, a quienes se les llegó a encomendar [3] la custodia del puente, se encontraba Milcíades. Por aquel entonces llegaban frecuentes mensajes de que las cosas marchaban mal, y que Darío se veía en aprieto por parte de los escitas; Milcíades, pues, exhortó a los guardianes del puente a que no dejasen escapar la ocasión, que la suerte les brindaba, de liberar Grecia. Pues, si Darío llegaba a morir junto con las [4] tropas que había llevado consigo, no sólo se sentiría segura Europa, sino que incluso los habitantes de Asia de origen griego se librarían del dominio y amenaza de los persas 21 . Ambas cosas podían conseguirse fácilmente: con el puente cortado, el Rey perecería, bien a manos de los enemigos, bien de hambre, en pocos días.

Aunque muchos 22 estaban de acuerdo con este [5] plan, Histeo de Mileto impidió que se llevara a la práctica alegando que los intereses de ellos, que ostentaban el supremo poder, no coincidían con los del pueblo, ya que su poder tenía como base de sustentación el poder de Darío, y que, una vez muerto éste, quedarían privados de ese poder legal 23 y sometidos al castigo de sus conciudadanos. Y por ello sentía tan gran animadversión hacia el plan de los demás, pensando que nada era más útil para ellos como que el poder de los persas se consolidase.

[6] Milcíades, como quiera que la mayoría siguieran esta opinión, y seguro de que, siendo tan numerosos los que conocían sus planes, éstos acabarían por llegar a oídos del Rey, abandonó el Quersoneso, volviendo de nuevo a Atenas.

Aunque su plan no prevaleció, sin embargo es muy digno de alabarse, por cuanto que favorecía más la libertad de todos que los intereses de su propio poder.

Primera guerra Médica. Expedición de Datis y Artafernes

[4 ] Darío, que había regresado de Europa a Asia, y debido a que sus amigos le instaban a que sometiera a su dominio a Grecia, dispuso una flota 24 de quinientas naves, al frente de la cual puso a Datis y a Artafernes, entregándoles al mismo tiempo doscientos mil infantes 25 y diez mil jinetes, alegando como motivo de su hostilidad hacia los atenienses el hecho de que los jonios habían tomado Sardes gracias a la protección de los atenienses e incluso habían pasado a cuchillo guarniciones suyas.

Tras obligar a la flota a atracar en Eubea, estos generales [2] del Rey conquistaron rápidamente Eretria, y a todos sus habitantes, tras hacerlos prisioneros, los enviaron al Asia ante el Rey. Desde Eretria alcanzaron el Ática, desembarcando sus tropas en la llanura de Maratón 26 , que está 27 de Atenas a unos diez mil pasos.

Los atenienses, aunque aterrados por un ataque tan [3] inminente y de tales proporciones, no pidieron auxilio sino a los lacedemonios, enviando para ello a Lacedemonia a Fidipo 28 , corredor de los llamados «corredores de un día», para que les hiciera saber cuán apurada era la ayuda que se necesitaba. Por otro lado, nombran [4] en Atenas diez generales para ponerlos al frente del ejército y entre ellos a Milcíades.

Entre ellos se entabló una gran disputa sobre si era conveniente defenderse encerrados en sus murallas o, por el contrario, salir al encuentro del enemigo y luchar a campo abierto. Sólo 29 Milcíades ponía su obstinado [5] empeño porque se emprendiera la campaña cuanto antes, pensando que, si se hacía así, se encenderían los ánimos de los ciudadanos al ver que se tenía total confianza en su valor y por idénticas razones los enemigos se harían más indolentes, al advertir que osaban luchar contra ellos con tan escasas tropas.

Batalla de Maratón.

[5 ] En tales circunstancias no acudió en ayuda de los atenienses ninguna ciudad estado , salvo Platea. Ésta envió mil soldados. Así pues, con la llegada de estos soldados se alcanzó el número de diez mil combatientes, que ardían en un deseo [2] de luchar digno de admiración. De este modo se consiguió que la teoría de Milcíades prevaleciera sobre la de sus colegas. Movidos por su prestigio, los atenienses hicieron salir sus tropas de la ciudad y construyeron su campamento en lugar adecuado.

[3] Al día siguiente, formado el ejército en línea en la falda de un monte 30 , desde un lugar excesivamente abierto (pues los árboles por muchos lugares eran escasos) entablaron el combate con el propósito de verse protegidos por la altura de la montaña y de que la caballería enemiga se vería obstaculizada por los árboles y de este modo no se sentirían agobiados por la multitud de los enemigos.

[4] Datis, aunque veía que el lugar no era favorable para sus tropas, no obstante, confiado en su superioridad numérica, deseaba entrar en combate, máxime porque consideraba ventajoso luchar antes de que llegaran los refuerzos de Lacedemonia. Por ello dispuso en orden de batalla cien mil infantes y diez mil jinetes y comenzó el combate.

[5] En este combate los atenienses se mostraron tan superiores en valor, que derrotaron un número de enemigos diez 31 veces superior, produciendo entre ellos tal pánico, que los persas se precipitaron en dirección no de su campamento, sino de las naves 32 .

Nada ha acontecido hasta nuestros días más famoso que este combate, pues jamás un ejército tan exiguo consiguió aniquilar a otro tan numeroso.

Recompensa de Milcíades por la victoria de Maratón

No parece fuera de lugar decir qué [6 ] premio recibió Milcíades por semejante victoria, con lo que se podrá comprender fácilmente que el comportamiento de todos los pueblos es por naturaleza el mismo. Pues así como en otro tiempo las distinciones [2] honoríficas en nuestro pueblo fueron escasas y sencillas, y por lo mismo acarreaban mayor gloria, mientras que ahora son excesivamente frecuentes y banales, del mismo modo sabemos que otro tanto había ocurrido antiguamente en Atenas. En efecto, a este famoso Milcíades, [3] por haber liberado a Atenas y a toda la Grecia entera, se le concedió por todo honor el siguiente: cuando en el pórtico llamado Pecile 33 se representó la batalla de Maratón 34 , se pintó su imagen la primera en el grupo de los diez generales, en actitud de arengar a sus soldados y de comenzar la batalla. Aquel mismo [4] pueblo, después de haber conseguido un imperio más extenso, se corrompió con la prodigalidad de sus magistrados y así decretó que se erigieran trescientas estatuas a Demetrio Falereo 35 .

La empresa de Paros. Condena y muerte de Milcíades

[7 ] Tras este combate, los atenienses confiaron a Milcíades una flota 36 de setenta naves para que luchase contra las islas 37 que habían prestado ayuda a los bárbaros. De acuerdo con las órdenes recibidas obligó a la mayor parte de éstas a que volvieran a la obediencia, mientras que a otras las conquistó por la fuerza.

[2] Entre estas últimas se encontraba la isla de Paros, engreída por su poderío; no pudiendo conseguir reducirla 38 a buen camino por medio de la persuasión, desembarcó sus tropas y, cercando la ciudad, la privó de todo medio de avituallamiento: finalmente, tras haber colocado manteletes y tortugas , se aproximó muy cerca de sus murallas.

[3] Cuando estaba ya a punto de apoderarse de la plaza, a cierta distancia, en tierra firme, se incendió, no sé por qué motivo, durante la noche un bosque que se divisaba desde la isla. Cuando ciudadanos y sitiadores vieron las llamas, unos y otros creyeron que los marineros del Rey estaban haciendo señales. Debido a esto sucedió [4] que los de Paros abandonaron la idea de rendirse y Milcíades, temeroso de que de un momento a otro apareciera la flota real, hizo quemar las obras de cerco que había construido, y con el mismo número de naves con las que había partido regresó a Atenas, provocando gran enojo entre sus conciudadanos. Por esto fue acusado [5] de traición 39 , ya que, pudiendo haberse hecho con la isla de Paros, había abandonado, sin terminarla, la empresa por soborno del Rey. A la sazón Milcíades se encontraba enfermo a causa de las heridas recibidas en el asedio de la ciudad. Y, no pudiendo hablar por sí mismo en su defensa, por este motivo lo hizo su hermano Esteságoras 40 .

Instruido el sumario, se le absolvió de la pena de [6] muerte, pero se le impuso una multa en dinero por un importe de cincuenta talentos, cantidad que se estimaba equivalente a lo que se había invertido en armar la flota. Por no haber podido pagar esta suma al contado se le encerró en una prisión pública y en ella murió 41 .

Cualidades de Milcíades. La verdadera causa de su muerte

[8 ] Aunque figuró como causa de la acusación su delito de Paros, muy otro fue sin embargo el verdadero motivo de su condena. En efecto, debido a la tiranía de Pisístrato, que había tenido lugar pocos años antes, los atenienses tenían miedo del poder extralimitado de sus conciudadanos. [2] Milcíades, que había pasado gran parte de su vida investido de las magistraturas tanto militares como civiles, no parecía poder considerarse ahora como un ciudadano cualquiera, ya que la costumbre 〈de mandar〉 parecía arrastrarle de una manera inexorable a desear [3] el poder. Pues ya en el Quersoneso, durante todos aquellos años que lo había habitado, ostentó un poder vitalicio y había recibido el apelativo de tirano, pero tirano justo. Y es que el poder lo había conseguido no por la fuerza, sino por deseo de sus conciudadanos, y lo mantenía gracias a su probidad. Pero ya se sabe que se llaman y se les considera tiranos a todos aquellos que obtienen el poder vitalicio en una ciudad que antes ha [4] disfrutado de libertades públicas. Pero en Milcíades se conjugaban una gran benignidad y un extraordinario sentido de la convivencia, hasta el punto de que nadie, por humilde que fuera, al acudir a él encontró las puertas cerradas; gozó de gran predicamento en todas las ciudades griegas; su nombre fue ilustre, recibiendo los más grandes honores por sus campañas militares. En consideración a todo esto el pueblo prefirió que se le castigara, aun inocente, a seguir temiéndole por más tiempo.


8 Cimón el Viejo, hijo de Estaságoras. No debe confundirse con su nieto Cimón, hijo de Milcíades, cuya vida narra Plutarco y el mismo Nepote.

9 Denominación que daban los griegos a la antigua región de Tracia, que se corresponde hoy con la actual Gallipoli, entre los Dardanelos y el golfo de Saros.

10 Ciudad famosa de la antigua Grecia, ubicada en la Fócida, en la vertiente del Parnaso. En ella se encontraba el Santuario de Apolo y su célebre Oráculo.

11 La Pitia, oráculo de Apolo. Reclinada sobre un trípode quedaba en éxtasis mientras los sacerdotes interpretaban sus expresiones.

12 Imperdonable error de Nepote, que confunde a Milcíades, hijo de Cimón, cuya vida narra, con su tío Milcíades, hijo de Cipselo, a quien corresponde este pasaje. En el libro VI de sus Historias cuenta Heródoto cómo había sido enviado Milcíades el de Cipselo al Quersoneso.

13 Heródoto (VI, 139) narra los acontecimientos de distinta manera: los pelasgos, que habitaban Lemnos, a causa de una peste que había desolado a su país consultaron el oráculo de Delfos para ver el modo de librarse de esa calamidad; el oráculo les respondió que deberían dar completa satisfacción a los atenienses, a quienes enviaron mensajeros para cumplir la respuesta del oráculo. Fue entonces cuando los pelasgos contestaron a la proposición de rendimiento que les hacían los atenienses con la falacia a que aquí se alude (cf. el adverbio «irónicamente»).

14 Este poder real, no nominal pero sí efectivo, lo atestigua Heródoto (VI 39) cuando dice que Milcíades hizo presos a todos los señores principales del Quersoneso, poniendo a su servicio a quinientos hombres de guardia y casándose después con la princesa Hegesipila, hija de Oloro, rey de los tracios.

15 Al viento norte los latinos lo llamaban aquilón y los griegos Bóreas , dios del viento, hijo de Eos (la Aurora) y de Astreo, y hermano de Céfiro y de Noto. Pertenece a la raza de los Titanes, personificación griega de las fuerzas de la Naturaleza.

16 Según Heródoto (cf. nota 13) eran los pelasgos los que por entonces habitaban Lemnos.

17 Lemnos tenía dos ciudades importantes: Hefestia y Mirina. Según Heródoto, los de Hefestia se entregaron en principio a Milcíades, pero no así los de Mirina, que se resistieron, alegando que el Quersoneso nada tenía que ver con el Ática.

18 Conjunto de islas en el mar Egeo, cuyo nombre, según Plinio (Hist. Nat . IV 122), proviene del griego kýklos , por cuanto forma como un anillo alrededor de Delos. El escoliasta de Virgilio, Servio (En . III 126), dice que este nombre se debe a que las naves que se dirigían hacia ellas lo hacían en círculo.

19 Darío I, padre de Jerjes. Atacó a los escitas como represalia por haber invadido Media.

20 Hoy Danubio.

21 Una vez más el relato de Nepote se aparta del de Heródoto, que afirma (IV 137 y 138) que fueron los propios escitas los que invitaron a los griegos a cortar el puente y a liberarse del dominio persa.

22 Los más importantes, que siguieron el parecer de Histieo, son citados por Heródoto por sus nombres y lugar de procedencia (HERÓD ., IV 138).

23 El término «potestas» implica un poder que se ostenta legalmente, bien en nombre del pueblo bien que sea de origen real, y se opone a «potentia», que supone un dominio ilegal o usurpado.

24 Nepote ha silenciado la existencia de una primera flota, mandada por Mardonio, en el 492 a. C. Viendo Darío lo poco fructuoso que había sido el mando de Mardonio lo depuso, y nombró como generales a Datis y Artafernes para que atacaran Escitia y Atenas. Es esta la expedición a la que se refiere Nepote. En cuanto al número de navíos, mientras Heródoto cita seiscientos, Platón refiere trescientos, sin contar los de carga, y Nepote quinientos.

25 Valerio Máximo (V 3) da un número de trescientos mil hombres, Pausanias (IV 25) otros trescientos mil, Lisias quinientos mil y Nepote doscientos mil. De todos modos estas cifras deben estimarse superiores a la realidad.

26 La llanura de Maratón había parecido a Hipias, hijo de Pisístrato (cf. HERÓD . VI, 107), el lugar más adecuado para la facilidad de movimientos de la caballería persa.

27 Mi traducción «está a» supone no admitir la corrección abesse ab frente a la lección generalizada de los manuscritos est ab .

28 Heródoto (VI 105) y Pausanias (I 28) dan el nombre de Fidipides, mientras algunos códices tienen Filipo. Posiblemente su verdadero nombre fuera Filipides. Cf. PLIN ., Hist. Nat , VII, 20.

29 Si hemos de prestar fe a Heródoto (VI 105), no fue sólo Milcíades el que tenía esta opinión, sino cinco de los diez generales, sin incluir al propio polemarco Calímaco Afidneo, a quien Milcíades convenció con un discurso, deshaciendo de este modo el empate en la votación.

30 El monte denominado de Pan.

31 Heródoto (VI 117) afirma que los barbaros muertos en Maratón sumaban seis mil cuatrocientos y los atenienses sólo ciento noventa y dos.

32 Error de interpretación de Cornelio. Heródoto (VI 115) dice que los bárbaros expulsaron de algunas de sus naves a los atenienses, haciendo que los esclavos de Eretria embarcasen en otra nave, y siguieron su rumbo, bordeando a Sunio con la intención de atacar a Atenas. Se dirigieron, pues, a sus naves no por precipitación en la huida, sino con una intencionalidad clara.

33 Galería existente en Atenas, que estaba decorada con variadas pinturas; de aquí su nombre Pecile (cf. el griego poikílos = ‘vario’). Diógenes Laercio en la Vida de Zenón (cap. 1) dice que el nombre de Pecile viene de las tablas pintadas por Polignoto. Plinio (Hist. Nat . XXXV 35) afirma que las pinturas de Pecile se debían a Polignoto y Micón.

34 Plinio (Hist. Nat . XXXV 4) estima que el cuadro de la batalla de Maratón fue pintado por un hermano de Fidias, llamado Panemo. En él, además de a Milcíades, podía verse a Calímaco, el polemarco, y a Cinegiro, atenienses, a Datis y a Artafernes, persas.

35 Amigo íntimo de Teofrasto y administrador de Atenas en los años 318 a 308, durante la dominación macedónica. Fue derrocado por Demetrio Poliorcetes.

36 La flota fue pedida, según Heródoto, por el propio Milcíades, sin decirles contra quienes pensaba luchar, asegurándoles solamente que les haría ricos si consentían en seguirle.

37 Las Cícladas, conquistadas por Datis y Artafernes.

38 Cornelio da aquí una razón bastante trivial y muy distinta de la aducida explícitamente por Heródoto (VII 133) cuando dice que se dirigió Milcíades contra Paros, alegando que iba a castigar a sus habitantes por haber luchado antes al lado de los persas en Maratón; pero que esto era tan sólo un pretexto, ya que la verdadera causa estaba en que Liságoras, hijo de Tisias y natural de Paros, le había acusado y enojado con el persa Hidarmes y de aquí su animadversión contra los de Paros.

39 No parece ser cierto que la acusación lanzada contra Milcíades fuera la de traición, pues, según Heródoto (VI 136), Jantipo, hijo de Arifrón, intentando plantearle ante el pueblo causa capital, le acusaba de haber engañado a los atenienses. Fue, por tanto, de dolo y fraude a Atenas.

40 Prescindiendo de la diversidad de nombres que nos dan los manuscritos (Tiságoras, Ságoras, Diágoras e Iságoras), lo que parece cierto es que la defensa de Milcíades estuvo a cargo de sus amigos (cf. HERÓD ., VI 136).

41 La versión sobre los últimos momentos de la vida de Milcíades no concuerda con la dada por Heródoto (VI 136), quien dice que el pueblo le absolvió de la pena capital en virtud de los méritos contraídos por él en Maratón y en la conquista de Lemnos, muriendo, después del juicio, a causa de la gangrena en el muslo. La multa de cincuenta talentos la haría efectiva su hijo Cimón.

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