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ОглавлениеINTRODUCCIÓN
1. Reseña biográfica .
Resulta en cierta medida irónico que, de un hombre que pasó su vida dedicado a escribir biografías de personajes célebres, apenas si tengamos conocimiento sobre su propia personalidad. No es éste, ya se sabe, un hecho aislado en la historia de la Literatura Latina, pues otro tanto ocurre con un gran número de autores; pero en él resulta aún más chocante, ya que fue una persona relacionada con grandes figuras de la Roma de su tiempo: Cicerón, Catulo y Tito Pomponio Ático, con el primero de los cuales mantuvo una apretada correspondencia epistolar.
Según Ausonio 1 había nacido en la Galia Cisalpina, denominada también Gallia Togata, por lo que el propio Ausonio le llama con el apelativo de «Galo». Plinio 2 lo hace «Padi accola » (que habitaba cerca del río Po), lo que podría dar pie a pensar que naciera en Pavía, la antigua Ticino, en la región de Insubria, o, como otros han querido, en Mantua. Su nacimiento se suele datar hacia el año 100 a.d.C.
Debió morir hacia el año 30 a.d.C. o tal vez uno o dos años más tarde. Se sabe positivamente que sobrevivió a su amigo Ático, como puede colegirse del propio testimonio de Nepote, en el capítulo 19 de la Vida de Ático , en la que al mismo tiempo encontramos ciertos detalles que pueden iluminarnos, si no sobre la fecha exacta de su muerte, sí con una aproximación de dos o tres años.
Cuando cita en la vida de Ático a Octavio César Augusto le da el título de «Imperator», pero no el de «Augusto». Como quiera que César Octaviano recibió el título de «Imperator» el año 29 a.d.C. y el de «Augusto» el año 27 a.d.C., no sería descabellado deducir que su muerte pudiera haber tenido lugar hacia el 28 a.d.C. Pero esta conclusión sería válida sólo en el supuesto de que la Vida de Ático fuera lo último que saliera de la pluma de Cornelio, lo que, por otra parte, parece lo más verosímil.
Nepote debió desenvolverse en un ambiente culto, a juzgar por los personajes que le honraron con su amistad, estando muy vinculado sin duda con los poetas del círculo de Catulo, quien le dedicó su «nuevo y gracioso librito » 3 .
Respecto a su vida apenas si podemos añadir algún detalle más, si no es el de que debió estar casado, ya que Cicerón 4 dice que había perdido un hijo.
Se mantuvo al margen de cualquier evento político, como lo hiciera su amigo Ático; así se desprende de una carta de Plinio el Joven, en la que expresa categóricamente que Cornelio no ocupó un lugar en el Senado y de la que se puede deducir que no ejerció tal vez magistratura alguna 5 .
Basta una mirada a su obra para averiguar las cualidades humanas de este romano adusto, austero y severo, cuya vida fue toda un auténtico dogma de fe en la grandeza de Roma y para el que el honor, la virtud, el desinterés, la religión en su versión más genuina fueron el objeto de la más alta admiración. Así se comprende su veneración sin medida por la persona de Ático.
Si la luz de su intelecto no brilló a la altura de sus contemporáneos, ello no empece en nada sus valores personales. No acudiría a las tertulias literarias en la villa Tanfilia del Quirinal en calidad de personaje ilustre, docto e intelectual, sino más bien un tanto cohibido ante las figuras de Ático, Hortensio, Cicerón y Varrón, y no pasaría de ser entre ellos una mediocridad —el mismo Cicerón en una carta a Ático (XVI, 14, 4) nos lo presenta como poco menos que un cualquiera, alguien totalmente desconocido. Pero ¿era en realidad Nepote un ser mediocremente dotado de inteligencia y cultura?
Esta evidente indiferencia de Cicerón hacia nuestro autor obedecía más a cierta oposición natural de caracteres entre él y Nepote. Nos ha llegado (véase aquí el fragmento quinto) parte de una carta de Cornelio a Cicerón: se encontrará en ella el verdadero motivo de esta conducta de Cicerón hacia Cornelio: el de Arpino era un «teorizante» en posesión de una de las más extensas culturas que un hombre podía poseer, un filósofo moralista, un político, a veces más o menos contemporizador, y, en no escasa medida, un liberal; sin duda todo lo contrario de lo que podríamos afirmar de Cornelio Nepote, por lo que en el fragmento citado no se recata de criticar acerbamente y hasta con expresiones fuertes la meticulosidad teorética de los cultivadores de la filosofía y de los dogmáticos teorizantes, inmersos en el mundo de la elocuencia y de la oratoria, lo que, sin duda alguna, no podía ser del agrado de Cicerón.
2. Producción literaria .
Aunque la mayoría de las obras de Nepote no han llegado a nosotros, queda constancia por los testimonios de autores latinos de las siguientes:
1.° Una Crónica , escrita en tres libros, de cuya existencia da testimonio Catulo 6 .
La distribución argumental que de ella hace Vosio 7 carece de todo fundamento y no aporta prueba positiva. En ella sigue Cornelio las crónicas de Apolodoro de Atenas.
2.° Un tratado de Ejemplos en cinco libros, escrito tras la muerte de César, a imitación de las célebres colecciones griegas de «paradoxa » y que servirían de fuentes a Valerio Máximo, Suetonio, Aulo Gelio y Plinio el Viejo.
Debería tratarse de una exposición en estilo narrativo de una serie de fenómenos extraordinarios, comprendiendo una gran variedad de temas sobre física, historia y geografía.
3.° Una Vida de Catón , que se ha perdido, y de la que el propio Nepote nos habla en la vida abreviada del mismo personaje 8 .
4.° Vidas de varones ilustres , sin duda la principal obra de nuestro autor.
La crítica ha admitido generalmente que esta obra constaba de dieciséis libros, distribuidos en los siguientes títulos:
1. Sobre los reyes de los pueblos extranjeros .
2. Sobre los reyes de los romanos .
3. Sobre los generales famosos de las naciones extranjeras .
4. Sobre los generales famosos del pueblo romano .
5. Sobre los jurisconsultos griegos .
6. Sobre los jurisconsultos romanos .
7. Sobre los oradores griegos .
8. Sobre los oradores romanos .
9. Sobre los poetas griegos .
10. Sobre los poetas romanos .
11. Sobre los filósofos griegos .
12. Sobre los filósofos latinos .
13. Sobre los historiadores griegos .
14. Sobre los historiadores latinos .
15. Sobre los gramáticos griegos .
16. Sobre los gramáticos latinos .
De esta prolífera colección de títulos sólo ha llegado hasta nosotros el libro tercero, Sobre los generales famosos de las naciones extranjeras , la Vida abreviada de Catón y la Biografía de Ático , amén de algunos escasos fragmentos de la correspondencia mantenida con Cicerón, de una Carta de Cornelia , madre de los Gracos, y del libro catorce Sobre los historiadores latinos .
A pesar de la extensa producción literaria, Nepote se ha visto infravalorado y subestimado en el ámbito de la Literatura Latina. Tuvo, sin duda, la mala fortuna de que la parte conservada de su obra no nos pueda permitir formarnos la verdadera imagen de lo que en realidad pudiera haber representado.
Conocemos precisamente aquello de lo que él podía hablar con menos elementos de juicio; aquello en lo que su lucimiento personal podría brillar a menor escala. Esto ha hecho que Nepote pase a la Historia como una especie de ciudadano de segundo orden y que los elogios que le concedieran Aulo Gelio 9 , San Jerónimo 10 y Valerio Catulo 11 no hayan calado muy hondo en el juicio de los críticos. Se le ha considerado como una especie de «mercado distribuidor de mercancías intelectuales de calidad mediana» 12 .
Sin embargo la admiración y los elogios vertidos por los autores latinos dan derecho a pensar que el Nepote de Sobre los generales famosos de las naciones extranjeras no debió ser sino una fotografía velada del auténtico Nepote, cuando se veía inmerso en los argumentos del pueblo romano. Nada más significativo a este respecto que una sencilla comparación entre la Vida de Ático y cualquiera de las vidas de los personajes no romanos por él narrada. Y algo que le ha perjudicado más aún y desvirtuado la que pudiera haber sido su verdadera imagen: el afán de los críticos por establecer una comparación entre él y el gran Plutarco, comparación a todas luces ilegítima y fuera de lugar.
Los límites de la obra nepotina son más restrictivos que los del gran biógrafo griego. No es éste el momento de discutir las grandes diferencias que entre ambos existen; sólo recalcar que la concepción de la obra de Plutarco no tiene parecido con la de Nepote, y mucho menos aún su intencionalidad. Vea el lector el comienzo de la Vida de Pelópidas y deduzca por sí mismo a qué grado de ambición y de gloria aspiraba Nepote. Confróntese este pasaje con el pensamiento del prefacio y el no menos significativo del comienzo de la Vida de Epaminondas .
Creo que, si se quiere emitir un juicio desapasionado, imparcial y objetivo sobre nuestro autor, es imprescindible sacar a Nepote del entorno histórico de Roma, que estaba medido por aquel entonces con un patrón que sin duda le tenía que venir demasiado largo: el de César y Cicerón. Hay que evitar cualquier comparación con autores que, debido a la naturaleza intrínseca de sus obras, estaban destinados a ocupar un lugar preponderante en la época en que le tocó vivir.
Juzguemos a Cornelio partiendo de él mismo, procurando no salirnos de su propia personalidad; es así como aparecerán sus virtudes y defectos, su grandeza y su «ignorancia». Él es un romano y escribe para todo romano ávido de instrucción. Su obra es una narración compendiosa de hechos ilustres, de hombres no menos ilustres, de heroicidades, vicios, virtudes y traiciones, encaminados todos ellos a crear en sus lectores como una despensa bien nutrida de reflexiones morales. Ir más lejos en Nepote sería desbordar su propia meta.
Su propósito estaba bien definido: instruir a los romanos, hacerles ver que, como dijera Apio el Ciego, cada cual es el factor de su propia fortuna, avivar en el alma de todo ciudadano romano lo que otrora fuera el símbolo más genuino de la grandeza de Roma: aquellas austeridad y severidad que siempre fueron las ruedas sobre las que girara el carro de la gran historia de Roma.
Este carácter doctrinal de su obra, ese sentido gnómico y moralizante en que trata de bañar todas sus ideas, le llevó, quizá más que la propia ignorancia de los hechos que se le achaca, a incurrir en múltiples errores, lo que por otra parte no le debió preocupar lo más mínimo, y en exageraciones, y, lo que parece más grave, en cierta parcialidad, que a veces es totalmente manifiesta.
3. La biografía nepotiana y su valor crítico e histórico .
Para una buena valoración crítica de la obra de Nepote, empecemos por no esperar de él más de lo que nos puede ofrecer. Tal vez por no tener en cuenta este principio han proliferado las críticas negativas en torno a su persona y obra.
No menos importante para ello es tener presente que Cornelio jamás se propuso escribir historias bajo ninguna de las múltiples proyecciones en que éstas pueden desembocar; él escribió Vidas , que no debemos ni tan siquiera identificar con la idea de verdaderas biografías en el estricto sentido de la palabra. Por eso, incluso como biógrafo, deja un tanto que desear.
Su estilo, lejos de ser uniforme, conservando siempre las mismas características literarias, es desigual e inconstante; pero esa misma desigualdad de estilo tiene un punto justificable: la variada naturaleza de los personajes biografiados, a la que hay que añadir la diferencia de conocimiento que sobre cada uno de ellos tenía.
No puede negarse, sin embargo, que esa disparidad en su estilo es no pocas veces producto de una latinidad mediocre. Se aprecia en él una tentativa, que no logra consumar, de exponer en períodos breves una abigarrada gama de pensamientos, que nos recuerda a Tácito, pero sin lograr la perfección de sus períodos gramaticales. Parece una burda imitación del estilo asiático.
En sus narraciones suele unir de manera incongruente lo necesario y conveniente con lo anecdótico y fútil. Uno de sus principales defectos quizá sea el desorden y anarquía que muestra en la exposición de las ideas. Un gran hecho de capital importancia lo difumina y diluye entre intranscendentes anécdotas, que le hacen perder incluso el valor y el fruto didáctico que de él podría desprenderse.
Si su latinidad no puede compararse con la de César y menos aún con la de Cicerón, esto habría que aplicarlo, por otra parte, a la mayoría de los autores contemporáneos suyos.
Pero hay algo en lo que creo que Nepote se nos muestra digno del mayor elogio: su léxico. El perfecto y adecuado empleo de los términos, las distinciones específicas entre conceptos afines pero diferenciados institucionalmente, distinción y diferenciación que él consigue perfectamente con el uso discriminado de los términos adecuados, nos permiten afirmar que, a pesar de la distancia que le separa de un Cicerón o un César, no se encontraba tan lejos de una latinidad más que aceptable.
Es en la Vida de Ático , a quien Nepote conocía perfectamente, donde mejor pueden apreciarse las cualidades literarias de nuestro autor. Es una biografía escrita con afecto y con el más acendrado amor hacia el personaje; está amasada con dos grandes conceptos que sublimizan al biografiado: la pietas y la humanitas .
La veracidad histórica de su obra está por encima de toda influencia de personalismo afectuoso, aunque, como en él es habitual, tienda, quizá más que en ninguna otra, a la hipérbole.
Escrita sin el menor sentido cronológico de los hechos, cosa esta que jamás preocupó a nuestro hombre, es, sin duda, la muestra más significativa de cuanto Cornelio se propuso conseguir cuando escribía.
El valor histórico de sus Vidas es, desde luego, mínimo; pero, supuesta la intencionalidad de su obra, nada debemos imputarle en este sentido. Prefiere contactos con Teopompo o Timeo y no con Heródoto o Jenofonte. A aquéllos debe sus conocimientos de la historia griega y no a éstos, que se prestan menos al género biográfico.
Las numerosas imprecisiones, confusiones, anacronismos, que se encuentran esparcidos por toda su obra, más que defectos deberían considerarse como algo consustancial a ella, ya que, como se ha dicho repetidas veces, nunca aspiró a ser histórica, sino didáctica y moralizante, por lo que el autor se siente totalmente desligado de esos defectos, que serían graves tratándose de un auténtico historiador.
Los méritos de Cornelio son más de orden doctrinal que literario y es en aquéllos en los que radica la pervivencia de su obra.
4. La tradición manuscrita del texto 13 .
Malcovati 14 , basándose en el estudio crítico realizado por C. L. Roth 15 , ha distribuido los manuscritos de Nepote en dos familias: la primera comprende todos los códices perdidos y la segunda los que suponen una tradición directa.
Esta clasificación ha sido corregida por González Rolán 16 , al tomar como criterio de clasificación no el hecho de la conservación o pérdida de los códices, sino «la adición u omisión de cierto número de frases o palabras».
En la clasificación de los códices realizada por Malcovati aparecen en la primera familia, la de los manuscritos perdidos, los siguientes: Danielinus seu Gifanianus (Dan. seu Gif.), Leidensis Boecleri (Leid.), Parcensis (P), Batauicus (Bat .), la edición de Utrecht (u ) 1542.
En la segunda familia, es decir, la de los manuscritos de tradición directa, se encuentra en primer lugar y como el más importante el Guelferbytanus seu Gudianus 166 (A ), perteneciente al siglo XIII .
De otra fuente que guarda paralelo con A se derivan el resto de los manuscritos, que la autora distribuye en tres apartados:
1.° El Sangallensis 315 (B ), del siglo XIV .
El Monacensis 433 (Q ), del siglo XV .
El Ambrosianus T 16 sup. (Ambr. I ), del año 1456.
2.° El Codex olim Collegii Romani, nunc Vat. Lat . 11464 (R ), del siglo XV .
El Monacensis 88 (M ), del 1482.
El Claromontanus 250 (F ), del siglo XV .
El Ambrosianus H 167 (Ambr. II ), del siglo XV .
3.° El Strozzianus 57 (Σ), del siglo XV .
El Vindobonensis Palatinus 3155 (V ), del siglo XV .
Todos los códices del grupo tercero tienen la particularidad de presentar las Vidas en un orden diferente del que es habitual.
El stemma codicum propuesto por Malcovati está basado en la existencia de un original del que saldrían dos arquetipos o, por mejor decir, un arquetipo con dos copias, de las cuales la más importante sería el A .
La colación de un nuevo manuscrito español, el Scorialensis 0-1-10 (Scor .), ha llevado a González Rolán a establecer las relaciones del códice A y del Scor . con los manuscritos estudiados por Malcovati, pertenecientes a la primera familia, sobre todo con Dan . y P .
El antedicho Scorialensis es un manuscrito del siglo XV .
El estudio comparativo llevado a efecto por el profesor González Rolán le ha permitido sacar conclusiones que reforman el stemma codicum propuesto por la profesora Malcovati, conclusiones que, para una mejor comprensión de dicho stemma codicum , tratamos de sintetizar.
Afirma que tanto el Scor . como el A proceden de un mismo arquetipo perdido, al que él denomina y .
Que el Scor . está más cerca de dicho arquetipo que lo está el A , por lo que lo considera como una copia fiel del arquetipo y .
De la comparación de Scor . y A con los códices de la primera familia (x ), propuestos por Malcovati, deduce el autor que tanto unos como otros, es decir Scor ., A y los demás de la primera familia de los dados por Malcovati son copias de un arquetipo común, que González Rolán llama z .
En consonancia con estos hechos, el stemma codicum propuesto por el profesor González Rolán queda estructurado del siguiente modo:
5. Fuentes .
De los testimonios del propio Nepote se desprende que sentía una gran admiración por Tucídides, a quien en la Vida de Temístocles , capítulos nueve y diez, considera muy superior a los demás historiadores contemporáneos suyos.
En la Vida de Agesilao se nos muestra defensor de Jenofonte, al que prefiere como fuente en esta Vida , sin duda porque Jenofonte había conocido íntimamente al propio rey Agesilao.
Si tuviéramos que juzgar las preferencias de nuestro autor por lo que él dice de los historiadores griegos, habría que adjudicar a Tucídides el primer puesto; pero ello sería engañoso, ya que en la mayoría de los hechos, sobre todo en los de origen más incierto y de carácter histórico menos serio, en realidad sus fuentes han sido historiadores como Teopompo, Eforo y Timeo, al segundo de los cuales no lo cita nunca; a Timeo tan sólo una vez en la Vida de Alcibíades , en el capítulo 11, y a Teopompo en el mismo pasaje anterior y en el capítulo tercero de la Vida de Ifícrates . Las condiciones de estos historiadores estarían más en consonancia tal vez con el carácter e intencionalidad de las Vidas .
Por otra parte no veo nada extraño el desdén y olvido que Nepote tiene de Herodoto, cuya historia de poco podría servirle a nuestro autor para sus fines. La profundidad del pensamiento teológico-religioso de la historiografía herodotea debió parecerle a Cornelio, de tendencia más pragmática y moralizante y, por qué no decirlo, más simplista, una meta inalcanzable, a la que se vería obligado a renunciar «a priori».
Desgraciadamente en este sentido Nepote, a mi juicio, cometió un doble error: acudir a las fuentes de aguas menos purificadas y, lo que fue aún peor, hacer mal uso de éstas.
Su impenitente inclinación a la hipérbole, a deformar los hechos históricos, es en él demasiado frecuente, incluso para un regular biógrafo, por lo que altera no pocas veces el pensamiento de su modelo. Hay hechos incontestables a este respecto: Tucídides cuenta que, cuando Temístocles quería entrevistarse con el rey persa, trata de aprender la lengua de éste sólo en la medida que le permitiera cumplir con su objetivo. Nepote, sin embargo, exagera diciendo que llegó a hablar tan perfectamente la lengua persa como pocos lo hicieran de entre los mismos persas 17 .
Así, también Jenofonte, en su Elogio de Agesilao , alaba el escaso boato de la casa real y afirma que era tan sencilla su ornamentación que bien podría pensarse que las puertas de la casa eran las mismas que habían servido en vida de Aristodemo. Nepote lleva esta idea de Jenofonte a sus últimas consecuencias al decir que la mansión de Agesilao era la misma que la que había habitado Eurístenes, el primero de los de la estirpe de Agesilao.
Todas estas deformaciones, a los ojos de un crítico, no son sino auténticas aberraciones inadmisibles en el marco de una verdadera historia; pero yo creo que no lo son enmarcadas en la obra nepotiana. Él ama por encima de las cosas a los hombres, a sus héroes, y de aquí su énfasis, sus exageraciones, sus anacronismos, sus confusiones, sus alteraciones de la realidad histórica, que, como ya he apuntado en otro lugar, no debieron de producir en él desasosiego alguno.
Todo esto en conjunto nos permite ver en él más que a un biógrafo desinteresado e imparcial a un panegirista, al menos con ciertas reservas, lo que de una u otra manera le coloca a una distancia abismal de las características de un auténtico historiador, de donde la inexorable secuela de falta de sentido crítico histórico de que adolece su obra.
6. Ediciones y traducciones .
La «edición princeps» es la de Utrecht del año 1542, basada entre otros en el Codex Danielinus , cuya importancia radica en que, además de ser la primera, constituye el único testimonio de pervivencia de uno de los manuscritos más famosos e importantes de la obra de Nepote.
Vosio publica en 1667 en Leipzig su edición, acompañada de abundante comentario, que será reimpresa en el 1675.
Ya en la primera mitad del siglo XVIII aparece la de VAN STEVEREN del 1734, reeditada en 1773.
Es a partir de finales de la primera mitad del siglo XIX cuando se dejan ver las mejores ediciones.
La de C. L. ROTH , Basilea, 1841, es de un valor extraordinario por el número de códices colacionados en ella mediante los cuales se establece el códice prototipo. Se trata de una edición un tanto escrupulosa, que registra hasta los más mínimos errores de ortografía.
En 1849 aparece la primera edición de NIPPERDEY , Leipzig, 1849, que alcanzará hasta la undécima, la NIPPERDEY -WITTE , Berlín, 1913.
En París, A. MONGINOT publica su segunda edición en el 1882, digna de resaltarse por sus abundantes comentarios a pie de página en los que se incluyen no pocas observaciones de carácter crítico.
En Leipzig, en el 1871, se imprime la famosa edición de C. HALM , que habrá de servir a Guillemin para reproducir en gran parte su aparato crítico.
Ya en el siglo XX , A. M. GUILLEMIN publica en 1923 en París su primera edición, que llegará a la tercera en 1970, con traducción francesa, y que, salvo algunas importantes variantes, nos ha servido de base, junto con la de Malcovati, para nuestra traducción.
Superior a ésta, sobre todo desde el punto de vista crítico, es la de MALCOVATI , Torino 1934 y 1945 (2.a ) que se distingue por la gran cantidad de manuscritos en ella recogidos, la sensatez en la elección de las variantes y respeto a los códices.
Por lo que hace a las ediciones españolas nos limitaremos a reseñarlas y datarlas, ya que los títulos de las mismas son excesivamente prolijos, hasta el límite de que algunos de ellos son de por sí un auténtico juicio de su contenido.
Siguiendo la colación de Menéndez y Pelayo (Bibliografía Hispano-Latina VII, Madrid, 1951, págs. 169-173), enumeramos las siguientes:
JUAN DE ANGULO , Alcalá, 1521-1538, en letra gótica.
AUGUSTO ESCUDERO , Villagarcía de Campos, 1764, que el autor dedica al P. Francisco Idiáquez.
ALFONSO GÓMEZ ZAPATA , Madrid, 1788, del cual se hacen grandes elogios en el Memorial Literario de enero de 1789.
REAL ACADEMIA LATINA , Madrid, 1806.
FRANCISCO IDIÁQUEZ , Madrid, 1817.
VICENTE SALVÁ , París, 1838, 1844 (2.a ) y 1857 (3.a ).
ALFONSO GÓMEZ ZAPATA , Madrid, 1847 (7.a ).
JUAN B. GUIM , París, 1857.
Traducciones españolas . — Hay una edición del texto de Nepote y traducción con introducción y notas de D. Agustín MILLARES CARLO , Méjico, 1947, en la «Bibliotheca scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana».
En 1783 Rodrigo DE OVIEDO , catedrático de Buena-Versión en los Reales Estudios de Madrid, publicó su traducción, que sigue una edición de Amsterdam del 1706.
En 1652 Juan MATEO SÁNCHEZ tradujo la Vida de Epaminodas , acompañando la traducción con disquisiciones de orden político, rememorando una vez más el Marco Bruto de Quevedo.
Jose Nicolás DE AZARA (Madrid, 1804) tradujo la Vida de Tito Pomponio Ático , traducción que aparece inserta en la Vida de Cicerón de Midleton.
Solamente a título de curiosidad citaremos la traducción de F. de P. SAMARANCH , inserta en Biógrafos y Panegiristas Latinos , Madrid, 1969, y hemos dicho a título de curiosidad ya que, más que de una auténtica traducción, se trata de una adaptación española, sacada directamente de la traducción francesa de Guillemin, adaptación que afecta no sólo al texto traducido, sino incluso a las notas a pie de página.
En cuanto a nuestra traducción sólo nos resta decir que hemos procurado, en la medida de lo posible, mantener el paralelismo sintáctico entre ella y el texto latino, cuando las circunstancias eran favorables.
Aunque no se trata evidentemente de una edición crítica, hemos tenido muy presente respetar en el texto las lecciones de los manuscritos que figuran como los mejores, aceptando conjeturas sólo en los casos en que el texto apariecía evidentemente corrupto.
Hemos preferido, si ello no implicaba defecto en la comprensión, evitar una excesiva libertad de traducción, pensando que esto hubiera situado al lector lejos del verdadero estilo de Nepote. No obstante, en los períodos gramaticales en exceso prolíferos en oraciones subordinadas, nos hemos liberado un poco del servilismo sintáctico en aras a una mejor comprensión, exonerando así la traducción de esa fatiga que produce en el lector en tales casos.