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TEMÍSTOCLES
SINOPSIS
1. Juventud de Temístocles. Sus comienzos en la vida pública. — 2. Segunda Guerra Médica. Guerra de Corcira. Invasión de Grecia por Jerjes. — 3. Las Termópilas. Batalla de Artemisio. — 4. Jerjes destruye Atenas. Batalla de Salamina. — 5. Estratagema de Temístocles y retirada de Jerjes. — 6. Construcción del puerto del Pireo. Reconstrucción de las murallas de Atenas. — 7. Defensa hecha por Temístocles ante el Senado espartano de los derechos de Atenas. — 8. Destierro de Temístocles. Su estancia en Argos, Corcira y Asia. — 9. Carta que envía Temístocles a Artajerjes. — 10. Sus últimos días en Magnesia. Teorías sobre su muerte.
Juventud de Temístocles. Sus comienzos en la vida pública
Temístocles, hijo de Neocles, ateniense. [1 ] Los vicios de su adolescencia se vieron corregidos 42 con tan grandes virtudes, que difícilmente nadie 43 le pudo aventajar en ellas y pocos fueron los que le igualaron. Pero preciso es comenzar la 〈historia de Temístocles〉 desde el principio.
[2] Neocles 44 , su padre, era de familia noble y casó con una oriunda de Acarnania que gozaba del derecho de ciudadanía, y de la que nacería Temístocles, quien, reprobado por sus padres por la licenciosa vida que llevaba, malgastando la hacienda familiar, fue desheredado 45 por su padre. Pero esta afrenta no sólo no lo hundió, sino que levantó más aún su ánimo.
[3] En efecto, pensando que no podía hacer que tal afrenta quedara en el olvido si no era poniendo en ello todo su esfuerzo, se dedicó por entero a la vida pública, tratando de este modo de adquirir fama y amigos. Por ello solía participar asiduamente en las causas civiles, tomando con frecuencia la palabra en las asambleas del pueblo; sin su consentimiento no solía hacerse nada que fuese de cierta importancia; comprendía casi intuitivamente lo que debía hacerse en cada momento y en sus discursos era 46 de una gran claridad de ideas; a [4] la hora de llevar a efecto algo, mostraba la misma aptitud que cuando lo meditaba, pues, como dice Tucídides, juzgaba con toda exactitud las situaciones del momento y preveía con gran sagacidad el futuro. De este modo se convirtió en poco tiempo en un hombre célebre.
Segunda guerra médica. Guerra de Corcira. Invasión de Grecia por Jerjes
Su primer paso en la carrera política [2 ] fue con motivo de la guerra de Corcira 47 : el pueblo le eligió general y le puso al frente de la misma. Y no sólo durante esta guerra, sino en el tiempo posterior a ella hizo de Atenas una ciudad más belicosa. En efecto, viendo que la recaudación que se [2] obtenía de la explotación de las minas se dilapidaba por la prodigalidad que los magistrados realizaban cada año, convenció al pueblo para que con este dinero se construyera una flota de cien navíos 48 . Ultimada [3] con toda rapidez esta flota, primeramente derrotó con ella a los de Corcira y luego persiguiendo a los piratas, consiguió la seguridad en el mar. Durante esta guerra enriqueció a los atenienses e hizo de ellos los más avezados en la guerra naval.
Cuán importante fue esto para la seguridad de la [4] Grecia entera se puso bien de manifiesto en la guerra contra los persas. En efecto, Jerjes emprendía la guerra contra toda Europa por mar y por tierra con un ejército tan numeroso cual nadie antes de él ni después tuvo. Su flota constaba de mil doscientas naves de guerra a [5] las que había que sumar otras doscientas de carga, mientras su ejército de tierra lo formaban setecientos mil infantes y cuatrocientos mil jinetes.
Llegó a Grecia la noticia de su inmediata invasión [6] y se decía que eran sobre todo los atenienses contra quienes se dirigía, por lo de la batalla de Maratón; por lo cual éstos enviaron legados a Delfos para consultar acerca de lo que era conveniente hacer. A los que habían ido a consultar la Pitia les respondió que se fortificaran con murallas de madera.
[7] Como quiera que nadie 49 entendía el significado de tal respuesta, Temístocles les convenció de que el consejo de Apolo era que se embarcaran junto con sus enseres; que tal era lo que el dios quería decir al hablar [8] del muro de madera. Aceptada esta decisión, añaden a las ya citadas naves otras tantas trirremes, llevando en ellas sus bienes muebles, unos a Salamina y otros a Trecene 50 , mientras entregan a los sacerdotes y a un pequeño grupo de ancianos la acrópolis y el cuidado de las ceremonias religiosas, abandonando el resto de la ciudad.
Las Termópilas. Batalla de Artemisio
[3 ] La decisión de Temístocles no era del agrado de la mayor parte de las ciudades, a las que les parecía mejor que se luchara en tierra. Por ello se enviaron, a las órdenes de Leónidas, caudillo de los lacedemonios, tropas escogidas, para que ocuparan las Termópilas, impidiendo así que los bárbaros avanzaran demasiado. Los soldados no pudieron aguantar el impetuoso ataque del enemigo y murieron todos en este lugar 51 .
La armada confederada griega, compuesta por trescientas [2] naves, de las que doscientas 52 eran atenienses, entabló combate por primera vez con la flota real en Artemisio, entre Eubea y el continente. Temístocles procuraba buscar siempre lugares angostos para no verse rodeado por la multitud de enemigos. Entonces, [3] aunque habían terminado el combate ni victoriosos ni vencidos 53 , no se atrevieron a permanecer en este lugar, ya que se corría el riesgo de que, si una parte de la flota enemiga conseguía doblar Eubea, se encontrarían cogidos por un frente doble. Esto fue la causa de [4] que se retiraran de Artemisio y anclasen su flota en Salamina, dando vista a Atenas.
Destrucción de Atenas por Jerjes. Batalla de Salamina
Jerjes, tras apoderarse de las Termópilas, [4 ] se dirige rápidamente a Atenas y, encontrándola indefensa, mata a los sacerdotes que encuentra en la acrópolis y la incendia. Los soldados [2] de la flota, aterrados por el fuego, no se atrevieron a permanecer en las naves y, siendo la mayoría de la opinión de volver a sus países y defenderse tras sus murallas, sólo Temístocles se resistió a ello, alegando que todos juntos podrían detener al enemigo, jurándoles incluso que, separados, estaban condenados a morir, al mismo tiempo que a Euribíades 54 , rey de los lacedemonios 55 , a la sazón investido del mando supremo, le aseguraba que tarde o temprano esto tendría que suceder.
[3] No pudiendo convencerle hasta el punto que él deseaba, eligió de entre sus esclavos al más fiel 56 que tenía y le envió al Rey para anunciarle en su nombre que sus enemigos se habían dado a la huida, añadiendo [4] que, si llegaban a disgregarse, la guerra le resultaría más laboriosa y larga, al verse obligado a atacar a cada uno por separado, mientras que, si les atacaba al instante, en poco tiempo los vencería a todos. De este modo conseguía obligarles a luchar contra su voluntad. [5] El bárbaro, oído esto, y sin sospechar engaño ninguguno, al día siguiente atacó en un lugar muy desfavorable para él y, al contrario muy favorable para el enemigo, en una zona del mar tan angosta, que apenas si pudo desplegarse su numerosa flota 57 . Así resultó vencido más por la sagacidad de Temístocles que por las armas de Grecia.
Estratagema de Temístocles y retirada de Jerjes
Aunque las cosas le habían ido [5 ] mal, sin embargo contaba aún con tal número de tropas como para poder derrotar a sus enemigos; pero por segunda vez fue apartado de su posición 58 por el mismo Temístocles.
Temístocles, en efecto, temeroso de que (Jerjes 59 ) decidiera continuar la guerra, le hizo saber que en esos momentos se estaba decidiendo en asamblea cortar el puente que él había mandado construir en el Helesponto e impedir de esta manera su regreso a Asia, y consiguió que se lo creyera. Así logró volver a Asia en menos [2] de treinta días, siguiendo el mismo camino por el que antes había invertido seis meses en llegar, pensando que Temístocles no sólo no le había vencido sino que había sido su salvación. De este modo fue como Grecia [3] se vio libre gracias a la habilidad de un solo hombre, y Asia sucumbió a Europa.
Esta es la segunda victoria, que bien podría compararse con la de Maratón, ya que, del mismo modo que en Maratón, en Salamina la flota más grande que se recuerda fue vencida aparatosamente por un insignificante número de naves.
Construcción del puerto del Pireo. Reconstrucción de las murallas de Atenas
Grande fue Temístocles en esta [6 ] guerra, pero no lo fue menos en la paz. En efecto, los atenienses venían usando el puerto de Falero, demasiado pequeño y poco apto, y he aquí que por decisión suya se acondicionó el triple puerto del Pireo y se amuralló en su alrededor hasta el punto que llegó a igualar en magnificencia a Atenas, e incluso la superó en eficacia.
[2] Él mismo reconstruyó las murallas de Atenas con riesgo de su propia persona 60 . Pues los lacedemonios, que habían encontrado un pretexto suficiente en las invasiones bárbaras para decir que no era conveniente que fuera del Peloponeso existiera ciudad alguna, por si, al convertirse en lugares fortificados, los enemigos acababan apoderándose de ellos, al ver que los atenienses las edificaban, ponían todo su empeño en impedírselo. [3] Y esto lo deseaban por causas muy distintas de las que querían aparentar. Y es que los atenienses con dos victorias, la de Maratón y la de Salamina, habían conseguido ante todas las naciones tan gran gloria que los lacedemonios sabían que la lucha con los atenienses [4] por la primacía de Grecia era inevitable. Por ello querían que los atenienses se vieran lo más indefensos posible. Cuando se enteraron de que los muros se estaban levantando, enviaron a Atenas mensajeros para intentar impedirlo. Ante la presencia de éstos, desistieron, diciendo que les enviarían legados a Lacedemonia para resolver este asunto.
[5] Temístocles asumió la responsabilidad de esta embajada, siendo el primero en marchar; recomendó que los restantes legados salieran de Atenas sólo cuando se estimara que la altura del muro construido era suficiente, aconsejándoles que mientras tanto todos, esclavos y libres, trabajasen y sin respetar lugar alguno, ya sagrado, ya profano, bien privado o público, recogiesen por doquier cuanto estimaran que podría ser material adecuado para la fortificación. Por ello las murallas de Atenas estaban construidas de pequeños santuarios y tumbas.
Fuerte defensa ante el Senado de Esparta de los derechos de Atenas
Temístocles, cuando llegó a Lacedemonia, [7 ] no quiso presentarse a los magistrados 61 , sino que, poniendo como pretexto que estaba esperando a sus colegas, procuró darle largas al asunto. Cuando los lacedemonios se estaban quejando [2] de que a pesar de todo las obras continuaban y de que él les estaba engañando, en ese momento se presentaron todos los demás legados. Enterado por éstos de que no quedaba ya mucha obra por hacer, se presentó a los éforos 62 lacedemonios, que ejercían el sumo poder, tratando de demostrarles que cuanto les habían dicho era falso y que en consecuencia creía justo que ellos enviaran a hombres honestos y nobles, dignos de toda confianza, para que investigaran y mientras tanto le tomasen a él como rehén.
Se le hizo caso y se enviaron a Atenas tres legados, [3] que habían ejercido las más altas magistraturas. Temístocles dispuso que junto con éstos marcharan también sus colegas, aconsejándoles que no dejasen salir (de Atenas) a los legados de los lacedemonios antes de que le dejasen libre a él. Cuando estimó que los legados debían [4] haber llegado a Atenas, se presentó a los magistrados y senado de los lacedemonios haciéndoles con entera libertad la siguiente confesión: que los atenienses por consejo suyo y haciendo uso del derecho común de gentes habían rodeado con murallas a los dioses públicos, a los de su propia patria y a sus Penates 63 para poderlos defender mejor de sus enemigos y que lo habían [5] hecho así en provecho de Grecia. Precisamente porque habían hecho de su ciudad un baluarte contra los bárbaros era por lo que las flotas reales habían fracasado [6] dos veces en su ataque 64 . Que los lacedemonios habían obrado perversa e injustamente al poner sus miras más en la defensa de su primacía que en los intereses de toda Grecia. Por lo tanto, si querían que los legados, que habían enviado a Atenas, regresaran a Esparta, tendrían que dejarle salir a él, pues de otro modo éstos jamás volverían a sus patria.
Destierro de Temístocles. Su estancia en Argos, Corcira y Asia
[8 ] A pesar de todo esto (Temístocles) no pudo librarse de la envidia de sus propios conciudadanos; en efecto, por los mismos temores por los que Milcíades había sido condenado, lo fue él al destierro 65 , retirándose a vivir a Argos.
[2] Mientras vivía allí rodeado de grandes honores, ganados por sus muchas virtudes, los lacedemonios enviaron a Atenas legados para que le acusaran durante su ausencia de haber hecho un pacto con el Rey persa para aplastar a Grecia.
Por esta acusación se le condenó en su ausencia por [3] el delito de traición. Cuando se enteró de esto, al no sentirse suficientemente seguro en Argos, se marchó a Corcira. Al darse allí cuenta de que los ciudadanos más importantes temían que por su causa los lacedemonios y atenienses atacaran a los de Corcira, se refugió en la corte de Admeto, rey de los molosos 66 , con quien se consideraba vinculado por lazos de hospitalidad 67 .
Llegado aquí y en un momento en que el rey se hallaba [4] ausente, para obligarle más aún a recibirle y defenderle, se apoderó de una hija 68 de Admeto de corta edad, refugiándose con ella en el santuario doméstico, lugar que solía venerarse con sumo respeto religioso. No salió de allí hasta que el rey, estrechándole su diestra, le diera garantías de protección.
Las cumplió: aunque los atenienses y lacedemonios [5] reclamaron de manera oficial que se lo entregara, él no sólo no lo traicionó, entregando a su suplicante, sino que le aconsejó que se precaviera, ya que le sería difícil seguir viviendo sin riesgo en un lugar tan cercano (a Grecia). Por ello el rey ordenó que se le condujera a Pidna 69 , dándole toda la protección que fue necesaria.
[6] Embarcó sin ser notado por los marineros. Arrastrada la nave a causa de una gran tempestad a Naxos, donde a la sazón se encontraba el ejército ateniense, Temístocles se dio cuenta de que, desembarcando allí, estaríaperdido. Obligado por esto, descubrió al dueño de la nave quién era, prometiéndole muchas cosas si le salvaba. [7] Aquél, movido a compasión por un hombre tanilustre, ancló la nave durante un día y una noche 70 lejos de la isla, en alta mar, no permitiendo que nadie abandonara la nave. De allí marchó a Éfeso, en donde dejó a Temístocles, quien más tarde le recompensó por este favor.
Carta enviada por Temístocles a Artajerjes
[9 ] Ya sé que la mayor parte de los historiadores dijeron que Temístocles había pasado a Asia durante el reinado de Jerjes. Pero yo presto mayor confianza a Tucídides, tanto por ser el más próximo en el tiempo (a los hechos narrados)de entre cuantos escribieron la historia de aquellas épocas, cuanto por ser de la misma ciudad. Él dice que era Artajerjes a quien había acudido, previo envío de [2] una carta en los siguientes términos: «Acudo a ti yo, Temístocles, que de entre los griegos he sido el que más daño ha causado a tu casa, al verme obligado a luchar [3] contra tu padre por defender a mi Patria. Pero también yo le hice mucho más bien, cuando yo estaba seguro y él comenzaba a encontrarse en peligro; pues terminada la batalla de Salamina, cuando él quería volver a Asia, se enteró, por carta que yo le escribí, de que se estaba procurando la destrucción del puente que había hecho construir en el Helesponto, y que se hallaba rodeado por el enemigo; gracias a mi aviso se pudo ver libre de este peligro.
Ahora he huido a tu presencia, hostigado por toda [4] Grecia, en busca de tu amistad; si consigo alcanzarla, me tendrás como un amigo tan bueno cual enemigo valeroso fuí para él. Te suplico, pues, que me concedasel plazo de un año para (tratar) de las cosas que quierodiscutir contigo y que, una vez transcurrido este plazo, me permitas ir a tu presencia».
Sus últimos días en Magnesia. Teorías sobre su muerte
Sintiendo gran admiración por [10 ] una grandeza de alma tal y deseandoganarse para sí a un hombre de talescondiciones, el rey le concedió el permiso. Él durante todo este tiempo se dedicó por entero al estudio de la cultura y de la lengua de los persas; hasta tal punto se impuso en ellas que, según se dice, hablaba ante el Rey con mucha mayor soltura que podían hacerlo los nacidos en Persia 71 .
Tras haberle hecho al Rey muchas promesas, entre [2] las cuales la más agradable fue la de que, si estaba dispuesto a seguir sus consejos, conquistaría Grecia, volvió a Asia, cargado de honores por Artajerjes, estableciendo su residencia en Magnesia 72 . El rey le había [3] dado esta ciudad diciéndole que ella le proveería de pan (esta región solía producir de renta cincuenta talentos al año); pudiendo adquirir de Lámpsaco el vino y de Miunte el resto de los víveres.
De él han perdurado íntegros hasta nuestros días dos monumentos: la tumba, cerca de la ciudad 73 , en la que estuvo enterrado, y su estatua en el foro de Magnesia.
[4] Por lo que hace a su muerte los historiadores han emitido teorías diversas 74 ; pero yo me atengo al testimonio de Tucídides por encima de los demás, cuando dice que murió en Magnesia de enfermedad natural, si bien no niega haberse difundido la noticia de que se envenenó por propia voluntad, pues desesperaba de no poder cumplir la promesa que hizo al rey de someter a Grecia.
[5] El mismo (Tucídides) ha dejado constancia de que sus amigos dieron sepultura a sus restos en Ática ocultamente, ya que las leyes no lo permitían, por haber sido condenado por traición.
42 Los manuscritos A, B dan emundata . Sigo la corrección propuesta por Nipperdey (In C. N ., pág. 16), emendata , estimando que la primera forma no aparece atestiguada en latín hasta Columela.
43 Aunque nuestro autor es dado a la hipérbole, en este caso no debe considerarse exageración, pues Tucídides (I 138) se deshace en elogios en la persona de Temístocles.
44 Plutarco (Temístocles , I) dice que Neocles no era de los distinguidos en Atenas, siendo de Frear, uno de los pueblos de la tribu de Leóncide. Por lo que respecta a la madre de Temístocles, de un poema de Anfícatres parece colegirse que su nombre era Abrotono, de origen tracio. Fanias (según Plutarco) afirma que su madre no era tracia sino de Caria y que su nombre era Euterpe. Por su parte Neantes de Cizica le hace descender de la ciudad de Halicarnaso. En lo que parecen estar de acuerdo todos es en afirmar que no era ateniense, si bien, según nuestro autor, gozaba del derecho de ciudadanía ateniense.
45 Según Plutarco (Temis . II) esto es falso: «Todas las demás relaciones, que sobre esto han inventado algunos, como son el que su madre se suicidara por el deshonor de su hijo o que su padre le desheredara, hay que tenerlas como falsas».
46 La importancia del códice Danielino o Gafaniano me ha inducido a aceptar el texto facile eadem oratione explicabat .
47 Plutarco (Temis . IV) se refiere también a esta guerra, pero no dice que fuera contra Corcira sino contra Egina, que era por entonces la dueña del mar por el número de sus naves. Lo mismo afirma Heródoto (VII 134).
48 El dinero que los atenienses sacaban de la explotación de las minas de Laurio estaba a punto de ser distribuido a razón de diez minas a cada uno.
49 Afirmación gratuita por parte de Nepote, ya que Heródoto (VII 142) habla de una doble interpretación dada por el congreso del pueblo a la respuesta del oráculo: la primera la de aquellos que la interpretaron como que la acrópolis quedaría salva, por estar desde antiguo defendida por una estacada, que era el muro al que se refería el oráculo; la segunda la de aquellos que identificaban el muro, citado por el oráculo, con las naves.
50 Ciudad de la Argólida en la misma entrada del golfo de Salónica. Plutarco (VII 10) dice que los atenienses dejaron a sus padres y mujeres en Trecene, donde fueron honrosamente recibidos.
51 Heródoto cita los epitafios colocados en honor de los caídos en las Termópilas: «Contra tres millones pelearon solos aquí en este lugar cuatro mil peloponesios». Y el de los espartanos: «Habla a los lacedemonios, amigo, y diles que yacemos aquí obedientes a sus mandatos».
52 Heródoto (VIII 1) habla de ciento veintisiete naves atenienses, aunque en el capítulo XLIV cita ciento ochenta; Plutarco da también el número de ciento ochenta naves atenienses.
53 En efecto la batalla de Artemisio no decidió nada ni en favor ni en contra de Atenas, pero los atenienses aprendieron la lección de que en la lucha no vence quien más grita ni más naves posee, sino el que está dotado de coraje y valor. Así Píndaro, refiriéndose a esta batalla, dice:
A la libertad seguro y claro asiento
dieron los hijos de la preclara Atenas .
54 La entereza de ánimo de Temístocles queda de manifiesto en el diálogo, mantenido con Euribíades, recogido por Plutarco: «Dícele Euribíades: ‘Oh Temístocles, en los juegos, a aquellos que se adelantan les dan de bofetadas.’ ‘Sí’, responde Temístocles, ‘pero no coronan a los que se quedan atrás’». Al tratar de darle Euribíades un bastonazo, Temístocles le dijo: «Bien, pega, pero escucha».
55 Según Heródoto (VIII 42) Euribíades era natural de Esparta y no era de familia real.
56 El nombre de este esclavo era Sicino, persa por nacimiento, pero muy fiel a Temístocles.
57 Del testimonio indirecto de Plutarco se deduce que el lugar debió ser la zona limitada por el templo de Hércules y Salamina, que es por donde ésta dista menos de Atenas.
58 He respetado la expresión de Cornelio gradu depulsus est conservando así la intención del autor, que quiere emplear una metáfora tomada de la lucha entre los gladiadores.
59 Una de las características más típicas del estilo de Nepote son sus cambios bruscos de sujeto en verbos, que se encuentran en la misma persona gramatical, lo que me obliga y obligará a veces a tener que suplir entre paréntesis el sujeto verbal para evitar confusiones.
60 Parece deducirse por el ordenamiento de los hechos, narrados por Nepote, que la construcción del puerto del Pireo fuera anterior a la construcción de las murallas de Atenas, lo que está en evidente contradicción con los datos de Plutarco (XIX) y Tucídides (I 93).
61 Magistrados, que gozaban de gran poder en Esparta. Fueron creados, según Plutarco, por Teopompo con la intención de que su poder fuera como un contrapeso del poder real. Se vienen a corresponder en orden a sus poderes con los tribunos de la plebe romanos.
62 Los éforos .
63 Dioses públicos, es decir, los dioses comunes a toda la Grecia; los privados o particulares de Atenas y los Penates o dioses familiares.
64 La expresión de Nepote fecisse naufragium bien podría traducirse por «hacer aguas», locución técnica de la marina, no exenta en este caso de una intencionalidad alusiva a las batallas de Maratón y Salamina.
65 Temístocles fue condenado, como la mayoría de los hombres importantes de Grecia, al ostracismo. Los términos testarum suffragiis aluden a la forma como en Grecia se decretaba la condena de ostracismo o condena al destierro durante diez años.
El ostracismo no era una pena impuesta por algún delito público, sino una medida de prevención frente a los máximos poderes de cualquier ciudadano. Cada año se consultaba al pueblo si debía plantearse un voto de ostracismo y en caso afirmativo el pueblo votaba (suffragium) en voto secreto, escribiendo en una teja (testa) el nombre del que, en virtud de sus grandes poderes, podía representar un peligro para las libertades del pueblo y en consecuencia merecía ser desterrado, dejándosele escoger el lugar de residencia. Temístocles eligió Argos.
66 Habitantes de una zona en la parte central del Epiro.
67 No entiendo las razones que tuviera Nepote para hablar de vínculos de hospitalidad entre Temístocles y Admeto. Tucídides dice que Temístocles se refugió en casa de Admeto, rey de los molosos, el cual le era desafecto. Con mayor precisión se manifiesta Plutarco al decir que Admeto miró siempre con odio a Temístocles, estando siempre dispuesto a vengarse de él, si le tuviese a mano. Justifica al mismo tiempo el que se refugiara en su casa, alegando que para Temístocles era menos peligrosa la ira de Admeto y de su familia que la del pueblo.
68 Al parecer fue la propia esposa de Admeto quien le instó a que hiciese esto, ya que entre los molosos era aquella la forma más sagrada de súplica.
69 Ciudad de Macedonia, del dominio de Alejandro Magno.
70 MONGINOT (nota al pasaje) señala que la expresión diem noctemque «resulta ambigua por cuanto que puede significar tanto ‘durante un día y una noche’ como ‘durante el día y la noche’, sea cual sea el número de días y noches de que se trate». Pero esto se dice también diu noctuque , por lo que se hace preferible la primera interpretación.
71 Una vez más surge en nuestro autor la inclinación a la hipérbole; tal vez se trate de una aportación personal un tanto arbitraria. Tucídides sólo dice que se empeñó en el estudio de la lengua persa cuanto mejor pudo.
72 Colonia tesala de Jonia, que no debe confundirse con Magnesia, ciudad lidia, lugar en el que Cornelio Escipión venció a Antíoco III en el 189 a. d. C.
73 Debe tratarse de la tumba mencionada por Pausanias. Tucídides menciona sólo la tumba erigida en la plaza pública de Magnesia. Por su parte Diodoro el Periegeta alude, como mera suposición, a una tumba de Temístocles existente cerca del Pireo, mientras su homónimo de Sicilia sólo cita la levantada en Magnesia. Cf. PLUT ., Temist . XXXII; PAUSA ., Attica 2; DIODORO , XI.
74 Tucídides dice que murió de enfermedad (cf. TUCÍD ., Guerra Pelop . I 138). Plutarco que bebió sangre de toro o un veneno muy activo: Vida de Temístocles , 31.