Читать книгу ¿A qué huele en tu habitación? ¿Su hijo adolescente fuma hachís? - Daniel Marcelli - Страница 11

Capítulo 1
¿De qué hablamos?
¿Y desde el punto de vista mental?

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♦ Dependencia

Cuando la necesidad de cannabis se ha vuelto diaria, cuando esta sustancia es imprescindible para dormir o sentirse mejor, puede decirse que se ha establecido una dependencia. En la mente del fumador se crea lo que en términos psicológicos se denomina un centrado en el producto, el cual se convierte en un punto de referencia único para el fumador dependiente: ¿cuándo podrá fumarse el próximo?; ¿cómo proveerse de las próximas piedras? Todos sus pensamientos se organizan en torno al cannabis. Si se añade a este mecanismo una necesidad urgente de fumar para no sentirse mal cuando se atenúe el efecto del anterior canuto… puede hablarse de cannabismo, es decir, de un consumo «duro» del cannabis.

Todo ello nos lleva a una observación importante: la tradicional separación entre drogas llamadas «duras» y las «blandas» no tiene sentido. Más allá del producto, es el uso que el joven hace de él lo que resulta más o menos problemático: ¿un porro de vez en cuando? ¿un paquete de tabaco al día? ¿un par de whiskies todas las noches? ¿una pastilla de éxtasis una vez a la semana? Hay que tener en cuenta tanto los perfiles de consumo como las sustancias. El hecho de limitarse a llevar a cabo una jerarquización de los productos psicoactivos representa un enfoque estéril desde el punto de vista médico. En cuanto al ámbito político, este punto de vista ha sofocado cualquier reflexión pragmática en el transcurso de los últimos treinta años. Durante este tiempo, el cannabis se ha instalado con toda tranquilidad en los centros de enseñanza secundaria.

Al margen de toda polémica, es obligado constatar que existe un riesgo real de dependencia del cannabis: el cannabismo. No obstante, cualquier comparación con la dependencia respecto a la heroína resulta absurda: en efecto, la heroína es capaz de provocar dependencia en muy poco tiempo; en cambio, en el caso del cannabis, la cantidad y la antigüedad de este hábito parecen tener menos importancia que la personalidad del fumador o que los acontecimientos que pueden desestabilizarle y fomentar su necesidad de fumar costo.

Dado que la adolescencia es a menudo un momento de vida caótico, los adolescentes fumadores están más expuestos a la dependencia del cannabis que los adultos jóvenes, sobre todo si comienzan a una edad temprana, es decir, antes de los quince años. Ahora bien, hoy en día ese es el promedio de edad de la primera experiencia. Como los promedios son lo que son, eso significa que muchos adolescentes han empezado antes: un dato alarmante.


♦ Escalada

La escalada hacia productos como la heroína o la cocaína resulta excepcional.

Si bien es cierto que todos los heroinómanos han consumido o siguen consumiendo cannabis, este no es, sin embargo, el origen de la toxicomanía de los opiáceos. Solamente la acompaña, eso es todo. Recordemos un ejemplo muy conocido: todos los ganadores de la primitiva juegan, ¡pero no todos se llevan el bote del premio! Dicho de otro modo, todos los heroinómanos consumen cannabis, pero no a la inversa.

Con el consumo de cannabis, la escalada que hay que temer es la que afecta a las cantidades de producto, lo que acaba desembocando en el cannabismo, la dependencia mental que hemos comentado más arriba.

Por otra parte, el cannabis puede llevar también al tabaquismo, sobre todo porque es más fácil dejar el chocolate que el cigarrillo convencional.

Por último, el consumo de cannabis en las fiestas favorece también – en algunos— la absorción del alcohol; y en particular en las fiestas tecno, el fumador de cannabis se siente más tentado por el éxtasis que puedan ofrecerle.

¿A qué huele en tu habitación? ¿Su hijo adolescente fuma hachís?

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