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Capítulo 1
¿De qué hablamos?
¿Qué fuman? El cannabis examinado con lupa

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Dicen hachís, chocolate, costo, mierda, canuto, peta… Nombres familiares para un producto que se ha vuelto banal y que no dan cuenta de la diversidad de formas de cannabis que se encuentra en el mercado.

Cannabis es el nombre latino del cáñamo, pero su uso se ha limitado a la designación del cáñamo índico (Cannabis sativa), una bonita planta verde de hojas dentadas cultivada desde hace milenios en todas las latitudes por su principio activo, el delta 9 tetrahidrocannabinol o THC. Después de distintas transformaciones, el THC puede comercializarse en forma de aceite, resina u hojas secas. Las dos últimas presentaciones son las más frecuentes.

La resina es producida por las flores de la planta hembra y tradicionalmente es muy rica en THC. Después de secarla, calentarla y comprimirla, se mezcla con diversos productos (betún, henna…) y luego se vende en pequeños rectángulos negruzcos o marrones que se denominan piedras. El contenido de THC depende de la calidad de las mezclas. Se sospecha que así circulan bajo cuerda auténticas porquerías. Pero, para los adolescentes informados, esta circunstancia casi forma parte del juego: saber con quién proveerse, no dejarse engañar con la calidad… ¡Pueden mostrarse muy exigentes con sus proveedores! «Tu costo suelta demasiado humo»; «Fulanito sólo vende chocolate demasiado cortado». No dudan en comparar y sacar partido de la competencia.

Con la piedra en el bolsillo, sólo falta conseguir papel para liar (cuyas ventas en España superan con gran diferencia las cantidades correspondientes al tabaco para liar…) y cigarrillos. La china de chocolate se calienta suavemente con el mechero, lo que permite desprender algunas migajas. Liado con tabaco en una hoja de papel para cigarrillos, acompañado de un trozo de cartón del paquete de cigarros, el porro está listo (véase el capítulo 3).

La resina de hachís también puede ingerirse. Algunos adultos la cocinan y tienen recetas muy elaboradas a base de resina de cannabis. Sin embargo, los adolescentes suelen conformarse con diseminar unas migajas de chocolate en una masa de bizcocho para hacer pasteles. Salvo para el que tiene la «mala suerte» de tropezar con una parte de bizcocho poco «condimentada», el cannabis así ingerido tiene efectos retardados, pero más marcados y duraderos que uno o dos porros compartidos en una velada.

Por último, para un efecto más fuerte, algunos consumidores experimentados confeccionan pipas de agua con botellas de plástico o trozos de bambú. El chocolate se quema con tabaco y el humo se aspira a través del agua según el principio del narguile. El efecto inicial del cannabis se ve potenciado y modificado: el canuto calma, mientras que la pipa «coloca». No obstante, esta práctica resulta más marginal, aunque es muy practicada por quienes han pasado a un consumo intensivo, e incluso toxicomaniaco, del cannabis.

La hierba —la maría— designa las hojas, los tallos y las flores de la planta simplemente secados como heno. Antes se hablaba de marihuana… La maría, muy buscada e incluso considerada ecológica (¡!), ya que no se corta con sustancias desconocidas, se consume un poco más que el costo (hierba y costo afectan respectivamente al 91 y al 85 % de los consumidores). La hierba puede fumarse tal cual en papel de liar (el cigarrillo así obtenido es bastante áspero y quema realmente el fondo de la garganta), pero casi siempre se mezcla con tabaco para formar un porro. Puede decirse que hay dos clases de hierba: la del «comercio», procedente de Holanda y vendida al mismo precio que el costo, y la hierba «casera», cultivada en un armario del piso o en el jardín. ¡Está muy de moda fumarse la propia producción!

El aceite de cannabis, un concentrado de THC extraído mediante disolventes, sólo afecta al 9 % de los usuarios. Es más difícil de encontrar e interesa más a los consumidores intensivos que a los jóvenes fumadores del sábado por la noche o a quienes lo prueban de forma ocasional.

¿A qué huele en tu habitación? ¿Su hijo adolescente fuma hachís?

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