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ОглавлениеCapítulo cinco
Jeremy
3 de junio de 2013
—Entonces, ¿qué se siente?
Naomi se gira hacia el sonido de mi voz y me observa con confusión mientras termina de comer una galleta y toma un trago de su gaseosa. Le sonrío y tengo la impresión de que quiere devolverme el gesto.
»¿Qué se siente verse tan hermosa con tan solo estar de pie?
Por un momento solo me observa como si poco a poco estuviese sopesando mis palabras. Termina por sacudir su cabeza y mostrar una leve sonrisa.
—Tú no tienes remedio —termina por decir.
—Yo no quiero un remedio, Naomi, a mí me gusta ser como soy.
—Y me gustas como eres. —Mi sonrisa crece y ella ríe de forma nerviosa—, no quise decirlo así, solo que…
—Tranquila, deja que la honestidad brote de ti.
La risa de Hilary se escucha mientras viene desde las escaleras siendo cargada por Doug. Sonrío, mi cuñada está teniendo un muy buen cumpleaños y Doug está demasiado feliz de por primera vez celebrar el cumpleaños de Hilary con ella sin tener que fingir que no le importa tanto.
—Hola. —Alguien muy pequeño tira de mi pantalón, bajo la vista y el pequeño de rizos me señala a la bebé de cabello llamativo sentada haciendo pucheros—. Halle quiere que la alcen. Va a llorar.
—¿Tu hermanita?
—Sí, nita quiere ser cargada.
A Naomi de inmediato le brillan los ojos como si fuera la oportunidad de su vida mientras toma al bebé del suelo; Halle, que tiene una de sus pequeñas manos dentro de su boca, le sonríe. Me agacho hasta estar a la altura de Dan.
—Eres un buen hermano. —Alboroto sus rizos y frunce el ceño no muy a gusto, sacude la cabeza—. Halle tiene suerte de tener un hermano como tú. ¿Siempre vas a cuidarla?
—Mi nita.
—Tu hermanita. —Sonrío.
—Dan. —Una voz infantil baja lo llama, volteo y veo el niño de Keith que mueve su pie en el suelo mientras le pide que vaya, de inmediato Dan me abandona para ir con él. Me pongo de pie de nuevo y pico con mi dedo el estómago de Halle haciéndola reír.
—Hola a ti, niña de ensueño.
—Ella es tan bonita —dice Naomi abrazándola como si se tratara de un muñeco—. Siempre he querido cargarla, pero cuando está con su mamá es un poco niña exclusiva y Kaethennis me intimida un poco.
—Kaethennis es muy amable cuando la conoces, tiene un carácter fuerte, pero es muy amigable si le agradas. Para cargar a Halle ella no es la difícil, el difícil es el papá, casi tendrías que arrancarla de los brazos de Harry. ¿Cierto, Halle?
Halle balbucea y con su mano llena de baba toca mi nariz, es tan adorable que no me asqueo solo por eso. Naomi hace ruidos de resoplidos mientras le besa la regordeta mejilla de forma ruidosa haciéndola carcajearse.
No sé qué tienen las risas de los bebés, pero de alguna manera siempre logran hacer sonreír a quienes los rodean.
Naomi se ve tan feliz y a gusto con Halle en sus brazos, que no hay manera en la que no logre ser madre alguna vez. Es algo natural en ella y se ve preciosa llena de toda esa felicidad.
El celular en mi bolsillo vibra, lo saco y estoy confundido de encontrar un mensaje de Ethan, o lo estoy antes de abrirlo.
Ethan: Límpiate esa desagradable baba, estás babeando más que Halle.
Ethan: Te estoy viendo ir hacia un camino sin retorno, pobre imbécil.
No puedo evitar reír antes de responderle.
Jeremy: Busca en el diccionario la definición de cinismo.
Jeremy: Por cierto, te recuerdo que amas a Andrew, podrías solo dejar de enviarle esas miradas e ir y unirte a la conversación con esa linda rubia.
Ethan: Mejor límpiate la baba y luego busca sentido común.
Jeremy: ¿Te di en algún punto sensible?
Ethan: No te vi golpeando mi polla, así que no hay ningún punto sensible.
Jeremy: Explícame, ¿por qué seguimos hablando por mensajes si, de hecho, puedo verte escribir tus respuestas?
Ethan: Porque te doy el privilegio de recibir mis mensajes, ahora te lo pierdes. No te responderé más.
Rio y guardo mi celular, volteo a verlo y finjo enviarle un beso, me guiña un ojo y vuelvo mi vista a Naomi que me observa divertida. Es evidente que ella ha notado todo el intercambio cariñoso a distancia que he tenido con Ethan y eso que no sabe los mensajes que acabamos de intercambiar.
—¿Demasiado raro?
—Eso fue extrañamente divertido, te llevas bien con todos ellos.
—Son como otros hermanos para mí, y, créeme, ahí donde lo ves serio y con su aire misterioso, fastidiarse con Ethan resulta muy divertido. Es fácil hacerlo rabiar, pero sabe dar respuestas buenas.
—Debe ser genial tener tantos amigos.
—Sí, estoy seguro de que todos esos locos también se volverán tus amigos. —Observo a Halle descansar la cabeza sobre el hombro de Naomi mientras acaricia de forma distraída su mejilla, parece estarse durmiendo—. Creo que le gustaste a Halle.
—Ella me encantó, ¿crees que pueda verla más seguido?
—No creo que Kaethennis tenga problema con ello, siempre está la opción de que vayas a hablar con ella ahora, la obligas a ser tu amiga y entonces tus posibilidades de ver a Halle serían enormes.
—Ese es un buen plan. —Ríe.
Una amplia sonrisa llena su rostro mientras sus ojos brillan. Es tan preciosa que siento una necesidad increíble de besarla.
Desde hace un tiempo sabía que me gustaba Naomi, pero no sabía que esto estaba atacándome tan fuerte. Me siento un poco jodido, porque todo en ella está gritándome que está cerrada ante cualquier posibilidad de un «nosotros», una relación.
—¿En qué piensas? —Me pregunta.
En ti. Típico, cliché y desgastado, pero es tan real.
Desde hace un tiempo, ella consume muchos de mis pensamientos y me asusta un poco. He pasado años de mi vida esperando el momento en el que conocería a la mujer indicada, temo que por fin la he encontrado pero que, sin embargo, nunca estaré con ella. Cuando Naomi habla sobre relaciones, es como si cerrara todas las puertas en mi rostro y no la culpo, tiene un pasado traumático que todavía la lastima.
Quisiera que lo dejara ir y entendiera que no todos los amores duelen de la manera equivocada. Sí, el dolor y el amor van de la mano, pero es un equilibrio. Mientras hay tristeza, también hay muchas alegrías y yo nunca le haría daño.
Conozco el dolor, lo viví, lo recuerdo, pero no me aferro a ello porque sé que mi pasado no destruirá mi futuro, porque quiero seguir y, sobre todo, quiero ser feliz. Ojalá en algún momento de su vida, Naomi también pueda llegar a tal conclusión, porque merece experimentar la felicidad y darse la oportunidad de amar, incluso si no es conmigo.
Me doy cuenta de que solo la estoy viendo y que ella está a la expectativa de una respuesta de mi parte, me cuesta recordar su pregunta, pero al final lo hago.
—En cuán deliciosas se ven estas galletas. —Me acerco hasta estar a una corta distancia, fijo mi mirada en ella mientras estiro mi brazo a su lado rozando su costado y tomando la galleta, le sonrío—. Halle se durmió.
—¿Sí? —Apenas susurra ante mi invasión de su espacio personal.
—Ajá.
Me alejo lo suficiente para que vuelva a estar cómoda y observo embelesado a la mujer que me gusta.
En algún punto, Harry viene por la pequeña para acostarla y Naomi se dedica a hablar con Hilary y Grace. Salgo al jardín para encontrarme con Doug, me siento a su lado en las escaleras que dan hacia el mismo.
—¿Pensativo? —pregunto. Se gira y me regala una tímida sonrisa—. ¿Qué pasa?
—Estoy asustado. Voy a ser papá y temo que haya algo en mí igual a Paul.
—Ni por asomo. No tienes que temer. Eres un buen hombre, Doug. Serás un padre aún mejor.
—No quiero cagarla, quiero ser el mejor para mi bebé y para Hilary, solo que no sé cómo serlo.
—Estás haciendo un trabajo estupendo hasta ahora, me parece. —Golpeo su hombro con el mío—. Estoy orgulloso de ti.
—Gracias, Jeremy. No olvido todas las cosas que hiciste por mí. —Veo como traga y la manera en la que sus ojos brillan—. Fui bendecido con un hermano como tú.
»Además, es bueno tener un hermano feo, así yo me veo mucho más guapo.
Rio y despeino su cabello. Permanecemos en silencio uno al lado del otro, pero no nos hace falta hablar porque estamos cómodos y durante muchos años de nuestras vidas, esto fue lo que hicimos, estar en silencio uno al junto a otro, haciendo ver que no estamos solos.
—¿Vas a admitirlo, Jeremy?
—¿Qué cosa?
—Que tienes sentimientos por Naomi.
Suspiro y veo hacia el cielo, luego vuelvo la vista a mi hermano menor, él está sonriendo.
—Me trae tan loco.
—Lo sabía. Parece que encontraste con quien construir tu felicidad.
—No es así de fácil.
—Lo bueno nunca es fácil, se lucha por ello.
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4 de julio de 2013
—¿Qué haces ahí de pie viéndome? —pregunta Hilary antes de soplar su nariz en un pañuelo.
—Pienso si quiero contraer tus gérmenes o no.
—No seas malo conmigo, tú siempre eres dulce.
—Tienes razón. —Rio entrando y sacando la mano que mantenía escondida a mis espaldas. Le muestro una barra de chocolate—. Traje un regalo para mi sobrino.
—Oh, Rayito y yo amamos ese regalo. Dame, dame.
Se la entrego y me siento a su lado en la cama observándola abrir rápido la barra de chocolate y darle un mordisco que le hace cerrar los ojos. Su nariz esta sonrojada debido a la irritación de la fuerte gripe que ha contraído y que le dio un gran susto a mi hermano.
—Gracias, Jeremy. Esta es toda la medicina que necesitaba.
—Pensé que toda la medicina que necesitabas eran los abrazos y besos de Doug.
—Eso también, pero el chocolate ayuda. —Se ríe.
—Te sienta bien el embarazo —halago. Y es la verdad.
Incluso aunque ahora está mocosa por el resfriado, luce radiante.
—Lo que sea que vas a decirme o preguntarme tiene que ver con Naomi, ¿verdad?
—No me creí tan evidente.
—Digamos que hoy amanecí psíquica y el chocolate me dio una pista.
—El abogado de Ronald quiere pautar una reunión los cuatro —comento—, es algo que me tiene un poco enojado.
—Eso le haría daño. —De inmediato, Hilary rechaza la idea.
—Lo sé y estoy seguro de que solo van en busca de endulzarla, como si lo que esa mierda hizo fuera solo un pellizco. No cederé ante eso, pero están atrasando tanto el agilizar los papeles.
»No sé qué contacto tiene ese animal o quién protege su culo, pero tiene que ser alguien con mucha influencia y dinero, porque es como correr una carrera de obstáculos. En teoría esto tendría que ser sencillo. Hay evidencias de que la golpeó hasta casi matarla, al menos esa vez porque no hay pruebas de las anteriores y aun así es como si pusieran una sábana sobre el asunto y él solo fuera un esposo amoroso queriendo recuperar a su amor. Me enferma.
—Naomi jamás querría volver con él.
—Y su puto abogado no lo entiende, el anterior abogado de Naomi era una mierda y creo que en secreto se dejaba chantajear y comprar por quien sea que cubre el culo de Ronald. Me está frustrando que esto esté tardando más de lo que debe. Ella se está poniendo inquieta porque cree que en cualquier momento él va a lastimarla.
Naomi necesita un respiro, vivir sin ningún rastro de ese miedo.
Hilary entrecierra sus ojos y me mira mientras come otro poco de la barra de chocolate, la trata como si de hecho fuera la última barra que comerá en su vida y debe disfrutarla como nunca. Sonríe con diversión.
—Te gusta mi amiga. Te gusta Naomi, ¿verdad?
—Déjame ver —finjo pensar—. Es hermosa, tiene una sonrisa preciosa, le apasiona el arte, es fácil hacerla reír, está muy buena, tiene una personalidad muy dulce y luchó por su vida.
»Crees que señalando todos esos puntos, ¿ella no me gusta?
—Creo que lo tienes mal con ella. Creo que quieres fusionar tu boca con la de ella, ya sabes, usando una de tus explicaciones sobre besarse. —Se ríe.
—Pero no es tan fácil.
—Hasta ahora creo que se ha demostrado que ninguna relación es fácil, es cuestión de no rendirse.
—No rendirse —repito—. No me enfoco en eso en este momento y no sé si lo haré más adelante, ahora mi enfoque está en darle su ansiada libertad. Es mi meta, y sé que lo lograré, mitad Dilary, no hay manera en la que le permita a esa bestia respirar siquiera cerca de ella.
Hilary toma mi mano aún en su vientre y la aprieta. Finjo ser todo un galán llevando su mano a mi boca y besándola.
—Gracias por ayudarla.
—Gracias a ti por darme la oportunidad de ayudarla.
—Técnicamente, entonces, las gracias van para Doug, porque fue su idea.
—Bendita sea la rubia.
—¿Qué hablan de mí? —Aparece Doug, que se acuesta al otro lado de Hilary luego de besar su vientre—. Espero que solo hablen cosas buenas.
—Claro. —Es todo lo que digo sonriendo.
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29 de julio de 2013
Volteo y una vez más miro a mi alrededor. No es que haya mucho que ver, es el pequeño jardín de lo que luce como una quinta, pero donde Naomi hace yoga.
Vuelvo mi atención a Naomi. Nunca me interesó ver a las personas practicar yoga o averiguar al respecto, sin embargo, aún si supiera no creo que algo me hubiese preparado para ver a Naomi hacer tan interesantes posturas.
Creo que comienzo a entender la cosa de «y hace yoga» a la que se refería Doug. Me siento un poco mal de emocionarme sexualmente ante ciertas posiciones, pero no se me puede culpar cuando veo su culo firme en una posición muy bonita y otras tres poses iguales de interesantes. Así que llevo la última media hora poniéndome en esta incómoda situación en donde la observo esperando a que termine.
También significa haberme sometido a media hora de ver a un tipo que hace yoga detrás de ella verle el culo, porque no soy el único notando su culo sexy y firme.
Cuando, por fin, la clase termina, el tipo parece decirle algo, pero ella me señala y muy a gusto yo saludo con mi mano. Se despide del tipo y se acerca a mí.
—Hola. —Suena relajada y yo observo una gota de sudor deslizarse dentro de su top ajustado que me hace ser consciente de sus pechos. Creo que hoy vine a torturarme.
Me gusta Naomi, eso ha sido establecido. Pero siempre ha sido con pensamientos dulces e inofensivos, y verla hacer yoga ha traído a mi mente imágenes muy distintas. No sé si es la falta de sexo o estoy pasando a la siguiente fase sobre interesarte demasiado por una mujer que no va a darte ni la hora.
Me preocupa que la siguiente fase sea masturbarme en su nombre, eso sería tan poco profesional pero tan inevitable.
—¿Jeremy? —dice y me doy cuenta de que solo la he estado observando. Aclaro mi garganta.
—Hola, Naomi. Eres muy buena en el yoga.
—¿Te parece? Me relaja mucho.
Lo que a ella la relaja a mí me tensa.
—Llegaste temprano, incluso pensé que podía decirte que me vieras en mi apartamento y así yo podía ducharme. Apesto.
—Créeme, no apestas, para nada —declaro antes de aclarar mi garganta—. Puedo llevarte a tu apartamento, si deseas ducharte.
—¿Qué tal si en lugar de una cafetería almorzamos en mi apartamento y me muestras los avances del proceso?
Que es la razón por la que estamos viendo luego de dos semanas de solo contacto por correos.
—Claro, está bien. Pero debo desocuparme en dos horas, tengo una reunión.
—Está bien, no voy a robarte mucho tiempo.
—Vale.
—¿Estás bien? Estás actuando un poco extraño.
Solo estoy muy excitado y no quiero espantarte.
—Estoy muy bien. Vamos.
La observo caminar delante de mí y trato de evitar que parezca que me la vaya a comer con los ojos, pero estoy seguro de que fallo miserablemente.
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Es una tortura. He estado sentado en su sofá sabiendo que hace un momento se estaba bañando y ahora se está vistiendo. Estoy incómodo y comienzo a sentirme un poco irritado con este descontrol y esta bochornosa situación.
Cuando estoy haciendo mi trabajo no se supone que este tipo de cosas sucedan, suelo ser muy profesional, pero con Naomi las cosas no son fáciles.
—Listo —dice apareciendo con el cabello húmedo y una sonrisa.
Tomo un profundo respiro volviendo mi vista al frente. Estoy tan irritable que podría tener uno de mis pocos momentos idiotas, pero me controlo mientras me pongo de pie y la sigo a la cocina para verla.
La piel de Naomi luce como un dulce chocolate de leche que quiero lamer y saborear.
—Me gusta el chocolate.
—A mí también —responde haciéndome saber que lo he dicho en voz alta—. ¿Estás bien con una ensalada y tiras de carne? Es algo rápido de hacer porque sé que llevas prisa.
—Eso estaría bien.
Sonrío cuando la escucho tararear una canción a medida que cocina, luce a gusto, relajada y feliz, ha bajado la guardia frente a mí y me hace sentir afortunado.
—¿Tuviste mascota alguna vez, Jeremy? —Su pregunta me toma por sorpresa.
—No, cuando teníamos a la basura en casa —hago referencia a Paul y ella lo entiende—, él no nos dejaba y luego, cuando él ya no estaba, yo iba a la universidad y vivía en una residencia. ¿Y tú?
—Tuve una perrita y murió de vejez, lloré mucho. También tuve un hámster una vez cuando estaba en la escuela, fui una buena cuidadora.
—Apuesto a que lo fuiste.
—¿Tendrías una mascota ahora?
—No lo sé, vivo solo y hago mucho trabajo afuera por lo que ahora no tengo el tiempo suficiente para cuidar de una mascota.
—Creo que a mí me gustaría una mascota. Quizá un loro.
—¿Un loro?
—Sí, para enseñarle a hablar y nunca tener silencios. Pero no me gusta tener a aves enjauladas, me recuerdan a lo que es sentirte atrapado.
—¿Qué tal un gato?
—No lo sé, podría ser, aunque creo que este apartamento es pequeño por lo que tendría que ser una mascota pequeña. Cuando era niña quise tener una ardilla de mascota. —Ríe.
—Eso no es tan raro como querer cavar un hoyo en el jardín para llenarlo de agua salada y tener un tiburón de mascota, era mi sueño, aunque Doug me recomendaba que mejor consiguiera un delfín para que pudieran darnos paseo. —Rio ante el recuerdo—. Supongo que teníamos mucha imaginación.
—¿Sabes bailar?
—¿Quieres invitarme a bailar? —pregunto sin poder evitar mi sonrisa.
—Solo hago una pregunta sencilla.
—Sí, sé bailar. Mamá nos hacía bailar con ella mientras ponía la radio. Son recuerdos bonitos y felices. Tú, por supuesto, que sabes bailar, después de todo perteneciste al grupo de baile.
—Pero hace muchísimo que no bailo. Estuve pensando en meterme en clases de baile, como un pasatiempo.
—Eso estaría genial, yo iría a verte.
—¿Lo harías?
Sí, seguro me pondría igual que verla hacer yoga, pero parece que soy masoquista.
—Lo haría.
—Quizá podrías meterte conmigo.
—No creo que me vaya lo de hacer pasos de bailes dignos de una película juvenil de competencias.
—O podrías solo inscribirte conmigo a un curso de salsa, mambo, tango… ¡Cualquier cosa de esas! —Se ríe.
—Solo estás tomándome el pelo, bien que te mueres por inscribirte a un grupo de baile de pasos súper geniales de dar volteretas y toda esa magia.
—¿Toda esa magia? Eres muy divertido. Contigo parece que nunca puedo dejar de sonreír.
—Y eso me hace feliz, pintaré una sonrisa en tu rostro siempre que tenga la oportunidad. Tenlo como una promesa.
Ella me observa durante largos segundos en los que las cosas se sienten diferentes entre nosotros, luego aclara su garganta y vuelve a la comida haciéndome otra pregunta cotidiana que nos lleva a más conversación. Se siente tan bien.