Читать книгу La fiesta del Espíritu - Darío López - Страница 13

Оглавление

Capítulo 3

El discípulo pentecostal

Aunque no existen en la inmensa mayoría de las comunidades pentecostales programas finamente elaborados de formación cristiana o de discipulado para los nuevos convertidos y para los miembros, la transmisión de los contenidos básicos de la fe y la provisión diaria para el camino que se tiene que recorrer, se da en el diálogo de tú a tú entre los creyentes, durante las predicaciones en los cultos y en los espacios formales de enseñanza como la Escuela Dominical. La producción teológica colectiva se da en estos espacios. En tal sentido, se puede afirmar que los discípulos se forjan en el camino, dando testimonio del poder de Dios en acción en la historia cotidiana, escuchando y transmitiendo lo escuchado en la ruta que se camina día a día, encontrándose con su Señor en la lectura y meditación de la Palabra, dialogando con Dios en la oración personal y comunitaria, y cantando con gozo en medio del camino que se recorre cada día, aunque ese camino sea en ocasiones áspero, peligroso y violento.

Los discípulos se forjan en la misión y para la misión, porque desde el momento de su conversión, tienen una historia que contar, una biografía espiritual que compartir, un testimonio que comunicar, y se ven a sí mismos como misioneros de Dios cuya palabra debe discurrir por todas las avenidas del mundo12, ya que el fuego del Espíritu que arde en su corazón, les impulsa a compartir el evangelio eterno, el evangelio completo, con todos aquellos que se cruzan en su camino.

El discípulo pentecostal no necesita una credencial oficial que lo acredite como misionero, una ceremonia especial en la que se le encomiende a la misión o un entrenamiento formal en un centro de capacitación misionera transcultural. La credencial es su propia vida transformada por el poder de Dios y el motor para la misión es el fuego del Espíritu, quien moviliza toda su vida en adoración y gozo permanente. Y, por eso mismo, incansablemente hace uso de la palabra —uno de los bienes que los poderosos no le han robado ni secuestrado— para que otros escuchen lo que ha visto y oído (Hch 4.20). En el servicio al Dios de la vida que le ha dado una nueva vida, su teología se va articulando, su testimonio cruza todas las fronteras misioneras, y en su diaria confrontación con las fuerzas de la muerte, su compromiso se va galvanizando.

El discípulo pentecostal ya no es una «piltrafa humana», un simple «dato estadístico» sobre los índices de pobreza, parte de la «basura social» que el mercado expectora cada cierto tiempo, ni una «pieza desechable» de la sociedad de consumo. Ahora es un hijo de Dios que ha experimentado el poder de Dios actuando en la historia. Es un misionero que tiene un mensaje urgente que comunicar. Mensaje en el que se proclama que en Jesús de Nazaret, Dios está transformando todas las cosas y que, por eso mismo, ese mensaje les resulta incómodo a los acomodados de este mundo.

¿Cuánto de lo señalado sigue siendo cierto en la experiencia de los discípulos pentecostales de este tiempo? ¿La seducción que ejerce la sociedad de consumo y las ofertas religiosas de aquellos que pregonan el fin de las denominaciones, no estará generando patrones de conducta individual y colectiva ajenos a la enseñanza bíblica, y distantes de su herencia teológica específica? ¿Qué discurso religioso están consumiendo los miembros de las iglesias pentecostales y qué literatura está informando o formando —y quizás deformando— su mentalidad y su testimonio?

La teología pentecostal forjada en situaciones históricas críticas, con el culto como su laboratorio y como su piso común, parece que necesita una urgente «reingeniería» para que su herencia no se pierda y para que los jóvenes y los niños no dejen de profetizar bajo el impulso del Espíritu, perdiendo así su condición de contracultura que alborota la polis o ciudad y que transtorna la oikumene o la tierra habitada, hasta que el Rey de reyes y Señor de señores retorne con poder y con gloria. Pero, ¿será posible preservar esa herencia en un contexto histórico en el que la moderna religión de consumo con los «malls» como sus catedrales, las «fast food places» como sus templos, las «bank account» como rito de iniciación, las «credit card» como certificado de membresía, las «cabinas de internet» como lugares oración y los «gyms» como centros para la práctica de la disciplinas espirituales, parece estar imponiéndose en el mundo?

_______________

12 Juan Sepúlveda puntualiza que el camino de salvación que propone la experiencia pentecostal es comunicado mediante el testimonio, propone un sentido de vida que responde eficazmente a la crisis autobiográfica o de sentido de los sectores populares (Sepúlveda 1992: 87).

La fiesta del Espíritu

Подняться наверх