Читать книгу La vida de José - David Burt - Страница 11
a. Jacob y Labán (29:1-30 y 30:25-31:55)
ОглавлениеEn 29:1-12, hallamos la romántica historia del encuentro de Jacob con Raquel, la hija menor de Labán. Fue el encuentro de quienes iban a ser los padres de José y sospechamos que, nada más verse, hubo enseguida un flechazo amoroso (29:18, 20). Muchos matrimonios de la época eran “de conveniencia”, organizados por los padres de los novios, pero este iba a ser de verdadero amor. Jacob siempre consideró a Raquel su auténtica esposa (44:27).
El encuentro inicial de Jacob con su tío Labán fue igualmente conmovedor, con muchos besos y lloros (29:13-14). La relación entre ellos comenzó bien, pero muy pronto empezó a deteriorarse, convirtiéndose en una triste cadena de engaños y traiciones. Enfaticemos otra vez que es la historia de cómo el abuelo de José intentaba engañar continuamente al padre de José, y de cómo este le pagó a aquel con la misma moneda. Labán fue un hombre astuto, que no solamente maniobró para enriquecerse a expensas de Jacob, sino que también le engañó entregándole a su hija mayor, Lea, en lugar de Raquel, cuya mano le había pedido. Así, Labán hizo buena provisión para Lea, pero esta acción iba a ser la fuente de interminables tensiones, de las que José iba a ser una de las primeras víctimas, porque, siendo Raquel la esposa preferida de Jacob (29:30), el hijo de Raquel iba a ser el hijo predilecto de su padre y esto iba a involucrarle en muchas tensiones con sus hermanastros.
Sin embargo, Labán no tuvo el monopolio de los engaños; Jacob se manifestó igualmente embustero. ¡Con la ayuda de Dios!, logró hacerse con la mejor parte de los rebaños de Labán (31:6-16) y huir de su casa llevando consigo a sus dos esposas y a toda su hacienda. Nuevamente, sin embargo, la huida se caracterizó por tensiones y traiciones familiares, todas las cuales fueron vividas por José y tienen que haberlo marcado: la envidia de hijos de Labán; el antagonismo y la ira del propio Labán; la intervención protectora de Dios; el consentimiento de Lea y Raquel a engañar a su propio padre; el robo de los ídolos familiares por parte de Raquel. ¡Vaya familia! ¡Y qué manera de tener que vivir la infancia!