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ОглавлениеCapítulo 4
Tierra del Fuego – Argentina
El Comandante John Parker, máxima autoridad de la DEA en el estado de Miami, descansaba junto a su esposa Luoise de las agotadoras tareas que demandó la Operación Anaconda. Buscó un lugar alejado y tranquilo, que le hiciese relegar por unos días su trabajo.
Tierra del Fuego…
Disfrutaron del fenomenal panorama de Ushuaia frente al Canal de Beagle, el borde austral de Argentina y del Continente Americano. Más al sur, seguían algunas islas, hasta el mítico Cabo de Hornos, un lugar donde el embravecido oleaje se retuerce a los sones de las danzas antárticas como uno de los sitios más peligrosos del planeta para los navegantes; el titánico campo de batalla de los dos océanos más grandes del mundo. Sus mareas, como obcecados batallones fluidos, ganan y pierden alternativamente interminables contiendas a empujones bestiales, en una lucha pareja desde el origen del mundo.
Los ancestrales caminos de los yámanas, los onas y los alakalufes parecían una evocación de no ha mucho, cuando las madres indias arrostraban las ventiscas frente al mar, desnudas, con sus hijos mamando bajo los copos de nieve. Capaces de recoger mariscos en el fondo del gélido océano, en cueros, y emerger del agua congelante al viento polar sin experimentar frío. Por influencia marítima, a pesar de ser la ciudad más austral del mundo, las temperaturas anuales oscilan entre los trece grados positivos y un grado bajo cero.
Ahora los nativos no estaban en sus tierras. Habían sido extinguidos como ratas. El noble hombre blanco es el soberano y el terrateniente de los vastos espacios patagónicos...
El Parque Nacional Tierra del Fuego, cerca del monte Olivia, entre las sierras Beauir y las boscosas costas del Canal de Beagle los acunó en sus prístinas vertientes. Pasearon a caballo por los montes Martial, deleitándose con el arcaico bosque fueguino, rebosante de coihues, ñires y lengas.
Embelesado en la pesca de las grandes truchas del lago Fagnano y los arroyos que desembocan en sus azules aguas, las degustaba preparadas a la manteca negra en la hostería Kaikén. Un aire de paz y serenidad, donde el único rumor era el silbido del viento polar y el gorjear de los pájaros. La bahía Lapataia, entre arboleda rala y riachuelos de aguas cristalinas que resbalaban cantando hacia las marismas, los transportó a los remotos orígenes del mundo.
Habían pasado unos días inolvidables en la hostería Alakush. Parker estaba feliz de poder pescar salmónidos de varios kilos en medio del paraíso sin contaminación, y quedó sorprendido al ver diques de troncos realizados por castores provenientes de Estados Unidos y Canadá.
Los dilatados prados, con ovinos pastando sobre la milenaria tundra, eran un bálsamo para los sentidos. Restauraban su armonía espiritual alterada por el despiadado ritmo urbano de su trabajo.
En el momento que recibió la llamada desde el iglú de Miami dormía en la hostería Petrel, situada cara al lago Escondido.
Dos malas noticias.
Frank se había escapado vivo, y le interrumpían las vacaciones.
El presentimiento de que el Capo de la Mafia norteamericana lo pudiese haber embaucado con el señuelo del submarino se había cumplido.
– ¡Hice lo que Frank quería!
– En el gran juego de escaramuzas con el crimen organizado, no alcanzó el definitivo jaque al rey con la Operación Anaconda. ¡Podría haberlo hecho! Se dijo con bronca, era un caso netamente ganado, no tenían escapatoria. Pero jugué mal la última pieza…
– ¡Ordenar destruir al submarino fue un grave error! Un jugador astuto hizo el enroque, ¡y colocó la torre donde yo creía que estaba el rey! Ni siquiera miré el tablero. ¡Me comí la torre pensando que era el monarca!
La partida continuaba...
Al amanecer, pidió a su esposa lo dejara solo ese día. De cara al lago Escondido, con su caña de fly fishing y su pipa de raíz de rosal entre los incisivos, apagada entrecerró los ojos y, como era su costumbre, comenzó a concentrarse.
Debía meditar…
Lanzó la reconocida mosca Tube Flies para truchas y salmones, y se sentó encima de un raído tronco de lenga, blanquecino por los años. Hacía bastante tiempo que había abandonado la corteza, arrojado en el ribazo a manera de esqueleto de un naufragio.
Placenteramente situado, vislumbraba un confín más allá de lo avistable, detrás del horizonte y en la lejanía del tiempo. No interesaban las aguas danzantes de un azul marino más oscuro que el cielo, ni los ralos bosques antediluvianos de su entorno, encallecidos por las nevadas de ateridos inviernos y dantescos vientos huracanados.
Quería incursionar en lo más insondable de su alma y explorar las revelaciones apropiadas. No existe mejor sitio para reconcentrarse en sí mismo que en la naturaleza salvaje, sobre todo si se trata de desiertos deshabitados, o en esos lugares de la Tierra donde las fuerzas de los meteoros se desencadenan con reciedumbre inusitada. Es allí donde los enigmas toman su real proporción. El hombre debe humillarse ante la pujanza de esa naturaleza, que es matriz y consejera. La humildad derrama sabiduría en el silencio libre de tentaciones y bataholas de las metrópolis.
Como un eximio maestro de ajedrez, cada jugada debía prever las del enemigo en todos los movimientos posibles.
– Frank es un tremendo adversario. Pensaba Parker hablándose a sí mismo. Se mecía cadenciosamente, buscando la frecuencia de sus pensamientos, en tanto que acariciaba su pipa y miraba sin ver la rugosa superficie del lago que destrozaba un cielo diáfano con algunos cirrustratus.
– He cometido un error…
– ¡Cuando ordené la aniquilación del submarino de Frank lo hice en la euforia del triunfo! La Operación Anaconda se cumplía plenamente. No pensé, y cuando uno no piensa comete desaciertos…
– Mi error fue no poder verificar la muerte de Frank. Es impracticable buscar las víctimas que deja un misil Asroc aire–mar en las aguas profundas. Quedan desintegradas. Cometí el mismo error que el Dr. Ocampo con la ejecución del Águila. No pudo comprobar el desenlace y fue su perdición…
– Debí analizar la posibilidad de esa jugada maestra de Frank, sobre todo estando jugando el ajedrez de la vida nada menos que con Frank. Mandarme un señuelo al tiempo que buscaba refugio era una jugada maestra imaginable. Pero no lo previne.
– Analicemos como están ahora mismo las piezas en el tablero…
– En este momento sé dos cosas: que está vivo y que se esconde en el interior de los Estados Unidos. ¡Estará casi invisible!
– ¿Conviene buscarlo? Es un zorro viejo con muchas cicatrices, sólo provocaré que se meta más adentro del cubil…
– El cazador es el que debe aguardar a la presa, y Frank es un resbaladizo lince muy perspicaz y muy rico. Si mando los sabuesos a perseguirlo, seguramente aparecerán fantasmas de Frank por todos lados... y Frank por ninguna parte.
– No debe ni siquiera sospechar que sabemos que está vivo. Una ventaja de mi parte.
– Tiene sentido... ¡Pedirle a Pedro Bucci que lo saque es otra jugada magistral!
– El narcotraficante tiene poderío, influencias y dinero. Tampoco lo delataría ni lo entregaría bajo torturas a la DEA. Es su principal mayorista americano y honorable miembro del club de criminales de élite.
– Si impido que Kevin acepte el papel de intermediario en el rescate, seguramente sospecharán algo raro y mi agente será el blanco, el narco aparenta ser medio bruto para ganarse el respeto de sus iguales, pero no se llega arriba sin muchas neuronas, y mucho menos se mantiene vivo dentro de una jaula repleta de tiburones blancos. Tarde o temprano enviarán a otro.
– Si decido que debo capturarlo, solo tendré que rastrear a los colombianos o sus contactos, ellos lo sacan de la cueva... ¡y yo lo meto en la jaula!
– Querer salir al descubierto implica peligros. Eso es la próxima jugada que intenta hacer Frank sobre el tablero, piensa volver a colocar al rey en juego. Y sabe perfectamente que tiene sus riesgos… la partida continúa y sé el primer movimiento.
– ¡A lo mejor ahora pueda hacer jaque mate!
– Los narcotraficantes de Medellín no pueden desplazarse libremente en Norteamérica. Pero sí sus agentes. Muchísimos habrán quedado libres a pesar de la redada.
– Pensemos un poco en la posible metodología de fuga: un documento falso de primer nivel, un buen maquillaje, y alguien con apariencia de auxiliar sanitaria con una cruz roja que acompañe a un veterano de guerra hasta los topes de achaques, y mejor aún, si está en silla de ruedas, crea en los controles la predisposición natural a socorrer.
– Así debería concebirse la fuga…
– El narco de Medellín sabe que se escapó, y cree que nosotros lo consideramos muerto. Nosotros sabemos que está vivo, escondido, pidiendo auxilio, y quién lo podría ayudar.
– Eso... ¡él no lo sabe!... ¡y tampoco Frank!
– A veces, los errores pueden ser transformados en ventajas…
– Lo que dijo Kevin puede ser interesante… ¿Qué puede hacer hoy Frank en Norteamérica? Nada. En cuanto asome el hocico, sabe que va a la jaula y que tenemos las pruebas imprescindibles y contundentes para que no salga en su vida…
– ¡Pero no le sacaremos ni una palabra! Respetará la omertá, el código de honor siciliano a muerte. Con él preso no tendré la menor delación y es posible que desde la cárcel siga haciendo travesuras...
– Él también cometió el desatino de mandar a Charly para “suicidar” al Senador Hans Krause antes de verificar qué secretitos guardaba en su caja fuerte…
– ¡Esa fue la peor equivocación de su vida! Un grueso error de cada contrincante que vuelve a equilibrar el juego.
– El senador era su fantoche en el poder, pero había reunido las pruebas que podían hundir a Frank y su flota para protegerse de que lo ejecuten. ¡Y lo mandaron a baraja antes de usarlas! Fue la mejor herencia que me dejó un Senador llamado Max entre los narcos.
– Por otro lado, Frank no querrá estar inactivo ni sentirse derrotado. Desde el exterior podría manipular algunos negocios con testaferros...
– Humm. Analicemos como quedaron los negocios de estos chavales.
– El clorhidrato de cocaína, escasea en todas partes después de la redada y la guerra de los Carteles. No hay suficiente producción ni distribuidores, y no habrá por un dilatado tiempo, pues hemos tronchado el sistema de cuajo. Los drogadictos están desesperados, pagando precios de oro por drogas adulteradas…
– ¡Pero ahora apareció de repente otro jugador en el tablero!
– La Mafia China se está metiendo en los territorios de la Mafia norteamericana. Por ahora no encuentra resistencia, no está Frank ni los otros Capos mafiosos que manejaban la droga… Pero la heroína está apareciendo en las calles… ¡Saltamos de la sartén para caer en el fuego!
– Me queda un verdadero misterio por resolver… y para todo esto es crítico. ¿Por qué Pedro Bucci confía tanto en Kevin Beck?
– Sé que nuestro agente siempre fue derecho, pero también dijo que le paga su boda y le regala una estancia, la de Medellín. Esa no es una estancia cualquiera. ¡Es medio país! Tiene más de doscientas ochenta mil hectáreas útiles… ¡unos dos mil ochocientos kilómetros cuadrados! ¡Una fortuna en tierras, y la mansión más valiosa de Colombia de regalo de la noche a la mañana!
– Aquí puede haber dos posibilidades...
– Una, que esté enredando a nuestro agente con aparentes cortesías para usarlo en su provecho y luego descartarlo a su mejor estilo. Quizá sepa que es de la DEA y lo exprima como manantial de desinformación y tareas de alto riesgo, tal la de desenterrar a Frank. Otra, que el Capo de Medellín esté tan desolado con la muerte de su único hijo varón, que “adopte” a Kevin en su suplencia y sea una relación sincera. Psicológicamente cuadra… pero debo estar seguro cuál de las dos manda.
– Por otro lado, Beck me dijo que no traicionaría a Bucci y que el narco tampoco lo hará con él. Durante la Operación Anaconda invariablemente repitió en sus informes que Pedro Bucci era derecho y ninguna vez traicionaba a los que también eran derechos. Eso significa que pelea de frente… que no es hipócrita.
– ¿Será verdad?
– Si es así, nuestro agente especial es el nuevo vástago del Capo de los narcos… pero no debo darlo por hecho tan a la ligera…
– ¡Linda ironía! Si esto fuese verdad, y Kevin sacase del país a Frank, es indudable que el mafioso buscará refugio entre las patas del narco, y Beck sería un héroe.
– Una buena posición para iniciar otra partida…
– Si la Mafia China nos atora de heroína en lugar de la cocaína, a los sicilianos se les van a hinchar las venas del cuello… ¡y mucho! ¡Y a nosotros también!
– Es interesante... ¡La DEA y la Mafia siciliana tienen una coincidencia de intereses! ¿Por qué no aprovecharla?
– Si se arma la guerra entre las mafias, ciertamente la organizarían desde Medellín. Y si se organizan desde el cartel Colombiano, no será para promover la heroína, aunque ahora estén empezando a producirla, sino, la eterna cocaína, que es por ahora su fuerte.
– Tanto a Frank como a Pedro Bucci le encantan los tiroteos, ¡y entre ellos estaría Kevin Beck para incentivar el fuego!
– Jugando las piezas con astucia, esa guerra la podría iniciar y manipular la DEA…
– Tal como dijo Kevin, ¡nunca tuvimos un agente que se llevara bien con las cabezas máximas de la Mafia, los Narcos y la DEA!
– Cuando un León y un Tigre atacan juntos un corral de vacas, si se ponen de acuerdo se las comen todas. Pero si se pelean, ¡se matan entre ellos y se salvan las aturdidas vaquitas!
– El Tigre Asiático y el León Americano buscan la misma presa: Los viciosos de Norteamérica... y del mundo. Son las necias vacas que tenemos que salvaguardar.
– Si arresto o liquido a Frank, mataré al León. Y si mato al León, el Tigre no tendrá rivales. Humm… No hay mal que por bien no venga…
– ¡Creo que ha sido una suerte que ese bastardo se escape!
– Hicimos el operativo Anaconda en las selvas colombianas y se tragó a los Narcos y a numerosos truhanes de Estados Unidos. Ahora que estamos contra todos los chicos malos... Podríamos inaugurar la “ Operación Tormenta en el Infierno”.
– Nuestra tarea en la DEA es combatir el narcotráfico, un trabajo muy difícil y costoso, pero si logro que entre los dos grupos se autodestruyan, ¡obtengo mi propósito sin costo de dinero ni vidas dignas! Además, ellos tienen más acceso a los rincones secretos que nosotros y la extirpación del tumor podría ser de raigón.
– Tampoco tienen las trabas legales de la DEA. Si deciden eliminarse no necesitan ningún beneplácito legal, tan sólo precisan unos puñados de balas. En eso siempre nos ganaron, ¡nosotros tenemos las alas cortadas!
– Urge planear la Operación Tormenta en el Infierno…
– Vamos a ver qué tal son los sicilianos para luchar con los narcotraficantes chinos, malayos, tailandeses, laosianos, vietnamitas y birmanos… Además de los intermediarios de Asia y Europa. Un fascinante repertorio de razas fusionadas como fieras por la cocaína y la heroína…