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MIS HOLIDAYS EN SALAMANCA

Mis vacaciones con Nana a los 10:

Al Perla lo mandaban de vacaciones con la Nana, no, no, espera, corrijo, me mandaban de vacaciones a la casa de la Nana, en verano a Salamanca. (Así como para hacer desaparecer al cabro chico)

Calle, Huérfanos, a 5 cuadras de la plaza de armas, viajado en «una» Sol del Pacífico, vomitando hasta las gallinas que nos acompañaban.

Nada que decir, fui muy bien recibido, atendido y cuidado, obvio, era el hijo de los patrones, pero mi cabecita disléxica no dejaba de pensar en el «porqué» me habían extraditado para allá.

Sábado, cama de una plaza compartida, 78 metros, 175 pasos desde la pieza, por el sendero de tierra hasta entrar a la letrina, sólo, solamente un pozo de 5 metros separaba mi poto del abismo cacal, y yo seguía sin entender el «porqué».

El domingo más cercano nos fuimos (me llevaron) a la procesión de la virgen, donde unos Kuklusklán escoltaban la caravana de las viejas más pechoñas de la alta sociedad Salamanquina, mientras el Rony; un payaso familiar, robaba tunas de la parcela del alcalde, con un pito de marihuana aferrado entre los dientes.

El lunes temprano, derechito a la vulca a mendigar por una cámara de camión, para poder ir al rio. Ir al rio!!!

Yo pesaba a los más 45 kilos, inimaginable ver al Diego de 45k, llevando la cámara de camión al rio, y después, inflarla a puro tufo. Tras media hora de soplar, venía «lo mejor», montar la cámara ya inflada, obviamente, yo pululaba dentro de la gigantescas donut de caucho, mis flacuchentas manos no me fallaron, se aferraban al incondicional «pituto» que cada cámara tiene.

El mismo lunes, el Pastel, figuraba montado en la cámara de camión rio abajo, si, así de simple, mis padres en Viña y el Perla en una Goodyear a merced de la corriente.

Creo que aún me estoy sacando las espinas de la caminata rio arriba.

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