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LA RENOLETA DE LA MAMÁ

La Vero, la MAMÁ, la Tía Verónica: Año 83, ella al volante del único auto nuevo de los Barrualas. La Renoleta, La Renola, a su lado, el Caio, yo atrás, obviamente. Lugar: Recta Las Salinas, desde Reñaca a Coraceros... Todo bien, todo «nice», hasta que, a la Vero se le cruza una gran poza de agua, de esas, la de la lluvia del día anterior, la que acumula el agua entre la solera y la mitad de la calle, esa, la tentadora, que cuando uno tiene más de 40, le hace el quite, esa poza, la que refleja el azul del cielo del día siguiente del día lluvioso. Bueno, la Vero la vio, y no le hizo el quite, ella se enamoró de su agua y ubicación, encontró rápidamente a dos jóvenes en la vereda, posicionados en el punto preciso y muy preciso para; acelerar, «Renoletiar» sobre aquella poza y salpicarlos, literalmente, empaparlos, mientras Caio y yo la mirábamos anonadados y exclamábamos «Pero Mamá !!»...

Cuando el «Pero Mamá!!!» se apagó, (justo frente a la ESSO Verschae), nuestra madre se aferró al delgado manubrio, aplastó el pedal del freno y repartió su mirada culposa con ambos dos. Exclamó, con franco arrepentimiento, «Xuxa!!» podrían haber sido ustedes dos.. mis hijos.

Lo que venía, no tenía porqué pasar; Doña 1.0... pone R, marcha atrás a la ya mojada, chantada y agotada Renola, retrocedemos, hasta ubicar a los dos jóvenes que había empapado con alevosía y «care palo» les pregunta: «Perdón me equivoqué, los llevo a su casa?»

Terminamos en la casa de los jóvenes; nuestra Renola, Doña, Caio y yo. Vericosas!

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