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NO PARA LOS JUSTOS, SINO PARA LOS PECADORES

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Este texto está tomado de apuntes espirituales de 1917; en él se manifiestan los vigorosos rasgos del amplio espíritu pastoral de Don Orione.

El sacerdocio tiene por finalidad la salvación de las almas; y muy especialmente, debe buscar a las que se alejan de Dios y se pierden. A ellas les debo una actitud preferencial, no de ternura sino de paternal consuelo y ayuda para su regreso dejando de lado, si es preciso, las otras almas menos necesitadas de asistencia.

Jesús no vino para los justos sino para los pecadores. [cf. Mt 9, 13; Mc 2, 17; Lc 5, 32]

Por tanto, presérvame, Dios mío, de la funesta ilusión, del engaño diabólico de creer que como sacerdote tengo que ocuparme solamente de los que concurren a la iglesia y a los sacramentos, de las almas fieles y las mujeres piadosas.

Mi ministerio sería seguramente más fácil y agradable, pero yo no viviría del espíritu de caridad pastoral hacia las ovejas perdidas que brilla en todo el Evangelio.

Sólo después de correr tras los pecadores hasta quedar agotado -y muerto tres veces-, sólo entonces podré permitirme descansar con los justos.

Que nunca olvide que el ministerio que se me ha confiado es ministerio de misericordia, y sepa tener yo para con mis hermanos pecadores un poco de esa caridad infatigable que tantas veces tuviste para con mi alma, Dios grande en misericordia.[cf. Ef 2,4]

Un profeta de nuestro tiempo

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