Читать книгу Nieves en La Habana - Eduardo J. Pérez Ríos - Страница 11
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No puedo negar que la respuesta de Tintaverde y la mera mención del nombre Taibo Jacques me provocó un profundo mareo y me dejó sin aliento por un momento.
Según me comentó por teléfono el abogado, se suponía que yo debía “hacer todo lo posible” por evitar que se filtrara un nuevo escándalo cultural que pusiera en entredicho el profesionalismo y seriedad del corporativo editorial que firmaba los cheques de Patricia Adler y vendía millares de sus historias en todo el mundo. Sobre todo, tomando en cuenta que los detalles referentes a su desaparición parecían recordar otro suceso trágico del mundo literario ocurrido en los últimos años que yo resultaba conocer demasiado bien: Taibo Jacques, un reconocido autor internacional había decidido establecer su residencia en México para vivir como un ermitaño fuera de los reflectores que lo habían acompañado durante toda su vida. Quería escapar de la celebridad intelectual que lo atormentaba. Jamás sabría que lo haría solo para encontrar una terrible muerte en nuestro país.
De alguna forma u otra, la mayoría de los involucrados en el submundo intelectual posmoderno conoce quién fue Taibo Jacques más allá de sus obras literarias o lo que se ha dicho de él en la prensa.
Propios y extraños de su obra, están de acuerdo en que era un autor talentoso, una voz adulta para las nuevas generaciones. Un personaje exitoso, sí, pero por demás atormentado. No hace falta ser un erudito de las letras o doctor en psicología para darse cuenta de que en sus novelas podrá leerse eternamente entre líneas una clara inestabilidad emocional. Taibo Jacques se trataba de un sujeto tan extraño y excéntrico como cada uno de los personajes que creó en sus novelas. Por eso a nadie sorprendió la noticia de su repentino suicidio.