Читать книгу Nieves en La Habana - Eduardo J. Pérez Ríos - Страница 12
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Un suicidio no siempre es un misterio, los cabos sueltos comienzan a atarse casi inmediatamente después de que una persona decide quitarse la vida. Apenas unas semanas después de que la noticia de la muerte de Taibo Jacques inundara los periódicos y medios de comunicación, la editora del autor hizo constatar al mundo que Jacques había dejado diversos relatos inéditos que darían para un sinfín de publicaciones póstumas que continuarían conformando su legado literario.
Los ejecutivos editoriales y abogados, inescrupulosos criminales de cuello blanco como el señor Tintaverde, no podían estar más felices. Después de todo, aunque no todos los escritores siguen siendo igual de prolíficos después de haber sido enterrados, las editoriales nunca pierden.
Con el paso de los meses, pocos pusimos verdadera atención a los detalles de las nuevas novelas que vieron la luz del sol con el nombre de Taibo Jacques. Los cambios en el estilo narrativo de las historias comenzaron a ser temas de discusión entre intelectuales, fanáticos y detractores del autor.
“Es obvio que la editorial está utilizando un negro, y lo está haciendo pasar por Taibo Jacques”.
“Es cierto que no se trata del mismo estilo, pero sin duda estamos leyendo al mismo genio”.
“Por supuesto que no tenemos frente a nosotros un testamento literario, sino una confesión suicida en partes”.
Son las líneas de algunas de las discusiones más serias que recuerdo haber leído en la prensa, o comentado con los seguidores más especializados del desaparecido autor. Los famosos nunca suelen descansar después de muertos.