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8 REDUZCA SU COLADA A LA MITAD
ОглавлениеEn su excelente libro Timelock, Ralph Keyes señala que existen muchos artilugios que, supuestamente, nos ahorran tiempo, pero que por la forma en que los usamos no nos evitan tanto esfuerzo como nosotros pensamos. La combinación de lavadora y secadora es un ejemplo perfecto.
Desde mediados del siglo XX se han llevado a cabo estudios que comparan el tiempo que nuestras abuelas y nuestras madres dedicaban a ciertas tareas del hogar con el tiempo que tardamos en la actualidad. Es interesante comprobar que, a pesar de que las lavadoras secadoras automáticas reducen considerablemente el tiempo que se tarda en lavar y secar una colada, hoy invertimos tanto tiempo como nuestras abuelas, y en algunos casos más. ¿Por qué? Sencillamente, porque lavamos más veces.
En el pasado, por ejemplo, el abuelo se ponía una camisa limpia el lunes y, tras llevarla con cuidado toda la semana, iba al cesto de la ropa sucia el día del lavado. Ahora, no nos parece gran cosa cambiarnos dos o tres veces de camisa al día —una para hacer ejercicio, otra para trabajar y una más para estar por casa—, y las lanzamos todas al cesto de la colada en el momento de quitárnoslas.
Lo mismo sucede con las toallas y las sábanas. Hoy, sin inmutarnos, usamos una toalla o quizá dos o tres por persona y día. Después de todo, es tan fácil... Basta con cargar la lavadora, ¿verdad?
En caso de que el servicio se encargue de la colada, todavía tendría que considerar el gasto en agua, detergente, gas, electricidad y otros consumos, además de tener que supervisar la labor. La cosa cambia mucho si es usted quien se encarga del lavado y si dedica mucho más tiempo a la colada del que quiere y necesita dedicarle.
Si este es su caso, siéntese y vuelva a plantearse el uso que hace de la ropa y de otros artículos lavables. Un objetivo fácil sería reducir la colada al equivalente de una carga por persona a la semana. Cuando lo consiga, le resultará fácil volver a reducir a una carga cada dos semanas, especialmente cuando haya simplificado el vestuario (→ consejo 22) y, tal vez, lleve habitualmente colores oscuros, los cuales no necesitan lavarse tanto. Use su ropa el máximo de tiempo, y enseñe a sus hijos a hacer lo mismo. Destine una toalla de baño y otra de aseo por persona a la semana.
¿Y quién dice que hay que cambiar las sábanas cada semana? Nuestras madres lo hacían porque era lo obligado entonces. Pero, con tantas madres trabajando fuera de casa, además de trabajar en el hogar, las cosas han cambiado. Estoy aquí para decirles que es posible pasar dos semanas o más sin cambiar las sábanas de la cama y sobrevivir para contarlo. Pero no se lo cuenten a mi madre.