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Necesidades de los ricos
ОглавлениеY mientras trabajemos por los pobres, también debemos dedicar atención a los ricos, cuya alma es igualmente preciosa a la vista de Dios. Cristo obraba en favor de todos los que querían oír su palabra. No buscaba solamente a los publicanos y parias, sino al fariseo rico y culto, al judío de noble alcurnia y al gobernante romano. El rico necesita que se trabaje por él con amor y temor de Dios. Demasiado a menudo confía en sus riquezas y no siente su peligro. Los bienes mundanales que el Señor ha confiado a los hombres son muchas veces una fuente de gran tentación. Miles son inducidos así a prácticas pecaminosas que los confirman en hábitos de intemperancia y vicio.
Entre las miserables víctimas de la necesidad y el pecado se encuentran muchos que alguna vez poseyeron riquezas. Hombres de diferentes vocaciones y posiciones en la vida han sido vencidos por las contaminaciones del mundo, por el consumo de bebidas fuertes, por las concupiscencias de la carne, y han caído bajo la tentación. Mientras estos seres caídos excitan nuestra compasión y reciben nuestra ayuda, ¿no debiera prestarse algo de atención también a los que no han descendido a esas profundidades pero que están asentando los pies en la misma senda? Hay miles que ocupan puestos de honor y utilidad que están practicando hábitos que significan la ruina del alma y del cuerpo. ¿No debería hacerse esfuerzos más fervientes para iluminarlos?
Los ministros del evangelio, estadistas, autores, hombres de riquezas y talento, hombres de gran habilidad comercial y capaces de ser útiles, están en mortal peligro porque no ven la necesidad de la temperancia estricta en todas las cosas. Debemos atraer su atención a los principios de la temperancia no de una manera estrecha o arbitraria, sino en la luz del gran propósito de Dios para la humanidad. Si pudieran presentárseles así los principios de la verdadera temperancia, muchos de las clases superiores reconocerían su valor y los aceptarían cordialmente.