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El club de los deformes

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Simuladores o caracterópatas, intempestivos o inmorales; al fin y al cabo excéntricos. Ex-céntricos en el sentido de que ex-sisten a la psicosis, aun siendo –para nosotros- parte de su estructura. Tardieu, maestro de Moreau de Tours, había caracterizado estos sujetos dentro de “una clase de individuos insoportables a los que el mundo designa complacientemente bajo el nombre de ‘originales’”. (26) De allí que la figura retórica del oxímoron intentó, en este circuito, dar respuestas al atolladero de las clasificaciones. La lista de los nombres con que los viejos alienistas realizan su acrobacia nosotáxica devela una patética verdad: manía sin delirio, locura moral, locura lúcida, manía razonante, locura de los actos, psicosis con consciencia. Al permitir mostrar la conjunción de los opuestos en un sólo elemento, la figura del oxímoron -la misma que utilizaba Borges al hablar de ciertos “filántropos inhumanos”, o la que resuena en la imagen de “oscuridad luminosa” atribuida a la melancolía- ofrece la ventaja de poder sortear los límites del discurso-de-uso-corriente, (27) y así obtener novedosas resonancias. (28) Demostración palmaria de la estetización de un síntoma, que pone en evidencia modos logrados del Dasein. Recordemos aquí esa advertencia que realizara J.-A. Miller hacia el final del establecimiento del Seminario 23: “la ética esbozada en El sinthome se completa con una estética”. (29) Son estos sujetos los que ex-sisten bajo modos que resisten a las clases conocidas y forman parte de nuestras investigaciones en diversos programas clínicos (psicosis ordinarias, psicosis normalizadas, psicosis actuales).

Es esta misma orientación excéntrica, el desvarío de la clase, lo que constituye la certeza depurada del síntoma con mayores o menores logros. Efectivamente, “no encuentran en su consciencia ni en su juicio ningún freno que los detenga”. (30) Algunos, como relata Moreau de Tours, agrupándose en clubes o asociaciones en torno a un rasgo de anormalidad moral, buscaron alojar en un lazo social aquello que a su vez resultaba imposible de alojar (apelando a la fórmula de George Bataille una “comunidad de los que no tienen comunidad”). Otros, poniendo de relieve los “aparatos” de curación o las “suplencias”.

Estas pinceladas históricas, en su textura anacrónica, nos impulsan a reflexionar sobre ciertos hechos, que en la memoria aún indemne de una praxis centrada en el pathos nos proveen una enseñanza actual. A lo largo de un vasto acervo psicopatológico se ha desarrollado una fina semiología de la psicosis para diferenciarla del hombre llamado “normal”. Pero a medida que las categorías y la oposición entre locura y razón se hicieron más consistentes, mayor fue el engrosamiento de una zona gris, de un territorio indiferenciado donde habitan ambos.

Anticipamos aquí algo de lo que desarrollaremos en capítulos posteriores. Tanto desde la perspectiva psiquiátrica como psicoanalítica son contempladas dos maneras de posicionarse en la clínica: un modelo categorial, sincrónico y discontinuo y otro más elástico, dimensional y continuo. Al primero, le corresponde la discontinuidad, de la cual hizo gala la psicopatología desde sus orígenes y que se organiza alrededor de límites claros en lo concerniente a la locura en su diferencia con la normalidad. Este lugar fue cómodamente asimilado por el psicoanálisis alojando la clínica freudiana bajo una partición estructural (neurosis, psicosis y perversión). La forma continuista, presenta en la psiquiatría una visión dimensional y una línea divisoria que no resulta tan clara en cuanto a sus límites y fronteras. Propone una “zona gris” y la construcción de categorías intermedias como lo son los borderlines y, en el actual manual DSM V, la psicosis atenuada –tal como iremos viendo a lo largo de este libro. Sin embargo, en el psicoanálisis de la orientación lacaniana, la propuesta del programa de investigación de las psicosis ordinarias abrió una nueva salida a la perspectiva rígida y ya mecanizada del modelo estructural, a la vez que recrudeció otras dificultades tales como las de distinguir a quien es psicótico de quien no lo es. Lo que no se ha advertido hasta aquí es que, si uno sigue atentamente la lectura de Jacques Lacan, su orientación hacia el final es otra. Mientras la perspectiva estructural ponía en tensión la psiquiatría clásica y los hechos del lenguaje estableciendo una correspondencia estructural (el debate sobre los fenómenos elementales, el lugar del delirio, la no comprensión, etc.), la perspectiva de la clínica continuista depositó su interés en las formas de suplencia o de solución. Por lo tanto, su orientación final es posclínica (según la acepción de Jacques-Alain Miller) o pospsicopatológica, ya que su perspectiva es el funcionamiento.

Es evidente que el furor terapéutico, que empaña la práctica de hoy, se apuntala sobre la noción de déficit y no sobre las novedosas formas de invención sinthomática. Estas “psicosis sin locura” que hemos reseñado, estas “locura sine locura” deberían servirnos para poder abrir nuestra escucha hacia otras soluciones sintomáticas y así ayudarnos a saber acompañar en las construcciones a las que ciertos sujetos han arribado sin necesariamente nuestra ayuda. Solamente es que quizás ellos aún no lo saben, pero la mayoría de las veces tampoco nosotros.

2- Stagnaro, J. C., Matusevich, D., Huertas, R., Conti, N., Vaschetto, E., The birth of psychiatry: an european movement, Simposium en la World Psychiatric Asociation Congress, Madrid, septiembre de 2014.

3- Pinel, P., Traité Médico-Philosophique sur l’aliénation mental, Seconde édition, Brosson, Paris, 1809, pp. 156-157 (la traducción es nuestra).

4- Ver la excelente y cuidada edición de nuestros colegas Álvarez, Colina y Esteban: Trélat Ulysse. La locura lúcida, Ergon, Madrid, 2014.

5- Título de un libro desconocido de Paul Moreau de Tours del cual nos ocupamos en un artículo reciente. Vaschetto, E., “Excéntricos”, en: Revista e-Mariposa, Nro. 9, Grama, Buenos Aires, septiembre de 2016.

6- Moreau de Tours, P., Les excentriques. Étude psychologique et anecdotique, Paris, Société d’éditions Scientifiques, 1894, p. 5 (la traducción es nuestra).

7- La folie chez les enfants (1888) es considerado como el primer tratado de psiquiatría infantil. Otras obras del autor: Quelques considérations médicolégales sur les attentats commis par les enfants (1891), De la simulation des maladies mentales et nerveuses chez les enfants (1905), fueron señeros en la clínica psicopatológica en la lengua francesa.

8- Fous et bouffons. Étude physiologique, psychologique et historique (1885).

9- Cf. Brion, M., Psicosis con consciencia, infra.

10- Moreau de Tours, P., op. cit., p. 7. (Las cursivas son nuestras)

11- Sobre este aspecto de lo que hemos llamado la “errancia”, y siguiendo la estela de la elaboración lacaniana en su Seminario del año 73-74 Les non-dupes errent, uno de nosotros elaboró un libro titulado “Los descarriados. Clínica del extravío mental: entre la errancia y el yerro” (Emilio Vaschetto, Grama, 2010) y más recientemente el artículo “Viajeros, locos, errantes” (Emilio Vaschetto, Vértex, N° 114, 2014).

12- Moreau de Tours, P., op. cit., p. 9.

13- Alcorta, D., Disertación sobre la manía aguda, Tesis doctoral, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, 1827. Edición facsimilar en: Anales de la Biblioteca Nacional, Tomo Segundo, 1902, p.188. (Para todos los textos clásicos hemos conservado la ortografía original).

14- Ibíd.

15- Costa, D., Vaschetto, E., “Psicosis sin locura: antecedentes argentinos”, comunicación presentada en el XVII Encuentro de historia de la psiquiatría, la psicología y el psicoanálisis en la Argentina, Hospital T. Borda, Buenos Aires, octubre de 2016 y en el V Encuentro de la Red Iberoamericana de Historia de la psiquiatría, Santiago de Chile, diciembre de 2016.

16- Brion, M., “De la locura consciente”, en: Revista Médico quirúrgica, Año 7, N° 17, Buenos Aires, 8 de diciembre de 1870.

17- Seguimos en este punto la interpretación de Gladys Swain, quien a lo largo de su obra insistió en que allí donde Foucault veía una “escena primitiva” de un “orden psiquiátrico” que venía a sentenciar la división locura-razón, en contraposición se puede demostrar que había una psiquiatría naciente a partir de una perspectiva novedosa que contemplaba la coexistencia de locura y razón en los alienados, con la consecuente apertura a un terreno común de diálogo. Swain Gladys. Diálogo con el insensato, Madrid, Asociación Española de Neuropsiquiatría, 2009.

18- Korn, A., Locura y crimen, tesis para optar al grado de doctor en medicina, Facultad de Ciencias Médicas, 1883, p. 21.

19- Ibíd., pp. 25-26.

20- Ibíd., p. 10.

21- Ramos Mejía, J. M., Los simuladores del talento, F. Lajouane, Buenos Aires, 1904.

22- Recordamos aquí la controversia iniciada (y nunca concluida) de Macedonio Fernández en los Archivos de Criminología y Medicina Legal, a la sazón, José Ingenieros (ACML, Vol. 1, 1902). El título equívoco de “doctor” es sólo un anuncio de un libelo por demás exultante y pletórico de ironías. Lo interesante es que en la réplica se lo califica como un “antifisiologista”, a la vez que se lo invita al debate (“no le faltarán adversarios”, aclaran los naturalistas que firman en anonimato).

23- Cf. Huertas, R., Locura y degeneración. Psiquiatría y sociedad en el positivismo francés, CSIC, Madrid, 1992.

24- Fernández, H., “La locura moral”, en: Revista de Criminología, Psiquiatría y Medicina Legal, nº 10, pp. 156–169, Buenos Aires, 1923. Fernández, H., Consideraciones sobre la llamada locura moral, en: Revista del Círculo Médico Argentino y Centro Estudiantes de Medicina, Buenos Aires, 1927.

25- Cf. Caponi, S., Locos y degenerados: una genealogía de la psiquiatría ampliada, Lugar, Buenos Aires, 2015.

26- Citado por: Moreau de Tours, P., op. cit., p. 16.

27- Cf. Lacan, J., “La tercera”, en: Intervenciones y textos 2, Buenos Aires, Manantial, 1993, pp. 73-104.

28- Ya entrado el siglo XX, el uso del oxímoron, cuya riqueza conocen muy bien los poetas, va a ser ampliamente reemplazado en las diversas nosografías por el recurso -menos preciso- a lo “pseudo”, “oide”, “limítrofe”, etc. Así, lo esquizoide, lo paranoide, lo cicloide, la esquizofrenia pseudoneurótica, la personalidad limítrofe, etc. apuntan más a la apariencia -engañosa- de ciertos “locos que no lo parecen”, que al carácter esencialmente paradójico de la locura. Cf. Álvarez José María. Presencia de la melancolía, prólogo en: Iglesias Colillas, I., Los trastornos bipolares – Una revisión crítica, Letra Viva, Buenos Aires, 2015.

29- Lacan, J., El Seminario, Libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 238.

30- Moreau de Tours, P., op. cit., p. 17.

Ser loco sin estar loco

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