Читать книгу El poder del amor y otras fuerzas que ayudan a vivir - Enrique Chaij - Страница 16

Es dando como recibimos

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Dos amigos habían salido de viaje por las frías estepas de su país. Pero, repentinamente, se levantó una terrible tormenta de viento y de nieve, que puso en peligro la vida de los viajeros. La gran distancia a la que se encontraban de la población más cercana los obligó a continuar aceleradamente el viaje. Poco después, uno de ellos se sintió exhausto, y le expresó a su amigo el deseo de descansar un momento en medio de la nieve.

Si se detenían, ambos corrían el riesgo de morir congelados. De modo que el menos cansado se puso firme e impidió que su compañero se detuviera en el camino. Además, le comenzó a friccionar y a mover sus miembros semiendurecidos. Como resultado, ambos entraron en calor, tanto el que recibió como el que dio los enérgicos masajes. Enseguida continuaron viaje, y así se salvaron de una muerte segura.

En el viaje de la vida, a cada paso nos encontramos con espíritus congelados por la apatía, la indiferencia, la maldad o el dolor. Parecería tratarse de personas abatidas por las tormentas del mal y la desorientación. Y, si nuestra actitud frente a estos desdichados compañeros de viaje fuera solo de contemplación, ¿podríamos soportar verlos sucumbir en medio del camino?

En todo lugar, en el hogar, en el taller, en la oficina, en el aula o quizás en la calle, la necesidad del hermano nos puede dar ocasión de brindar calor humano y ayuda fraterna; con esta ventaja: el que da también recibe. Como ocurrió con el viajero del relato, quien por haber evitado el congelamiento de su compañero lo evitó en sí mismo también.

Es sembrando en el terreno ajeno como cosechamos en el nuestro propio. Es procurando la felicidad del hermano como encontramos también la nuestra. Es compartiendo el bien con el prójimo como recibimos copiosas bendiciones del Altísimo. ¿Cree usted en esto?

El poder del amor y otras fuerzas que ayudan a vivir

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