Читать книгу El poder del amor y otras fuerzas que ayudan a vivir - Enrique Chaij - Страница 21
Tres niveles
ОглавлениеSegún la actitud que tengamos hacia el prójimo, podemos vivir en tres niveles diferentes. Señalemos primeramente el nivel malvado, que consiste en devolver mal por bien. Esta es la modalidad del mezquino y desagradecido, que no es capaz de mostrarse bueno ni aun con aquellos que le brindan afecto y amistad. Es el alma que siempre está pensando cómo obtener ventaja de los demás y cómo triunfar, aunque sea en perjuicio ajeno.
En segundo lugar, existe el nivel que podríamos llamar humano. ¿En qué consiste esta forma de vida? En devolver mal por mal, o bien por bien. Es decir, obrar con el prójimo del mismo modo en que él procede con nosotros. “Alguien es bueno conmigo; yo soy bueno con él. Pero que no se le ocurra hacerme algún mal, porque le devolveré de la misma manera”.
Aparentemente, esta es una forma justa de obrar. Sin embargo, considerada a la luz de la enseñanza de Cristo, es una actitud errada y egoísta hacia nuestro hermano. Es como decirle: “Yo estaré dispuesto a darte solamente lo bueno que tú me des, ni más ni menos. Pero, si me hieres, lo mismo recibirás de mi mano”. ¿No es ésta la filosofía de vida más común y corriente?
Al respecto, Jesús dijo: “Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo” (S. Lucas 6:32, 33). En esta forma de proceder no hay mayor virtud.
El verdadero valor radica en el tercer nivel, que podríamos llamar divino, o cristiano, porque nos mueve a devolver bien por mal. Esta es la modalidad del espíritu generoso, capaz de amar a quien incluso no lo merece. Tal es la enseñanza de Cristo, cuando dijo: “Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen” (vers. 27, 28).
¿Estamos viviendo en este elevado nivel de conducta? ¿Cultivamos el amor fraterno aun hacia nuestros enemigos? ¿Tenemos suficiente amor como para perdonar a quienes nos ofenden? ¿Cómo somos en este terreno?
Siempre conviene amar. “El amor nunca se pierde. Si no es correspondido, fluirá hacia atrás y purificará el corazón” (W. Irving).
“A menudo nos dejamos perturbar por pequeñeces que deberíamos despreciar y olvidar. Quizá se muestre ingrato un hombre a quien favorecimos, tal vez se exprese mal de nosotros una mujer en cuya amistad confiábamos, o nos rehúsen una recompensa de la cual nos creíamos merecedores. Estos desengaños, por herirnos en lo más profundo, nos privan del sueño y ponen trabas a nuestra labor. Pero ¿no es absurdo que sea así?
“Por unas pocas docenas de años que vamos a vivir, ¿podríamos malgastar horas valiosas recordando contrariedades que en breve nadie recordará, ni siquiera nosotros mismos? No, no hagamos tal. Consagremos la vida a acciones y sentimientos que valgan la pena, a pensamientos superiores, a afectos sólidos y a empresas duraderas. La vida es muy corta para hacerla pequeña” (André Maurois).