Читать книгу Navegar en tiempos de tormentas - Enrique Delgadillo - Страница 19
ОглавлениеUNA PALABRA MÁGICA
Todos pasamos por circunstancias difíciles, pero cada persona las percibe de forma diferente. Como ya dijimos, si la normalidad de un niño es una infancia con padres amorosos y excelentes calificaciones en el colegio, el día en que llegue a casa con un examen reprobado puede significar el fin del mundo para él, ya sea por la decepción de sus padres o por el castigo que puedan imponerle.
Para otro cuya normalidad es recibir abuso físico de un padre alcohólico, un día más de insultos no supone un contraste muy drástico en su cotidianidad, incluso cuando pueda haber mucho dolor. Por eso no deja de sorprenderme la cantidad de sucesos dolorosos a los que el ser humano puede acostumbrarse. No implica que lo hagan feliz, sino que ya no le sorprenden.
Aunque, si lo pensamos con detenimiento, esto no necesariamente es malo. De hecho, es la clave para desarrollar una herramienta invaluable. Una palabra casi mágica que nos ayuda a navegar las tormentas, a liberarnos de las cadenas emocionales que estas traen consigo y que analizaremos a detalle a lo largo de este capítulo: la interpretación.
Cada que pienso en esto viene a mi mente esta frase: “Todo es relativo”. La realidad es que siempre habrá quienes tengan la vida más fácil o más difícil que nosotros. Pero si les preguntáramos, dirían que han sufrido de una u otra forma y que han pasado momentos en los que sintieron que era el fin.
Una de las frases que tengo tatuada en mi mente como un mantra es la siguiente: "Lo que sientes no es debido al problema en sí mismo, sino a la forma en que lo interpretas”.
Es decir, a la lectura que le damos a esa dificultad. Lo que interpretamos hace que nuestras emociones se distorsionen y desemboquen en pensamientos tóxicos.
"Lo que sientes no es debido al problema, sino a la forma en que lo interpretas".
Por eso, al cambiar los lentes con los que leemos esa situación adversa, cambia también lo que sentimos acerca de ella. Por ejemplo, imagina que tu pareja te es infiel. ¿Qué sentimientos tendrías si tu voz interior te dice que esa persona a la que tanto querías te traicionó? ¿Lo verías como una injusticia que no mereces? Quizá experimentarías un coctel de tristeza, coraje y decepción tan fuerte que lo sentirías dando vueltas por tu torrente sanguíneo.
¿Pero qué sucedería si, en lugar de interpretarlo así, aceptaras que tú elegiste a esa pareja y que, de alguna manera, contribuiste a generar esa situación, ya que no tenías las herramientas para elegir a otra persona?
¿Qué pasaría si entendieras que esa persona no llegó a tu vida con el simple propósito de arruinarla, que sus acciones no giran a tu alrededor? ¿Cambian tus sentimientos cuando piensas que ella solo protagoniza su propia vida en la que también hay vacíos emocionales, frustración y dolor?, ¿que no eres su víctima? Me gusta pensar que por eso el filósofo griego Platón decía: “Sé amable con todos, cada uno lucha una dura batalla interna de la cual no sabemos nada”.
Por eso, el sufrimiento no tiene que ver con los problemas o amarguras, sino con cómo los percibamos, con el tipo de lentes que nos pongamos para darles significado. Y ese significado será proporcional a qué tan diferente era la vida antes del problema. Como en la historia de mi compañera de clase.
De tal manera que la interpretación es la primera clave para comenzar a reparar las velas del barco. Y a continuación veremos los elementos que influyen en ella.
PREFERIR EN LUGAR DE NECESITAR
¿Qué necesitas para que puedas sentirte feliz y en paz contigo? Me gusta hacer esta pregunta porque casi siempre pone en evidencia el tipo de lentes con los que interpretamos lo que nos sucede.
Porque la necesidad produce miedo y dependencia. Mientras que otros verbos, como desear o preferir, nos ayudan a crecer. Una cosa es preferir tener libertad financiera y otra cosa es creer que sin dinero no puedes estar bien. Una cosa es desear amar y compartir con una pareja, y otra muy distinta es creer que tu vida será miserable si no la tienes.
¿Te ha sucedido que cuando más necesitas que una persona te ame, menos lo consigues? ¿O que cuando más estresado estás por dinero es cuando menos aparecen las oportunidades y más las facturas por pagar? ¿Y después, cuando superas el momento y sueltas la necesidad de aquello que creías primordial, empiezan a aparecer otra vez las oportunidades?
"¿Qué necesitas para poder sentirte feliz y en paz contigo? La necesidad produce miedo y dependencia. Mientras que otros verbos, como desear o preferir, nos ayudan a crecer".
Un buen amigo solía decir: “El universo te despojará de todo aquello que crees necesitar para ser feliz. Y te lo devolverá en el momento que entiendas que tu felicidad no depende de ello”. Esta es una gran lección. Cada uno de estos verbos que mencioné está ligado con modelo específico en nuestra mente o un paradigma, que es una serie de creencias con las que calificamos el mundo. Estos son los lentes con los que interpretamos los acontecimientos de nuestra vida. Aunque pueden existir un sinfín de paradigmas, yo prefiero clasificarlos en dos grandes grupos. Unos nos ayudan progresar, mientras que otros solo nos estancan. A continuación los analizaremos.
Conciencia de separación versus conciencia de unificación
Los significados que le damos a las situaciones suelen venir de dos tipos de conciencias específicas que nos dirigen.
Imagina que estás en tu restaurante favorito esperando el platillo más delicioso del menú. Te sirven una copa de vino y, cuando comienzas a degustarla, en la mesa de al lado todos sueltan una carcajada. Uno de los comensales voltea a verte, por lo que de inmediato concluyes que se están riendo de ti, ¿verdad?
Este ejemplo muestra la forma en la que nos guía lo que llamo la conciencia de separación. Una de sus principales características es creer que el mundo gira a nuestro alrededor y concluir que el resto del universo está a nuestros pies. Hace que nos percibamos como el centro del universo y el protagonista de la película. Mientras que el resto de las personas juegan roles secundarios. Por lo tanto, viven en función de nosotros.
Frases como “Mi pareja no me da el amor que necesito” o “El gobierno no me da el dinero que requiero” o “La gente no me respeta como para ser feliz” o “Nadie me da trabajo” son frecuentes cuando se presenta este tipo de conciencia, pues nos hace pensar que es responsabilidad de los demás darnos lo que creemos que nos hace falta. Pero la realidad es que nadie nos debe nada.
Cuando nos damos cuenta de esto, la conciencia de unificación se manifiesta. Es la que ayuda a crecer y a reparar las velas del barco. Nos hace ver que el mundo no se mueve en función de nuestras necesidades y que somos parte de un todo más grande y complejo, dejamos de ver a los otros como actores de reparto.
"Creer que el mundo gira a nuestro alrededor hace que nos percibamos como el centro del universo".
Esta conciencia nos posibilita comprender el comportamiento de los demás, lo que nos ayudará a tomar responsabilidad de nuestra vida. De este lugar vienen las emociones sanadoras de compasión, gratitud y perdón, hacia otros y hacia nosotros mismos.
Transitar de la conciencia de separación a la de unificación te permitirá entender cuáles son tus apegos tóxicos, tus necesidades emocionales y los vacíos que debes subsanar para elevar tus niveles de resiliencia y fortaleza.
A cada tipo de conciencia le corresponde un tipo de mentalidad, que puede beneficiarnos o perjudicarnos en nuestro camino a la sanación. ¿En qué consisten? Ahora lo veremos.
Mentalidad de carencia versus mentalidad de abundancia
Todo temor, decepción e inseguridad vienen de un mismo lugar. Un sitio que en mis grupos de entrenamiento llamamos mentalidad de carencia: la idea de que no soy o no tengo lo suficiente para ser feliz. Como te imaginarás, la mentalidad de carencia está ligada con la conciencia de separación. Podríamos decir que es producto de ella. Porque una persona que siente que necesita algo del exterior, tiende a creer que no puede ser feliz por sus propios medios.
La mentalidad de abundancia, por el contrario, se basa en la idea de que la persona tiene todo lo necesario para sentirse plena aquí y ahora, que nadie vendrá a su rescate, pues sabe que solo ella puede salvarse a sí misma. Entiende que la felicidad no vendrá de afuera sino de su interior. Como podrás intuir, se encuentra ligada con la conciencia de unificación, que ya mencionamos.
"La mentalidad de abundancia se basa en la idea de que la persona tiene todo lo necesario para sentirse plena aquí y ahora".
Todo empieza con la mentalidad de abundancia, porque nos hace enfocarnos en lo que tenemos y nos prepara psicológica, emocional y espiritualmente para nuestro éxito y felicidad. Para fortalecerla, yo acostumbro repetirme la siguiente frase cada que puedo: “Soy todo lo que necesito para crear felicidad aquí y ahora. Tengo todo lo que necesito, no dependo de factores externos para estar en paz, no importa qué expectativas he generado ni qué me diga la gente. Soy, y eso es suficiente”.
¿Qué podría faltarnos si nosotros mismos generamos lo que necesitamos?