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TALLER A. DE UTOPÍA OPERATIVA

INTRODUCCIÓN

Después de la coyuntura del ’89 en Europa Central y de la derrota electoral del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y las negociaciones de paz en El Salvador, se ha cantado mucho “el fin de las utopías”, o la muerte del pensamiento utópico. Habrá que ver qué se quiere decir con todo esto, que la ideología dominante se ha preocupado tanto en difundir.

El caso concreto que nos ocupa es que Enrique Gutiérrez coloca al principio de los talleres de planeación un Taller A de Utopía Operativa. Su primera orientación es fundamental. Dice que “la manera [que] se ha encontrado [para] checar la calidad operativa de una Utopía, es confrontarla con la acción”. (8)

No se trata de cualquier utopía. Ni mucho menos de manejarla en cuanto algo ideal, que literalmente “no tiene lugar” en la historia. Tampoco, en cuanto “paraíso en la tierra” construido por la fuerza, que quizá por aquí vaya el sentido de la crítica al pensamiento utópico.

El Taller de Utopía Operativa tiene más bien el sentido que ya comentábamos en la introducción general, de explicitar lo que haya de utópico en toda actividad humana, particularmente aquella que se realiza con el pueblo en su lucha de liberación hacia condiciones de vida más humanas, que humanicen, al mismo tiempo, a los hombres y a la historia.

El Taller A es más una meditación personal que un ejercicio meramente reflexivo. Tiene más características de “retiro espiritual” sobre el sentido último de la vida personal y social de los hombres y mujeres que han decidido apostar sus vidas en favor de los explotados. El “soñar despiertos” y entonar cánticos de esperanza en una vida radicalmente nueva.

El taller sugiere unas preguntas, como pueden ser las que se incluyen o bien otras que apunten a esa finalidad: cuál es el horizonte último del quehacer humano, de este quehacer concreto nuestro con el pueblo explotado en su lucha de liberación.

Conviene tomar en cuenta estas observaciones porque realmente es más una guía para que los participantes tomen su vida en sus manos y den razón de su esperanza. El objetivo es que el equipo explicite la base común de inspiración que anima a todos a determinadas acciones.

Más aún, se trata de que el equipo haga continua y periódicamente esta explicitación, porque en la práctica se oscurece, y mucho, esta base de común inspiración. De donde se generan diversos conflictos al interior y que tienden a reflejarse exteriormente.

En la práctica ordinaria de varios equipos de educación popular, tanto de FCyE, AC como de Sedoc, AC, el ejercicio del Taller de Utopía Operativa ha permitido la explicitación de la inspiración cristiana que anima a los promotores y ha sido también una forma de impulsar la maduración en la fe como motor que anima y enriquece los proyectos en los que nos embarcamos.

La importancia de este taller está en sentar una base común, un horizonte de comprensión desde donde se ubican aspectos de marco teórico–operativo, el mismo análisis, la estrategia y el aporte concreto del equipo.

Ahí donde se oscurece el panorama en cada uno de esos niveles de planeación, el ejercicio de explicitar la utopía operativa trata de ubicar cada cosa en su lugar; pero, además, trata de dinamizar aspectos que se hayan estancado.

La condición fundamental para realizar con provecho este taller es la flexibilidad con que se haga. Para ello ayuda escoger las preguntas que más favorezcan el “dar razón de la esperanza” del equipo y confiadamente se compartan.

David Velasco Yáñez, SJ

Guadalajara, Jal., 1991

8- Las cursivas son mías. Nota de DVY.

Autonomías populares y vinculación universitaria

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