Читать книгу Conozcamos lo nuestro - The Gauchos's Heritage - Enrique Rapela - Страница 27

f La rastra

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La indumentaria del gaucho se complementaba a menudo con otro lujo: la rastra, adminículo que servía para cerrar el cinto con que el paisano sujetaba el conjunto de calzón y chiripá a su cintura. Por lo general, estaba confeccionada en chapa de plata de variadas formas y adornos; comúnmente, el adorno consistía en la marca de la estancia del poseedor, cuando se trataba de un estanciero (A); o cualquier otro motivo criollo.

Hubo rastras que eran verdaderas joyas, obras de grandes plateros. En los paisanos pudientes, este tirador estaba adornado con patacones y otras monedas de valor. Buenos Aires tuvo grandes artífices en el cincelado de la plata y el oro, como Serantes, Castillo y Machado.

La rastra propiamente dicha, el paisano la sujeta al cinto o tirador por medio de monedas, botones o patacones de plata unidas a ella por chapones o cadenas. Los más pobres que no podían darse el lujo de poseer una rastra, solían sujetar el tirador con un simple tiento con un botón en su extremo, o en su defecto, un simple nudo. Eso se verá con más claridad a la hora de hablar del cuchillo verijero.

Este conjunto de cinto y rastra sujetaba todo junto con la faja (B). El chiripá no tiene bolsillos y muy a menudo el paisano no poseía la chaqueta o saco, que sí los tiene. Por eso, el tirador (que es un cinto ancho de cuero curtido), por lo general tenía bolsillos del lado de adentro o de afuera y allí el gaucho guardaba el dinero. La verdad, no era necesario que ese bolsillo fuera grande, no había mucho que guardar; pero eso sí, lo usaba con soltura y gracia (C).

El criollo apreciaba poco el dinero. Ya Félix de Azara, aquel gran observador, decía:

“(…) aprecian poco el dinero (…) No beben vino sino aguardiente y es su costumbre llenar un vaso grande y convidar a los presentes, pasándolo de mano en mano y repitiendo hasta que se finaliza el dinero del convidante, tomando a desatención el no beber siendo convidado”.

Es comprensible esa forma de ser del paisano, sueño del infinito que era esa pampa interminable que recorría a su albedrío y que le proporcionaba todo lo que él necesitaba para vivir. Su ingenio y su destreza en las armas le permitieron vestirse, comer y refugiarse; la tierra y el agua y el cuero le dieron habitación que techaba con paja. La cruza con razas que venían de lugares de existencia ardua, les inculcó cierto concepto del ahorro, pero no mucho. Eso explica la desaparición de grandes fortunas.




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