Читать книгу Conozcamos lo nuestro - The Gauchos's Heritage - Enrique Rapela - Страница 21
c Sombreros y gorros
ОглавлениеEn estas apretadas reseñas sobre todo lo que atañe al gaucho, nos ocuparemos brevemente del sombrero o “cubrecabeza”, porque no de otro modo se podría llamar a lo que se ponían sobre ella.
El sombrero que usaron fue de formas y materiales diversos. A través de las litografías de Pallière y Pellegrini (conocidos artistas de la época en los que debemos apoyarnos para conocer los detalles de la vestimenta de nuestros antepasados de antes de la documentación de Daguerre) vemos que la galera (A) fue de uso muy difundido. Se dice que ello se debió a un cargamento de tales prendas que traía un barco inglés que, por un accidente muy común en estas playas, se vio obligado a alijar su cargamento. Las galeras pasaron así a las estanterías de los negocios de la ciudad y la campaña.
Nuestros paisanos no tuvieron inconvenientes en cubrirse con ellas. Es famoso el cuadro de Justo José de Urquiza cubierto con su poncho y luciendo esa famosa galera con su uniforme militar. Los sombreros de paja, muy usados en toda época, eran de diversas formas y tamaños. La figura (B) representa a un paisano con el cónico pajizo. Otros modelos de forma chata de angosta ala tuvieron gran difusión en los primeros años del siglo xix. En general, se los conoció como de “jipi-japa”.
En la época de Rosas se puso en boga el gorro de manga, muy usado hasta por las tropas regulares. Se los conoció de diversas formas. Ya existía a principios del siglo xix un cuerpo de ejército, el de Infantería del retiro, que usó un gorro de manga de forma muy particular, azul, conocido como “de mitra”. Lo sabemos por una acuarela de la época que perteneció a Justo Mateo y que este la obsequió al escribano Victoriano José Cabral, el que, a su vez, se la regaló a Enrique Udaondo, quien la publicó en su famoso libro sobre los uniformes militares. Tenía al dorso una leyenda que rezaba “Infantería del Retiro, regimiento Sánchez”. Se supone que se trata del coronel Valerio Sánchez, que ocupó el cuartel de la época colonial que sirvió de alojamiento a los primeros escuadrones del regimiento de Granaderos a Caballo.
Una de las formas más comunes fue el de la figura (C).
En las láminas que ilustran lo referente al chiripá, vemos a los soldados con diversos gorros de manga. Así tenemos el gorro de manga largo y blanco que cae flácido como el que luce el soldado de Caballería de Santos Lugares. En el carabinero de 1839 vemos que el tal gorro, alto y rígido, es de los de “mitra”, por su semejanza con la mitra episcopal. Pero no lo usaron solamente los hombres de Rosas, la infantería de Urquiza y su caballería, y los artilleros de la Confederación.
También se descubrió que la Guardia Nacional de Caballería de 1865 lucía un gorro blanco de manga azul, con aro y borla color rojo. Nos recuerda al gorro frigio que usaron mucho los franceses durante la Revolución que marca un hito en la historia.
Un sombrero muy común, usado por el paisano de tierra adentro, fue el llamado “panza de burro” (D); como su nombre da a entender, se confeccionaba con el cuero sacado de la panza de un burro (E). El paisano, al hacerlo, conservaba el pelo del cuero. Primero lo sometía a una larga inmersión a fin de ablandarlo. Mojado y dejándolo hacia afuera, lo moldeaba en un poste para darle la forma que deseaba (F). Luego lo colgaba al aire libre y así se endurecía. El arreglo se completaba con tiras de cuero que anudaba bajo el mentón o en la nuca.
La figura (G) muestra cómo era el sombrero concluido. No hay mucho más para decir salvo que semejaba una campana. Suponemos que no debía ser muy fresco ni muy liviano.
También muy usado el pañuelo atado a la cabeza y anudado atrás en la nuca. No hay duda de que, salvo el “panza de burro”, todos los sombreros que usaron nuestros paisanos fueron importados o inspirados en el extranjero.
Al hablar de los gauchos salteños, nombramos el amplio sombrero de cuero, común en la zona norteña, cubierta de montes achaparrados y agresivas espinas, con él se defendía. El “panza de burro” no poseía alas pronunciadas, se puede decir que carecía de ellas. No las necesitaba en una zona carente de bosques naturales y plantas espinosas, porque los que lo usaban eran, por lo general, de la pampa húmeda.