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b El chiripá

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Con respecto al chiripá, Ciro Bayo dice:

“Pretina que por una extremidad se rodea la cintura y pasando la otra por entre las piernas, se vuelva todos lo entiendan, poner de ejemplo lo que seguramente todos han visto hacer: un chiripá es, exactamente, un amplio paño que se coloca como se coloca el pañal a un bebé y se sujeta con una faja”.

Esta prenda comenzó a tener su mayor difusión allá por 1828, en que hasta la usaban las tropas del gobierno. Así teníamos que los estancieros (A) vestían la ropa de los gauchos, pero con el lujo que les permitía su situación económica. Las tropas de caballería también lucían, especialmente la de Santos Lugares (B), llamada así por estar en ese lugar este cuerpo de soldados que formara Rosas. Este campamento se calculaba que en 1840 tenía unas cinco mil plazas. La figura (C) representa a un soldado del cuerpo de artillería de 1858 de la Confederación Argentina, cuyo gobierno residía en Paraná y era ejercido por el general Urquiza. En un desfile de todas las fuerzas armadas de Entre Ríos, el doctor Germán Burmeister hace una descripción del acto. Burmeister, ilustre hombre de ciencia alemán, médico, escritor y naturalista, consagró gran parte de su vida al servicio de nuestro país. Desde 1862 hasta 1892 fue director del Museo Nacional. Entre otras cosas, dice:

“No deja de tener interés la clase de uniformes, armas y número de soldados. (…) Los soldados llevaban ponchos rojos de franela, chiripá del mismo color, calzoncillos blancos de algodón y un gorro de campo estilo español antiguo, también colorado. Algunos iban descalzos y no llevaban más armas que un sable. Los cañones eran de composición y bastante usados. Los oficiales se parecían, en color y corte de los uniformes, a los franceses; llevaban pantalones anchos arriba y angostos abajo, una levita azul con prendidos rojos y un pequeño quepí más agudo hacia arriba; completamente un modelo francés”.

La figura (D) representa a un soldado de carabineros, reconstruida en base a documentos del Archivo General de la Nación. Tal cual muestra el dibujo así vestían los soldados del Fuerte Federación en 1835:

• Gorreta de paño grana.

• Chiripá del mismo paño con vivo blanco.

• Bota de potro.

• Espuela de hierro como armas.

• Carabina.

• Sable.

• Boleadoras.

En legajos de la época, vemos entre los pedidos “350 chiripás paño grana”. En otro legajo se halla un pedido de un centenar de boleadoras, arma formidable en manos de esos soldados gauchos de que fueron víctima Paz, Rauch y Medina. En 1839, el uniforme de la Guardia de Caballería era “chaqueta azul, chaleco punzó, pantalón azul, corbata negra, divisa de “¡Federación o muerte!” “¡Vivan los federales!” “¡Mueran los salvajes unitarios!”. Penacho punzó en el sombrero, y luto federal con cintillo punzó por “Nuestra ilustre heroína federal, la Sra. Da. Encarnación Escurra de Rosas”. Los soldados de la Guardia debían cabalgar en caballos hoscos (morenos oscuros) y colorados.





Durante el Sitio de Montevideo se organizaron diversos batallones para su defensa, entre otros el número 5, comandados por el coronel argentino Mariano Echenagucía. La figura (E) representa a un soldado de ese cuerpo. Su original uniforme se componía de una gorra semejante a las de manga, pero armada con cuero interiormente, de color azul con trencillas blancas. Llevaban atada la cabeza, lo que era muy común entre la gente de la campaña, pues muchas veces el pañuelo reemplazaba al sombrero. Usaban chaqueta corta color verde con vivo blanco; camisa blanca con corbatín colorado; chaleco celeste y blanco como la bandera uruguaya. Chiripá rojo floreado con adornos negros; lo llevaban en forma de delantal como los indios, los correntinos y paraguayos. Conocido como “mortero”, estaba sostenido por una guasca (cuerda de cuero) a la cintura. Calzoncillos blancos con pequeños pliegues en lugar de flecos completaban su atuendo, calzando botas de potro.




La denominación de “mortero” con que se conocía la forma de llevar el chiripá suponemos proviene de ese utensilio circular, muy diferente al chiripá usado por los gauchos, de lo que conocemos como pampa, y en especial en la provincia de Buenos Aires.

La difusión del chiripá era muy grande en todas las esferas sociales; tenemos la prueba en el museo de Luján, en donde se puede ver la reproducción fotográfica de don Ignacio Videla, alcalde de la Villa en 1860, vistiendo un vistoso chiripá. La figura (F) representa a un vigilante de la misma época y lugar.

En la figura (G) se muestra a uno de los heroicos fronterizos que llevaba también esa prenda. Si bien en el decreto de la creación del cuerpo no se habla del chiripá, en la práctica no llevaban más distintivo que los identificara como soldados, que el quepí. La tropa de caballería debía llevar “quepí grancé (1) con vivos negros, aro, atributos del arma y número del cuerpo, chaquetilla de paño azul gris, con vivos y cuello grancé, pantalón ancho azul gris con franja grancé, bota granadera de caña blanca con espolines de bronce”.

Luego, por orden del entonces ministro de guerra Adolfo Alsina, en 1877 se dio a la tropa una coraza de cuero de vaca sin curtir, que se endurecía poniéndola al relente. Este procedimiento le daba una dureza que detenía el golpe de la lanza del salvaje. La coraza fue rechazada por el soldado que suponía ser ventajero en esa lucha. Pese al decreto de creación del cuerpo, la realidad estuvo muy lejos de las buenas intenciones de proveer de uniformes a la tropa. En verdad, los gauchos llevaban todo lo poco que tenían y solo algunos eran provistos de sable, quepí y, con suerte, de alguna chaqueta.

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