Читать книгу El príncipe roto - Erin Watt - Страница 10
Capítulo 5
ОглавлениеEaston y yo nos saltamos la fiesta postpartido y nos marchamos a casa para matar una hora antes de acudir a la pelea. Así, recuperaré algo de autocontrol y perspectiva cuando esté partiéndole la cara a algún tío en el muelle.
—Tengo que llamar a Claire —murmura East cuando entramos en la mansión—. Tengo que preguntarle si le apetece pasarse por aquí luego.
—¿Claire? —Frunzo el ceño—. No sabía que estuvieras con ella otra vez.
—Sí, bueno, yo no sabía que te tirabas a Brooke. Supongo que estamos en paz.
Se lleva el teléfono a la oreja y me despacha.
Me duele ver cómo me trata Easton. Desde que Ella se marchó, me ha estado tratando con extrema frialdad.
Cuando llego a la planta superior, la puerta de mi habitación está entreabierta y la sensación de déjà vu me embarga. De repente es como si reviviera la noche del pasado lunes, cuando encontré a Brooke en mi cama.
Juro por Dios que, si esa zorra vuelve a jugar conmigo, voy a perder los nervios.
Pero es a Gideon al que encuentro en mi cuarto. Está tumbado en mi cama, dando golpecitos a su teléfono. Cuando entro, me saluda con una mirada nublada.
—No pensaba que fueras a venir a casa este fin de semana —digo cautelosamente.
Le mandé un mensaje el martes para decirle que Ella había huido, pero he ignorado todas sus llamadas esta semana. No estaba de humor para lidiar con sus momentos de culpabilidad.
—Eso te habría gustado, ¿eh?
—No sé de qué me hablas.
Evito mirarlo a los ojos mientras me quito la camiseta de manga corta y la reemplazo por otra sin mangas.
—Y una mierda. Has evitado esta conversación desde que Ella se marchó. —Gideon se baja de la cama y se acerca a mí—. Pero ya no puedes seguir haciéndolo, hermanito.
—Mira, no es para tanto, ¿vale? Ella y yo estamos… —¿Estábamos?—…juntos. ¿Y qué?
—Si no es para tanto, ¿por qué me lo ocultaste? ¿Por qué me tuve que enterar por East? ¿Y en qué coño estabas pensando cuando te enrollaste con ella? No necesitamos que nadie más se meta en nuestras mierdas…
—Tus mierdas —lo interrumpo y, al instante, me arrepiento, porque se encoge de dolor como si le hubiese pegado.
—Cierto —murmura—. Mis mierdas. Supongo que fue una estupidez pensar que mi hermano me cubriría las espaldas.
—Y te las cubro. Sabes que sí. Pero Ella no tiene nada que ver con esto. —Siento impotencia y se me forma un nudo en la garganta—. Nuestra relación es…
Me corta con una risotada brusca.
—¿Vuestra relación? Bueno… eres un chico con suerte. Debe de ser genial. Yo también tuve una relación hace tiempo.
Me muerdo la lengua. Entiendo que esté deprimido, pero yo no soy el culpable de su situación actual. Ya se las apañó el solito.
—¿Sabes lo que tengo ahora? ¡Nada en absoluto!
Gideon parece estar a punto de arrancarse el pelo mientras da vueltas por mi habitación.
—Lo siento. —Sé que mi respuesta es totalmente inadecuada, pero es todo cuanto soy capaz de decir.
—Haces bien en sentirlo. Tienes que alejarte de Ella. Es una buena chica, y la estás destrozando.
La verdad que hay en sus palabras me quema más que su mirada sentenciosa. La culpa me come por dentro.
—Puede —contesto con voz ronca—, pero no puedo dejarla marchar.
—¿No puedes? Querrás decir que no lo vas a hacer. —El rostro de Gideon se vuelve rojo—. Olvídate de Ella.
Imposible.
—Eres un puto egoísta —susurra mi hermano cuando percibe mi negativa al mirarme a los ojos.
—Gid…
—Yo también tuve a una Ella en mi vida. Tuve a una chica con la que vi que podía tener un futuro y le rompí el corazón. Ahora está tan enfadada con el mundo que no ve las cosas con claridad. ¿Eso es lo que quieres para Ella? ¿Quieres ser nuestro puto padre? ¿Hacer que alguien se suicide de lo triste y deprimida que está?
—Ejem.
Ambos nos giramos y nos encontramos a Easton en el umbral de la puerta. Sus cautos ojos azules se fijan de forma intermitente entre Gid y yo.
—Ni siquiera voy a preguntar si interrumpo —dice—, porque ya veo que sí. Tampoco voy a disculparme.
Gideon tensa la mandíbula.
—Danos un minuto, East. Esto no te incumbe.
Nuestro hermano menor se ruboriza. Se acerca a nosotros y cierra la puerta.
—Ni de coña. No vais a darme puerta. Ya no. —East clava un dedo en el centro del pecho de Gideon—. Estoy harto de vuestros secretos y de vuestros cuchicheos. Deja que lo adivine, Gid… tú sí sabías lo que Reed hacía con Brooke.
Gid se encoge de hombros.
La mirada resentida de East se posa en mí.
—¿Qué pasa? ¿No era lo bastante importante como para formar parte de vuestro club?
Aprieto la mandíbula por la frustración que siento y los dientes me rechinan.
—No hay ningún club. Fue un error estúpido, ¿vale? ¿Y desde cuando necesitas saber con qué chicas me acuesto? ¿Estás intentando vivir a través de mi polla o algo?
Eso me gana un puñetazo en el abdomen.
Me tambaleo hacia atrás y me golpeo el hombro contra la esquina del armario. Pero no le devuelvo el golpe. East está prácticamente echando humo por la boca. Nunca lo he visto tan enfadado. La última vez que me pegó un puñetazo éramos todavía niños. Creo que discutimos por algún videojuego.
—A lo mejor debería llamar a Brooke —suelta East hecho una furia—. ¿Verdad? Porque está claro que zumbarse a la novia de papá es un requisito extraño y enfermizo para poder entrar en vuestro pequeño club VIP. Si me la tiro, no tendréis más remedio que aceptarme, ¿verdad?
Gideon responde con un silencio atronador.
Yo tampoco digo nada. No tiene sentido hablar cuando Easton está de tan mal humor.
Se pasa las dos manos por el pelo y suelta un gruñido cargado de frustración.
—¿Sabéis qué? Que os den a los dos. Seguid con vuestros secretitos y lleváoslos a la tumba. Pero no vengáis a mí cuando necesitéis que os salven el culo.
Sale de mi habitación y cierra la puerta de un portazo tan fuerte que hasta el marco tiembla. El silencio que nos envuelve a su paso es ensordecedor. Gideon parece agotado. Yo estoy nervioso. Necesito pelear. Necesito descargar todas las emociones que llevo dentro antes de que le haga daño a alguien de esta casa.