Читать книгу Julito Cabello contra las tribus urbanas - Esteban Cabezas - Страница 4

2

A POTO PELADO CABELLO

Оглавление

Ya íbamos todos de vuelta, pero antes de salir del restaurante les juraría que vi a la alumna Vaca rumiando en una de las mesas. ¿Un plato de alfalfa? Ja. Y en eso estaba meditando, con la María roncando en el auto, cuando llegamos a nuestra casita. Y al momento de abrir la puerta, no hubo necesidad de hacerlo, porque estaba abierta.

Y con la chapa rota.

Al entrar, se parecía a una post pijamada (pero sin el olor a pata). Desorden total. Y el Beltrán, que andaba medio tutoso, se despertó de golpe y comenzó a corretear por las piezas y a hacer el conteo de las bajas.


–Falta la tele, los dos computadores, las consolas y el Blue-Ray.

Mi mamá siguió:

–Mis joyas, mi cámara de fotos y mi ropa.

Y mi papá:

–Mi disfraz de dragón, mis figuras de Dragonball de colección. ¡Y eran Bandai! Y mi ropa. Hasta los calzoncillos me robaron. Pobrecitos, a lo mejor no tenían con qué vestirse.

Ay, mi papá.

Para qué les digo que nuestros niveles de felicidad bajaron supersónicamente a menos que cero. Es extraño que te roben, la dura. Quedamos como post ataque zombi: felices de estar vivos, pero pensando en cuándo iban a volver de nuevo por nuestros brains.

Poco a poco nos íbamos dando cuenta de otras cosas que faltaban (menos la María, que puro roncaba, y que tenía su chupete puesto, lo único que echaría de menos). Dábamos vueltas en silencio, haciendo el conteo de las bajas, hasta que mi papá se pegó una palmada en la frente.

–¡Mi libro!

Entonces mi mami, muy solidaria ella, dijo lo mismo.

–¡Y mi libro! También estaba en el computador.

–¿Y no los tenían en la nube? -pregunté, muy enterado de la modernidad mundial modernosa.

Ambos dijeron “no”.

Oh, no-no. Meses de trabajo perdido, de ellos. Y de sufrimiento infantil innecesario, el nuestro.

Pero faltaba algo más.

Como era fomingo, nuestro restaurante estaba cerrado. Aunque ahora estaba abierto. A la fuerza.

Se habían llevado hasta la salsa huancaína.


Y también mi kétchup personal.


Julito Cabello contra las tribus urbanas

Подняться наверх