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SOLUCIONABERTOS

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Al rato llegó a la cocina toda la gente de El inka guatón: los Bertos (Edelberto, Gilberto, Norberto, Wilberto y Alberto) y la Laura y la Antonia, las jefas del grupo. Y una de ellas fue la que puso orden porque estaban súper inquietos, como perro en bote (me encanta esa metáfora, guau).

–Ya, silencio. Señora, ya revisamos el restaurante y les faltó barrerlo no más. Quedó entero vacío. Estos canallas…

–Ya, Laura, esperemos que la policía recupere nuestras cosas…

(Ahí se escuchó una risa entre los Bertos. Gente de poca fe).

–Ya, ok. Lo primero es ordenar y poner nuevas chapas y candados. ¿Conocen a alguien que pueda ayudarnos?

–Sí, dijo Berto 5, yo conozco a alguien, señora.

–Muy bien. Y díganme qué necesitan para volver a abrir el restaurante, porque no podemos irnos a la quiebra.

–¿Tan mal estamos, señora?

–Siendo sincera, sí. Lo único que nos queda son los ahorros para el dentista de los niños. Y para su universidad. El resto es pura deuda.

¿O sea mi mamá nos iba a dejar sin frenillos y con los dientes chuecos para toda la vida? ¿Y no íbamos a poder estudiar al terminar el colegio?

Yes! Genial.

Pienso como niño, ¿ok? No esperen que sea “maduro”.

–Muy bien señora. Le diremos en una hora qué necesitamos para funcionar. Y ustedes, Bertos, ¡a moverse! ¡¿Qué están esperando?!

–¡A su orden! -dijeron, y salieron ordenaditos en fila hacia el restaurante.

Apenas desaparecieron, mi papá volvió con la María a la cocina. Mi mamá le explicó lo que había pasado recién. Y mi papá, que no sabía que nos quedaba tan poca plata (es que vive como en Urano), como que se urgió.

–O sea, tendremos que conseguir plata como sea. Me quedó claro.

–Yo los puedo ayudar -dijo el tío artista con la boca llena de migas.

–¿Y cómo sería? -dijo mi mamá, sin comprarle nada.

–Bueno, puedo vender alguna de mis pinturas. Aunque tendría que pintarlas primero, porque dejé todo lo que tenía, que era casi nada, en España. Hasta se me quedó mi cenicero favorito. ¿Tendrían algo para prestarme, para comprar pinturas y pinceles, plis?

Buena tu ayuda, tío.

¿Y cómo serán sus cuadros?

¿Tendrán olor a pucho también?

Julito Cabello contra las tribus urbanas

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