Читать книгу Julito Cabello contra las tribus urbanas - Esteban Cabezas - Страница 9

7

EN CONSTRUCCIÓN

Оглавление

Todo el día fue puro ruido, con sierras eléctricas y soldadoras que tiraban chispas. La gente entraba y salía, hasta que Laura entró y le pasó a mi mamá una lista.

Después de leerla, se le abrió la boca hasta que le crujió algo en la mandíbula.

Quedó como difunta de la película El aro.

–Ay, ay, ay. Qué caro todo, pero habrá que pagar no más. No podemos dejarnos morir. Tengamos cerrado el restaurante solo por hoy. Déjame ir al banco y te paso la plata.

–Muy bien, señora. Y hemos hablado entre nosotros y le cobraremos la mitad del sueldo este mes.

–Ay, no. Bueno ya.

–Y estamos preparando un plan de negocios con nuestro contador y nuestro abogado, para proponerle una sociedad.

–What?

–Es que tenemos nuestros ahorros y esta es una oportunidad de mercado inmejorable para rentabilizar nuestro capital. Espero que le parezca.


–Bueno ya. Yo no tengo ni contador ni abogado, pero feliz me junto con ustedes a escuchar su propuesta.

–Muy bien. Me retiro.

Mi mamá quedó como plastificada. Creo que le pasó algo parecido a lo que a mí: no tenía idea de que la gente de El inka guatón tuviera una vida afuera del restaurante.

Altiro me imaginé a todos los Bertos adentro de una limosina, tomando whisky y fumando puros.

Pero estarían muy apretados, porque son muchos.

Y eso pasaba por mi imaginación cuando mi papá entró a la cocina.

–Sabes, Rosa, tendremos que hacer algo urgente: se acabó el papel higénico en el baño.

–¿Y algo más, cariñito? (voz irónica).

–Bueno, tenemos que ponernos a escribir, ¿no?

–Ah. Y ¿quién debiera ser el primero?

–Ehhhhhh. ¿Las damas primero? ¿O ese comentario es poco feminista?

Tal vez un perro, con sus oídos supersónicos, habría podido escuchar todos los crujidos de los dientes de mi mamá en ese instante. De más que se le quebró hasta una tapadura.

–Tienes razón, Julio… escribe tú no más.

–Uf, por un instante creí que estabas enojada. Qué alivio. Voy a ver si mi hermano me hace un huequito en la pieza para ponerme a escribir.

–Y a propósito, ¿dónde está el artista?

–Durmiendo. Es por esa cosa del cambio de hora.

–Pobrecito.

–¿Cierto? Qué agotador eso de viajar tan lejos. Y ya: voy a verlo.

Julito Investigador, muy escondido, siguió a su padre para ver esta negociación entre hermanos.

Pero al final no alcanzaron a negociar nada, porque cuando mi papá abrió la puerta le llegó una nube tufienta de humo que lo tuvo tosiendo como una hora.

Un horrorf.

Julito Cabello contra las tribus urbanas

Подняться наверх