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2.1. El retorno del “ojo de Dios”
ОглавлениеEn las civilizaciones antiguas, el cielo es asiento del dios celeste. El dios asociado con lo celeste es el poder espiritual sumo, la ley universal que controla los ritmos cósmicos. A su ley incluso los otros dioses están sometidos. El dios cielo significa poder, sabiduría, omnipotencia. Omnisciencia. Este tipo superior de dios es hierofanía de fuerzas sagradas36. Desde arriba, al dios celeste nada se le escapa. Así, los mongoles “creen que el cielo ve todo y cuando hacen juramento dicen: ¡Que el cielo lo sepa! ¡Que el cielo lo vea!”37.
En la antigua India, en la cultura védica, el dios celeste es Dyaus (cielo, de div en sánscrito, brillar). Dyaus luego es desplazado por otro dios: Varuna. Y la omnisciencia de Varuna es poder verlo todo. Así el ojo divino todo lo escruta y descubre, dado que “del cielo descienden sus espías, con sus miles de ojos espían la tierra. El rey Varuna ve todo… Ha contado hasta los parpadeos de los hombres…”38.
Varuna es omnisciente e infalible, “conoce el rastro de los pájaros que vuelan en el aire. Conoce la dirección del viento. Y él, el que lo sabe todo, espía todos los secretos, todas las acciones y las intenciones…”. Coloca espías en las plantas y en las casas puesto que es un dios que nunca cierra sus ojos. Varuna es samasraksha, “con mil ojos”. Y Varuna no es el único que tiene “mil ojos”. También otros dioses de la India antigua los tienen: Indra, Vayu, Agni, Purusha...
Desde el cielo el dios todo lo ve. Debe verlo todo, en eso se juega su poder supremo.
En la sociedad de la vigilancia también todo debe ser visto desde lo alto, mediante ejércitos de espías, drones, cámaras, satélites y sensores. Ya no se trata sólo de ciberespionaje, de fisgonear nuestros datos y secretos en el ciberespacio. El espionaje del dios de “los mil ojos” es el que puede ver no sólo nuestros datos informatizados sino todos nuestros movimientos, desplazamientos y locaciones en el mundo físico, e incluso nuestros pensamientos. Por eso del cielo “descienden sus espías, sus miles de ojos que espían la tierra”. Los satélites actuales son capaces de ubicar casi cualquier cosa sobre la Tierra, y enviar la información necesaria a uno o muchos drones para confirmar un objetivo. Geolocalización y luego ataque.
Los dioses de las religiones no existen porque siempre fueron producto de un orden imaginado. Pero pareciera que la era tecnoglobal está creando un “Dios” que hace realidad al viejo dios celeste con su poder de verlo todo desde el cielo, o a través de todo. El nuevo dios del ojo artificial podrá ver todo de lo que circula, y ya lo hace, en esa segunda mente del homo sapiens que es la mente colectiva o compartida por internet; y también el Dios del ojo artificial verá a través de satélites, drones, y por sensores-espías en las plantas y las casas. Visibilidad total con menos lugar para lo secreto. Lo secreto personal es amenaza pública39.
El nuevo dios a través de un gran ojo de vigilancia global. Snowden no fue el primero en revelar ese ojo-espía de alcance mundial. De hecho, el 11 de julio de 1991, el Parlamento Europeo publicó un informe sobre la existencia de un sistema mundial de interceptación de comunicaciones privadas y económicas; el Big brother de Echelon40.
La tecnología avanzada, en este caso asociada con la construcción de la sociedad de la vigilancia, revive los procesos de visibilidad total antes solo posibles para un dios. Los dispositivos actuales emulan las potencias que los hombres le atribuían al viejo Dios. El Ojo Divino que todo lo ve vuelve a parpadear. Antes era el Ojo de la Providencia, el Ojo panóptico o Delta luminoso, símbolo de la vigilancia divina sobre toda la humanidad. Ese ojo que antes vimos en su forma de dios hindú, pero que también es el ojo de Ra, o el ojo de Horus en el Antiguo Egipto. Ese Ojo de Dios se alojó dentro de un triángulo en los primeros siglos del cristianismo. Al principio formado por tres peces, luego se usó como símbolo de la Trinidad. Pero el ojo dentro del triángulo evolucionó en el arte renacentista. Entonces su significado era la omnisciencia y la omnipresencia del Dios Padre. Y la masonería convertirá al Ojo que Todo lo Ve en parte fundamental de su simbología, en la que brilla como “Delta Luminoso” y representación del Gran Arquitecto del Universo. El ojo que brilla en el triángulo en el dorso del billete de un dólar…
Siempre El Ojo que Todo lo Ve fue símbolo de luz, sabiduría y espíritu. Algo muy distinto a los “mil ojos” de los drones, satélites y sensores que fortalecen al Poder de este mundo. El renacimiento del viejo dios como tecnodivinidad del espionaje total.
Drones minúsculos con cámaras podrían hurgar todo espacio antes privado por el que se mueven los individuos. Potencialmente, nada quedaría fuera de esa diminuta visión móvil capaz de penetrar en recintos que, para ser inviolables, necesitarían un sellado completo que impidiera el ingreso de este tipo de dispositivos robóticos aéreos. Las ventanas siempre tendrían que estar clausuradas, lo mismo que las puertas. Operación de seguridad doméstica imposible. Nubes inmensas de pequeños ojos cámara imperceptibles verían y grabarían todo movimiento. El dios espía para el que ningún destello será invisible.
24 Ver Esteban Ierardo, “Entre abejas robóticas y las picaduras de odio”, en Sociedad pantalla. Black mirror y la tecnodependencia, Continente, Buenos Aires, 2018, p. 129-137.
25 Citado en Ignacio Ramonet, El imperio de la vigilancia. Nadie está a salvo de la red global de espionaje, Clave Intelectual, Madrid, 2016, p. 16.
26 Ignacio Ramonet, op. cit., p. 67-68.
27 PRISM es el programa clandestino de vigilancia electrónica bajo la esfera de la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSA), cuyo fin es la recolección de comunicaciones de por lo menos nueve grandes compañías estadounidenses de internet. Su existencia secreta fue revelada a la opinión pública en 2013 por Snowden.
28 Ver Anthony A. Long, La filosofía helenística: estoicos, epicúreos, escépticos, Alianza, Madrid, 1997.
29 Ver Ignacio Ramonet, op. cit., p. 16-17.
30 Ibídem, p. 17.
31 Jean Guisnel, en prólogo a edición francesa del libro de Red Whitaker, Tous fliques! La vie privee sous survillance (2001) y citado en Ignacio Ramonet, op. cit., p.18.
32 Gleen Greenwald, Snowden. Sin lugar donde esconderse (2014), citado en Ignacio Ramonet, op. cit. p. 20.
33 Yuval Noah Harari, 21 lecciones para el silgo XXI, Debate, Barcelona, 2018, p. 86.
34 Paul Mozur, “El autoritarismo chino del futuro se basa en alta tecnología”, The New York times, 13 de julio de 2018, disponible en <www.nytimes.com>.
35 Ibídem.
36 El concepto de hierofanía es fundamental en los estudios de las cosmovisiones mítico-religiosas comparadas del gran historiador de las religiones Mircea Eliade. Hierofanía, de hieros, sagrado, fania, fonos, decir, más ampliamente mostrar. Hierofanías son entonces los modos por los que a los antiguos pueblos se les manifestaba lo sagrado. Estas manifestaciones eran las fuerzas naturales sacralizadas, que devienen por tanto en hierofanías, como el sol y su luz, la luna y sus fases en el cielo nocturno, el tiempo y su estructura circular: la rueda de las estaciones. El cielo era la hierofanía o manifestación de la sacralidad de todo lo que vive o viene de lo alto.
37 Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones, Biblioteca Era, México, 2013, p. 79.
38 Mircea Eliade, ibídem, p. 85.
39 La vigilancia debe ser sobre todos, y por todos. Destino acaso inevitable de la capacidad técnica de ver de lo que el otro hace. Situación como la que propone la novela distópica The circle, de Dave Eggers, también adaptada al cine: una empresa tecnológica ofrece cámaras portátiles que permitan hacer todo transparente y visible las 24 horas. Todo es registrado, preservado. Como parte de la legitimación de esa observación continua, un CEO propone a un público dócil que “los secretos son mentiras” y que todo debe ser compartido.
40 Ver “El gran hermano global Echelon”, en Juan Carlos Herrera Hermosilla, Breve historia del espionaje, Nowtilus, Madrid, 2012, p. 265-268.