Читать книгу La carne del mundo - Estefanía López Salazar - Страница 7

I FRAGMENTOS DE DIARIO OCTUBRE 24 DE 1938

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Esta tarde descubrí que la magia me pertenece: sentí una concentración inusual que me volcó sobre el papel. Yo solo tuve que repasar la imagen, de prisa. Antes había pasado algo similar, pero no tan fuerte, hoy es un día distinto.

Pero, no es nada de lo que pueda presumir con mis amigas porque parezco un gato enjaulado antes de que venga la alegría. En esos episodios sé que hay una cosa que quiero hacer y no sé cómo. Además, no sé por qué solo parezco quererlo yo.

Lo reitero, ¡no es nada de lo que quiera hacer una historia! Solo quiero dominarlo o al menos entenderlo.

Por eso me muevo: porque me angustio si estoy quieta. Necesito agotarme, luego aparece el truco y me estalla el corazón. A veces creo que estoy loca: ¿acaso alguien ama los colores como yo? Como no van a entenderme evito decir a los demás lo que pienso, río de cosas que no me generan la menor emoción y finjo que me importan sus deseos, pero lo único que quiero es pintar. Soy feliz pintando y no puedo hacer nada más. Porque cuando no lo hago quedo melancólica. Muchas noches sueño con las imágenes a las que les debo un espacio en el lienzo.

Pero, también mi desazón es pintar, no puedo negar que a veces soy el lienzo en blanco y las tristezas que veo en todas partes hacen que caiga enferma. Hoy he hecho magia porque pude entender el dolor y le pinté un rostro. Miré al monstruo y lo encerré en mi espejo. Lo reitero, no todos los días tengo la misma suerte. Tal vez mañana estas líneas no sean las mismas.

Carlos me preguntó: “¿cuál es tu impulso vital?”, yo pensé un rato pero no le contesté. Tal vez pensé mucho, debí decirle lo que de verdad estaba pensando, pero a veces uno es muy bobo y no se cree. Debí decirle, así, sin pelos en la lengua: “¡a mí lo que me mueve es la intuición!”, esa es mi única certeza.

Se lo hubiera dicho porque, aunque nadie me crea, no hay nada más cercano al contacto con cada órgano del cuerpo. La intuición es una sensación que mueve desde adentro. Es uno en su integridad. No importa cuánta distancia se mida entre la punta de los pies y el fin de la cabeza, uno es completo como un árbol, como la noche, y omnipresente como el viento, como el dolor, como la verdad: uno tiene que creerse.

Gracias a la intuición me siento completa y al tiempo parte de todo. Escucho hablar al mundo y sé que, así como la gente, también los objetos tienen historias. Hay en ellos una fuerza: la de la tristeza que los cubre con esa pegajosa capa blanca de soledad. No por imposición, sino a plena conciencia, dejo correr la sustancia de mis deseos. Me interno en la oscuridad con la única luz que da la intuición.

No hay otra forma de ser uno mismo ni de acercarse a Dios, la impostura oscurece la fe. Esta soy yo, lo aprendí temprano: a mí me gustan las cosas que me arrancan el alma.

La carne del mundo

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