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2. LA INDEPENDENCIA

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El rey Alfonso VI de León y de Castilla, casó a sus dos hijos con dos miembros de la casa de Borgoña. A uno le casó con Doña Urraca y le entregó el reino de Galicia. Al otro, D. Enrique, le casó con Doña Teresa, una hija bastarda y les entregó el Condado de Portucale.

Enrique encabezó durante los últimos años del siglo XI un movimiento de corte independentista que iba dirigido a ganar autonomía frente al monarca leonés, de quien era vasallo. Hay quien dice que, en cierta forma, también parecía dirigido a ganar fuerza frente al vecino condado de Galicia, vasallo fiel del monarca. Pero fue su hijo, Alfonso Henriques, quien, tras una decisiva victoria en Gimaraes en 1128, se proclamó rey de Portugal con el nombre de Alfonso I. Este nombramiento como rey no se oficializa hasta el tratado de Zamora en el año 1143, en el que Castilla reconoce oficialmente a Portugal como reino independiente. El proceso en sí de la independencia no es un proceso lineal, con una fecha concreta a partir de la cual la independencia es clara, sino, más bien, un proceso dilatado.

Tras su nombramiento, el ya rey portugués aprovechó la debilidad de los almorávides para aumentar su territorio. Les venció y siguió avanzando hacia el Sur tomando todo el territorio hasta la zona de Lisboa, la cual conquista en 1147. Más tarde, en el año 1179, Alfonso Henriques pone Portugal bajo la protección del papado y a cambio es reconocido oficialmente como rey.

La expansión del nuevo reino fue continuada por sus sucesores, siendo significativa la toma de Faro y el Algarve en 1249 por Alfonso III. Las fronteras de Portugal quedan como en la actualidad en una fecha tan temprana como 1297 con la firma del tratado de Alcañices.

Sobre el proceso de independencia no hay duda, según muchos de los autores que he leído, de que la nobleza local jugó un papel trascendental. En aquellos tiempos, los vasallajes a un rey u otro dependían más de las «ofertas» que en materia de impuestos, derechos, privilegios y demás hiciesen unos u otros. Y parece también que, en aquellos momentos de la independencia, existía una alta rivalidad entre los barones de Portucale y los de Galicia. A nadie se le escapa que también la Iglesia de aquellos siglos tuvo un papel relevante, ya que actuaba en muchos sentidos como la propia nobleza. Parece ser que, en aquellos momentos, la independencia de sus diócesis de las leonesas pudo aportar a los señores de la Iglesia local no pocos beneficios y derechos.

Ahora bien, como menciona Saraiva en su libro Historia concisa de Portugal, el propio pueblo juega un papel importante en el proceso, y la independencia no es solo un movimiento del clero y la nobleza, sino que responde a una aspiración creciente por parte del pueblo llano.

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